domingo, 8 de diciembre de 2013

XVII FESTIVAL DE MUSICA ANTIGUA DE UBEDA Y BAEZA



Sones de ida y vuelta: músicas coloniales (1492-1898)

Hasta tiempos relativamente recientes, la música en España y en los distintos países iberoamericanos durante los siglos XVI al XIX se ha venido estudiando de una forma aislada, presentando una visión fragmentada y descontextualizada que no se correspondía con la realidad histórica del momento. Lejos de este estereotipo, fomentado de forma consciente o inconsciente por la ideología nacionalista de los respectivos estados, la nueva historiografía viene poniendo el acento en la reconstrucción de las redes intercontinentales de comunicación y los sustratos comunes que conformaron la cultura musical de los virreinatos americanos y la Península Ibérica, y también en sus marcadas diferencias, tanto prácticas como ideológicas. Aprovechando la celebración de su XVII aniversario, el Festival propone una visión retrospectiva de estas músicas coloniales, prestando especial atención a los procesos de intercambio musical entre la Península Ibérica y América entre 1492 y 1898, e incluso más tarde, pues las músicas coloniales no desaparecieron con la independencia de las últimas colonias a finales del siglo XIX, sino que se mantuvieron vivas por vía oral o escrita –con las correspondientes adaptaciones al nuevo orden político y social– hasta la actualidad.
Las músicas coloniales vienen teniendo presencia transversal pero continuada en la programación del Festival de Úbeda y Baeza durante la última década, y ya en 2005 tuvo lugar un primer hito con la programación de un monográfico americano. El planteamiento para la presente edición es, sin embargo, más ambicioso y la celebración de dos destacados aniversarios relacionados con el mundo americano (el quinto centenario de llegada de Juan Ponce de León a la Florida y del inicio de la exploración del Pacífico por parte de Vasco Núñez de Balboa) sirven de excusa para que las músicas coloniales, en su más amplia acepción conceptual y cronológica, pasen de la periferia al centro y se presenten al espectador de una forma desprejuiciada e incluyente, con toda su variedad y singularidad: desde piezas inequívocamente peninsulares en su factura, compuestas por maestros españoles o criollos para el servicio de las capillas catedralicias, hasta otras genuinamente americanas (ya sean de nueva creación o readaptaciones locales de la propia música europea), con rasgos propios fruto de un proceso de interacción intercultural, del que dan buena cuenta los archivos misionales o parroquiales, entre otros. No obstante, la “colonialidad” de estas músicas y su condición de arte mestizo no se aprecia tanto en los elementos epidérmicos puramente formales (el uso de lenguas indígenas, la composición de negrillas y guineos o la presencia de ritmos danzarios de supuesta ascendencia africana, exagerados por la moderna discografía), como en la propia ejecución práctica –el sonido realizado– y en los múltiples significados que de ella se derivan. Dicho de otra forma, lo “colonial”, concepto polisémico de amplio alcance, no tiene sólo implicaciones formales, cronológicas o geográficas, sino sobre todo ideológicas, con todo lo que ello implica de desigualdad e identidad racial, imposición, resistencia y negociación de modelos organizativos y prácticas musicales.

 Pese a la reducción presupuestaria, el Festival mantiene su estructura tradicional en ciclos y no renuncia a las actividades académicas que son inherentes al proyecto Úbeda-Baeza desde casi su misma génesis. Gracias a la generosa colaboración del Centro Nacional de Difusión Musical (que también coproduce tres de los conciertos), la Universidad Internacional de Andalucía acogerá el Simposio Internacional “Sones de ida y vuelta: músicas coloniales a debate (1492-1898)”, que pretende hacer un balance del status quaestionis e impulsar nuevos marcos teóricos y líneas de investigación en torno a las músicas coloniales desde diferentes perspectivas que contemplan: (1) las metodologías, problemas historiográficos y fuentes para su estudio; (2) los modelos de mecenazgo musical (de catedrales y misiones al salón y al teatro); (3) los movimientos migratorios de músicos (viajes de ida y viajes de vuelta); (4) la circulación, recepción y transformación de los repertorios importados; (5) la exportación/importación de instrumentos musicales, modelos organológicos y prácticas interpretativas; (6) los procesos de interinfluencia (modelos europeos, modelos ibéricos y tradiciones autóctonas, músicas cultas vs. música populares); (7) los discursos sobre el imperialismo/criollismo/nacionalismo y la representación de identidades, etnicidades y minorías; (8) las pervivencias, continuidades y cambios de las músicas coloniales a lo largo del siglo XIX; y (9) la recuperación de las músicas coloniales desde una perspectiva históricamente informada. Estos procesos se proyectan de forma más o menos evidente en los distintos conciertos programados, en los que se conjugan músicas vocales e instrumentales, religiosas y profanas, académicas y populares, antiguas y contemporáneas, y donde tienen cabida tanto algunos de los hits del vago canon de la música latinoamericana como estrenos absolutos en tiempos modernos, en consonancia con la filosofía programática del Festival.
En la modesta medida de sus posibilidades, el Festival de Úbeda y Baeza de este año quiere contribuir a mantener vivo el recuerdo de Robert Murrell Stevenson (1916-2012), cuya reciente desaparición –se cumplirá un año el próximo 22 de diciembre– constituye una muy sensible pérdida para todos los interesados en la música y la cultura hispanas. Lo que más sorprende hoy en día es que su descomunal contribución al estudio de la música histórica de España, Portugal y los distintos países de Hispanoamérica tuvo lugar en la era preinformática de las fichas manuscritas y fue fruto de una investigación personal y de primera mano en multitud de archivos y bibliotecas de todo el mundo. Su enciclopédico legado, cuestionado por algunos desde la cómoda distancia que otorga el paso de los años, se materializó en un influyente contingente de publicaciones iniciado en 1947, que resultó esencial para dar a conocer a escala internacional las culturas musicales de la Península Ibérica y casi todas las áreas del continente americano en un momento en que apenas se disponía de información sobre los desarrollos musicales de esos territorios. Stevenson supuso, en definitiva, un paso de gigante en el restablecimiento de las antiguas conexiones España-América, hoy menos perdidas e ignoradas gracias a su inmensa y generosa labor intelectual.

Javier Marín López
Director del Festival

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