ROBERTO
BÉCARES Madrid
A ciencia cierta, cuando se acuñó la definición
"animal político" nadie pensó en Frank Underwood (Kevin Spacey, Nueva
Jersey, 1959) -más que nada porque no existía-, pero quizá en la actualidad no
haya nadie que pueda ponerle cara con más precisión que él. Qué pensaría si no
de un político que define la vida como "cazar o dejar que te cacen",
alguien al que no le importa dejar cadáveres -literales, no sólo políticos- a
su paso con tal de alcanzar la cima, capaz de pergeñar estrategias de
ajedrecista, incluso con daños personales, con tal de salirse con la suya.
Pues eso. Un animal político que tiene embelesados desde
Barack Obama -pidió por Twitter
que no le hicieran spoilers
de la serie- a algunos dirigentes del Partido Comunista Chino. "No he recibido consejos de ningún
político, ni me he basado en ninguno para el papel, es todo creación de los
guionistas", deja claro Spacey mientras atiende a varios
medios internacionales en una conversación telefónica pocas horas antes de que
ayer se estrenase la tercera temporada de House
of Cards.
Una temporada que la plataforma on line Netflix estrenó a cholón [perdón por el
coloquialismo]: 13 capítulos seguidos (hoy lo estrena en España desde las 11.00
horas Canal + Series), algo que para Spacey es, sin duda, una de las claves del
éxito: "Desde hace unos cinco años existe un nuevo hábito de ver series. Cuando le preguntas a la gente qué hizo
el fin de semana te dicen que han visto una temporada de Dexter o dos de Breaking Bad. Y precisamente
el modelo Netflix conecta con esa forma particular de ver temporadas de una
sentada".
La primera temporada se centró en su papel de fontanero de
la Cámara de Representantes de EEUU, buscando mayorías, ofreciendo favores (y
cobrándolos claro). La segunda abordó las relaciones diplomáticas con China y
los lobbys económicos,
de las que Underwood sacó tajada, logrando la dimisión del presidente y
ocupando él su cargo. Ahora, la tercera abordará la relación con Rusia.
Seguramente no sentará nada bien en el Kremlin que en uno
de los capítulos hagan un cameo dos activistas del grupo punk Pussy Riot,
encarceladas por realizar una protesta contra Vladimir Putin en una Iglesia
ortodoxa. Preguntamos a Spacey por ese nuevo despertar político ciudadano. Esa
vuelta a las calles. "Hemos visto que gente de distintos países participa
para que sus voces se oigan y en muchos casos sus voces son calladas... todos los ciudadanos en cualquier lugar
deberían tener derecho a manifestarse", señala el actor,
que volverá a estar acompañado de su mujer en la ficción, la espléndida Robin
Wright, tan taimada como él, y que en esta temporada meterá sus delicadas
garras en la ONU.
"Como en todas las relaciones atraviesan cambios,
tiempos difíciles, buenos, complicados. El
corazón de su relación es el amor, el afecto, el respeto. Ellos están mejor
juntos y lo saben", afirma Spacey, que rechaza que su
huida de Hollywood hace diez años camino del Old Vic de Londres, que dirigió
varias temporadas, fuera porque sólo le ofrecieran papeles de malvado. "En
mis últimas películas, como en American
Beauty, no habían sido personajes malvados; no fue una huida, me
dirigía hacia algo. Muchos
pensaron que estaba loco, pero fue una de las mejores decisiones de mi vida.
El teatro me da maravillosas oportunidades", señala Spacey, que triunfó
con su interpretación de Ricardo
III y que dice que tras interpretar a esos personajes perversos no
ha aprendido nada sobre "el lado oscuro, sino sobre el comportamiento
humano. Alguna gente hace cosas increíblemente generosas, otros cosas egoístas,
terribles. Yo no juzgo a los personajes; sólo los interpreto".
Receloso de desvelar detalles sobre la trama, sí deja claro
que no será una temporada fácil para Frank. "Lo que creo que va a ser muy
interesante para los espectadores y desde luego lo ha sido para mí es
interpretar al presidente; Frank
ya no estará en las sombras, tiene que operar bajo los focos",
asegura el actor, que responde a esos críticos que afirman que su personaje no
tiene un rival digno, una némesis a su altura: "Dicen que es un personaje
demasiado inteligente y que ha sido extremadamente fácil llegar adonde está
ahora. No lo veo así; no fueron temporadas fáciles para Frank".
De lo que también está seguro Spacey es que además de ser
"uno de los personajes más complejos" que ha interpretado, Frank
sigue siendo un desconocido para él:
"No sé nada de él todavía; cada día que voy a trabajar descubro algo
nuevo".
http://www.elmundo.es/television/2015/02/28/54f0b76f22601dde308b457c.html
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