martes, 29 de octubre de 2013

LUMINOSO BALLET DE PERM EN EL TEATRO REAL DE MADRID




Les noces
Coreografía: Jiří Kylián
Música: Igor Stravinski
Escenografía y figurines: John MacFarlane
Diseño de luces: Kees Tjebbes
Dirección musical: Teodor Currentzis
Music Aeterna (Solistas, Coro y Orquesta de la Ópera de Perm)

El bufón
Coreografía: Alexey Miroshnichenko
Música: Serguéi Prokófiev
Escenografía y diseño de luces: Sergei Martynov
Figurines: Tatiana Noginova
Dirección musical: Valentin Uryupin
Orquesta Titular del Teatro Real
28 octubre 2013

Serguéi Diaghilev (Nóvgorod, 1872- Venecia, 1929) intuitivo e infatigable receptor de artistas y creadores, sigue irradiando la magia que desplegó en Rusia y sobre todo en el resto de la Europa desde los primeros años del siglo XX.
Como si el tiempo no hubiera pasado por su inspirada obra, aquella que apoyó, descubrió y paseó por un sinfín de países, el Teatro Real ha ofrecido esta temporada la ocasión de reencontrar al mito, a través de algunos de los compositores que construyeron su leyenda.
Igor Stravinsky fue uno de los elegidos autores de Diaghilev con producciones como L´oiseau de feu (1910) y Petrushka(1911), pero sobre todo con la nunca igualada violencia telúrica del Sacre du printemps (1913), que tantas referencias temáticas y coreográficas ha dejado en Les noces, completada en 1923.

 El libreto fue concebido por el compositor, en colaboración con el escritor suizo Charles-Ferdinand Ramuz (1878.1947) para la versión francesa y está dividido en cuatro escenas.
Recorremos aquí el ritual tradicional desarrollado en las bodas de las campesinas rusas, cuyos textos son la columna vertebral de esta delicada propuesta. Como publicó La Veu en 1928, “la palabra es un simple material que funciona musicalmente como un bloque de mármol o un bloque de piedra en arquitectura o escultura”.

Los personajes de Les noces son arquetípicos y suelen encontrarse en casi todas las culturas: ritos de paso, sucesión y apertura de vías a las nuevas generaciones, este ballet aparece como la despedida de la juventud despreocupada y el abandono de la casa de los padres para emprender una nueva etapa y recrear el ciclo de la vida.
En El bufón, una obra divertida gracias a su tema, truculento y exagerado, se dan cita los defectos más sangrantes de la condición humana universal: el engaño, la burla, la estafa, la desvergüenza. La música tiene un colorido impactante y el planteamiento del baile alcanza el virtuosismo y la seducción y la novedad en el ámbito plástico. Aquí, el cuerpo humano y sus posibilidades expresivas se descubren con todo el rigor y el esplendor del talento y el genio.

Fue evidente la relación entre el mago Diaghilev y la España de su tiempo, a partir de la primera presentación de los Ballets Russes en el Teatro Real de entonces, el 26 de mayo de 1916.
De nuevo el coliseo madrileño ha tenido la feliz ocurrencia de traer el espíritu siempre vivo de los ballets rusos, de su mentor incansable y de los compositores y coreógrafos que jalonaron una de las narrativas más seductoras y apabullantes que se forjó en el universo de la danza en el siglo XX.

Considerado uno de las mejores compañías de la Rusia actual, junto con los elencos del Bolshoi o el Teatro Mariinsky, el Ballet de Perm ha hecho gala de una plasticidad y un buen gusto inigualables, con el que se han confabulado, en feliz componenda, un exquisito sabor en los decorados, los trajes, la iluminación y la puesta en general.
Los directores de orquesta de cada parte de la velada, Teodor Currentzis (Les noces) y Valentin Uryupin  (El bufón) demostraron la capacidad que tienen para imbricarse con la orquesta, con los bailarines y con toda la propuesta artística para consagrar, como en una fiesta, la disciplina y el estilo de un ballet que manifestó en todo momento, aún en los más tiernos o dramáticos, una alegría y una expresividad a chorros.
El público disfrutó con esta velada distendida y audaz, llena de luz y color, seducido por las escenas de una danza que hilvanaba con los cuerpos y la música, la perdurabilidad paradójica de la que están construidos los sueños.
Alicia Perris

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