sábado, 26 de octubre de 2013

POEMAS EN PROSA DE MIGUEL PONS



MIGUEL PONS
POEMAS EN PROSA

Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Juan Carlos Garvayo, piano. Magdalena Llamas, mezzosoprano. Juan Antonio Sanabria, tenor. Alfredo García, barítono. Miguel Espejo, clarinete. Pedro Teixeira, director del coro. José Ramón Encinar, director.

I)    Concierto para piano y orquesta. 2010.
II) Poems in prose . Cantata para coro, solistas y orquesta sobre textos de Oscar Wilde. 2012.
Primera parte: The artist. The Doer of God. Segunda Parte: The Disciple. The House of Judgement.
III) Scherzo para clarinete y orquesta, 2013.
Grabación realizada en la sede la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid entre los días 9 y 15 de abril, 2013. Verso. Portada: José Pons Bosch, “Tiempo, corazón de piedra”, 1984. Oleo sobre tabla. Colección del autor.


Miguel Pons, compositor de toda la obra que ahora se presenta en esta grabación, estudió en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y obtuvo – entre otros- el Premio de Honor de Armonía y Melodía Acompañada.
Su música fue presentada en varios festivales en España y en el extranjero, difundida en televisión y radio y compatibiliza además la de concierto con la producción para el mundo audiovisual.
El Concierto para Piano y Orquesta que abre el CD que acaba de presentarse a los medios y al público, conserva su forma clásica y es una propuesta exigente no solo para la orquesta, sino también para el solista, por la dificultad y exactitud que reclama su apropiada ejecución. El piano, concebido más que como instrumento solista, como concertante, contribuye a hacer de la obra, un todo compacto, que evoca por momentos la tradición de un Falla o de un Stravinsky. Juan Carlos Garvayo, como solista, solventa con limpieza y gusto su parte.
El Scherzo para clarinete, instrumento que goza de cierta preferencia por parte del Maestro Pons, ofrece “un resultado casual y desenfadado de complicidad entre la orquesta y el clarinete”. Se trata de una obra sobria, clásica, que no rehúye precedentes clásicos, incorporando estilos muchos más contemporáneos dedicados al instrumento, más juguetones, como el personaje de Pedro y el lobo de Prokoviev o la capacidad de improvisación que tiene este instrumento en el campo del jazz sobre todo en el siglo XX.  Miguel Espejo se explaya en la amplia tesitura del instrumento, con una agilidad manifiesta y gran ductilidad en el timbre.
La Orquesta y Coros de la Comunidad de Madrid, dirigida por Ramón Encinar realiza una vez más un gran esfuerzo en el ensamblaje de toda la obra de Pons, con los instrumentistas y los cantantes y el resultado es homogéneo y elegante, como es habitual en estas formaciones.
“Last but not least”, a propósito reservada  para el final en esta reseña, la Cantata de los Poems in prose sobre unos textos de Oscar Wilde, nos sitúa en una plasmación artística y estetizante, ligada a toda la producción poética y novelística de Wilde. Su única novela, El Retrato de Dorian Gray, claro y la teatral, más lúdica y mordaz de La importancia de llamarse Ernesto o Salomé, que fue magníficamente ilustrada en su tiempo por Beardsley, lo que causó un escándalo más en aquella beata sociedad victoriana invadida y sojuzgada por la doble moral de la Inglaterra colonial de fin de siglo.

Escuchamos emociones religiosas, morales y la preocupación por la presencia de un Dios que castiga y otorga favores, que ordena un mundo deshilvanado por el hombre y sus deseos.
Trabajo arduo para una música con un idioma difícil para el canto- el inglés- esta nostálgica y casi elegíaca producción permite el lucimiento de los cantantes: de la mezzo-soprano Magdalena Llamas, del tenor Juan Antonio Sanabria y de Alfredo García, un barítono cuya facilidad vocal siempre sorprende, soberbio en el registro grave y dulce y melodioso en el medio y los agudos. Tiene la fortuna de cantar dos de las frases más significativas del texto del poeta: “¿No existe otro camino en el cual caminar que no sea el camino del pecado?”. Y también: “Porque en el infierno he vivido siempre”.
Una música actual para lo que se llamó el esteticismo o el decadentismo de Oscar Wilde, el escritor que tuvo por tutores a John Ruskin o Mahaffy, cercano a las ideas y las creaciones de William Morris, Dante Gabriel Rosetti o Mallarmé.
Caricaturizado en la opereta “Patience” de Gilbert y Sullivan, el escritor inglés (Irlanda, su tierra natal era todavía parte del Imperio británico), fue sembrando su vida y su obra de creatividad, inteligencia y sentido del humor.
A pesar de las persecuciones y la inmerecida cárcel  (releed su De Profundis) que tuvo que sufrir por su opción homosexual, nunca perdió la distancia para valorar los escenarios en los que le tocó producirse y crear. Y así dejó dicho: “Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse, solo puede vivirse”.

En el cementerio parisino de Père Lachaise descansan todavía su heterodoxia y su talento. En la aduana “no tuvo nada que declarar sino su genio”.  

Alicia Perris

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