Raul del
Pozo
España fue una centella de inteligencia con destello incluso superior al de
los griegos. La exhalación del talento duró apenas siglo y medio, tal vez desde
el descubrimiento de América a la muerte de Cervantes. «Nada queda fuera de mi
alcance con 10 dedos en las manos y 150 españoles», alardeó el pendenciero
capitán Alonso de Contreras. Eso, entonces; quizás sea verdad que ahora los
españoles nos hemos venido otra vez abajo: empezamos robando el oro de los
incas y hemos terminado embrollados conlos catalanes.
Habíamos superado el complejo de inferioridad con
la Roja y otras victorias en los concursos de misses y de cocineros y vuelven
los calvinistas del déficit a insistir en una leyenda negra con aires de
posmodernidad: los españoles son gilipollas.
Prefiero aquella leyenda de los
corsarios de nuestras hazañas, aquel oscuro retrato ideado por los británicos y
los flamencos que nos pintaban entre la guitarra y los celos, como la polilla
de Europa, como los perros de presa con zambombas y cencerros arrojando cabras
desde los campanarios.
Que seguimos siendo envidiosos e
ignorantes, capaces de dar paseos, se comprueba apenas se leen las entradas
anónimas de los cuchilleros electrónicos. Que estamos incapacitados para
aprender idiomas lo descubrí yo al ser uno de los más tontos de entre los 300
estudiantes del Putney Hill College, cerca de Wimbledon. También he descubierto
que en España se confunde la pedantería con la cultura y el ingenio con el
genio. «Ese chico escribe bien –me decía de uno Camilo– pero se perderá por el
ingenio».
Que éramos fanáticos y sectarios lo descubrió hace
un siglo el filósofo de la calle Lista. «El pueblo español –escribió– se ha
caracterizado por la escasa inteligencia, por el intelecto que nos ha faltado,
sobre todo el político». Ni siquiera nos educaron bien en la religión. No nos
dijeron que si las cosas se mueven tanto es porque están movidas por alguien;
nos obligaron a aprendernos la Biblia de memoria y nos enviaron a ir detrás de
los pasos de Semana Santa con sus borriquitas y arcángeles, sin enseñarnos que
una mosca es un ser más sofisticado que un ángel.
Enseguida han politizado nuestra idiotez, el
partido que está en el poder dice que éramos tontos y la Logse nos hizo
doblemente tontos.
http://quiosco.elmundo.orbyt.es/ModoTexto/salacolumnas.aspx?id=18478245&sec=El%20Mundo&fecha=09_10_2013&pla=pla_11014_Madrid&tipo=5&d=1
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