jueves, 12 de diciembre de 2013

EL FOTOGRAFO QUE HACIA LA CALLE. JOAN COLOM


El Museo Nacional de Arte de Cataluña exhibe más de 500 fotografías de Joan Colom, maestro de lo marginal



 Fotografía de ambiente callejero del Raval tomada por Joan Colom hacia 1960.

Le ha gustado pasar siempre desapercibido. Por eso, durante años Joan Colom (Barcelona, 1921) se ha paseado por las calles del Raval, uno de los barrios más conflictivos de Barcelona, entre prostitutas y clientes, con su cámara por debajo de la rodilla, para no llamar la atención de las personas con las que se cruzaba y así poder retratarlos con naturalidad, sin que se dieran cuenta, naturales. Lo hizo en los años cincuenta y sesenta, en plena etapa franquista y lo volvió hacer, después de treinta años, en los noventa, durante la fiebre olímpica de Barcelona. Colom fue un contable serio y minucioso que dedicó infinitos fines de semana de su vida a una gran pasión: la fotografía, que realizaba armado con su Leica, con la intención de capturar, con respeto, sin interferir y casi de manera clandestina, el ambiente, el aroma, las personas de este barrio convertido en estudio al aire libre.
Al final reunió en torno a 9.000 fotografías, 7.300 negativos montados en marcos de diapositivas y 300 hojas de contacto. Podrían ser muchas más porque, una vez seleccionado el mejor negativo, Colom tiraba a la basura el resto del carrete. Todo fue entregado por él mismo en 2012 al Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), que ahora le rinde homenaje al inaugurar Yo hago la calle. Joan Colom, fotografías 1957-2010. En ella se pueden ver 500 de sus imágenes, muchas de ellas inéditas, del Barrio Chino en pleno apogeo de sexo y dinero, así como del Borne y del barrio de las barracas del Somorrostro. Se trata de la gran retrospectiva que tanto ha deseado Colom en los últimos años y que aseguraba, con cierto humor negro, que “sería póstuma”. Todavía no ha podido verla, pero se espera que este miércoles el gran fotógrafo de 92 años pueda visitarla.
Comisariada por Jorge Ribalta y David Balsells, la exposición recorre todas sus obras, llevando a cabo un periplo histórico que deja claro por qué siendo uno de los autores menos conocido de la llamada Nueva Vanguardia, ha acabado siendo considerado como un autor capaz de renovar el lenguaje de la fotografía en España de la segunda mitad de los años 50, sobre todo por “la espontaneidad de sus retratos”, según los comisarios.
La exposición arranca con las primeras imágenes del año 1957 y continúa con los trabajos del grupo El Mussol, con el que hizo solo dos exposiciones. Uno de los grandes ejes de la muestra es su famosa e icónica serie La calle, a partir de 1958, que se puede ver completa, y en la que las protagonistas son sus prostitutas elegantes, vestidas con faldas de tubo por encima de la rodilla, pelo cardado, tacones de aguja, jerséis y rebecas de punto, todo marcando sus pronunciadas curvas. En las fotografías se adivina el juego de miradas con sus clientes, los prolegómenos de los encuentros furtivos y el trajín de los portales, preámbulo del de las habitaciones de esta parte baja de la ciudad. Tampoco faltan los marineros, los delincuentes y los primeros turistas, así como los policías y transeúntes de La Rambla y de las calles adyacentes.
Su trabajo último, realizado tras 30 años de inactividad, tras ser denunciado por Eloísa Sánchez, una de las prostitutas fotografiadas, al reconocerse en una de las imágenes, ocupa tres cuartas partes del archivo. Los personajes son los mismos, pero en esta ocasión son fotografiados en color. “No sabía que hacía fotografía social, buscaba imágenes que me emocionasen, aunque no siempre estaba seguro de haberlas conseguido hasta que positivaba los negativos. Yo, como las prostitutas, hacía la calle”, ha explicado en varias ocasiones Colom.


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