Érase una vez una dama muy poderosa que decidió crear la
fiesta más importante del mundo de la moda
Madonna en la gala
del Met. TIMOTHY A. CLARY (AFP) / ATLAS
Érase una vez una
dama muy poderosa que decidió crear la fiesta más importante del mundo de la moda. Conseguir una invitación era tarea casi
imposible. Y a las afortunadas que recibían el codiciado tarjetón se les exigía
superar una prueba: la deldress code. Este
año con un reto complicado: la moda en la era de la tecnología. Y bellas y
firmas de costura se emplearon a fondo para conseguir el más difícil todavía
bajo el lema Manus x Machina… Pero todo a su tiempo.
Como en años anteriores, la organizadora del
evento, la célebre editora del Vogue norteamericano, Anna Wintour,
pasó olímpicamente de su propio dress code. Fiel a su peinado bob y
a la alta costura, recibió elegantísima, dejando las extravagancias
carnavalero-robótico para las demás. Mención aparte merecerán los desastres de
las cantantes, y el peligroso universo látex, a los que dedicaremos sus
correspondientes parrafitos un poco más abajo; no corran, que es peor.
En la fiesta más maravillosa de todas las fiestas,
moda y tecnología no acabaron de encajar. Hubo intentos; como el lumínico
modelo de Claire Danes,
perfecto para la cabalgata nocturna de las princesas Disney. Y mucha
inspiración futurista y/o cinematográfica: Battlestar Galactica, Metrópolis,
incluso unas cincuenta sombras oscurísimas con Madonna. Trasero —vulgo culo—
prácticamente al aire a sus cincuenta y tantos años que puede valerle un
papelillo de estricta gobernanta en la próxima entrega.
Ausente de la gran noche Santa Rihanna de Todas
las Extravagancias, quedabaBeyoncé. Llegó acompañada de su hermana Solange, y sin Jay Z;
los rumores de, ejem, cornificación y crisis, incendiaron Twitter a la misma
velocidad que los memes del, ejem, dudoso modelete amarillo de
la eterna aspirante a algo más que hermana de. El vestido de Beyoncé,
enteramente de látex, lo firmaba Givenchy, la misma casa que vistió a Audrey
Hepburn, Grace Kelly o Jackie Kennedy en el pasado y lampedusiano siglo.
Salvo algunas honrosas y casi desconocidas
excepciones, entre las invitadas se vio mucho cuadro, y no precisamente
escocés. Madonna, Nicole Kidman, e Irina Shayk, un cuadro. Incluso Prada fue un
cuadro, con Katy Perrydisfrazada
de algo entre Los juegos del hambre y Los Caraconos.
Si yo fuera Miuccia, —una de las anfitrionas de la noche— en plan reina de
corazones, hoy rodaban cabezas por mucho segundo grado que busquemos a los looks.
Pero que Katy Perry, Lady Gaga,
Rita Ora o Nicki Minaj se vistan de mamarrachas es tan poco noticioso como que
un perro muerda a un hombre. Otra cosa es que Rania de Jordania combine
tirabuzones con plumas: eso sí que es el hombre muerde a perro de la moda.
Quizás es que el mal gusto es el nuevo buen gusto. Que solo compran costura las
queridas de los millonarios rusos, y por eso Kim Kardashian West y su parentela
son lo más de lo más. Pero ojo, porque la reina de la fiesta sigue siendo Anna Wintour, con manga larga y sin escote ni látex,
futurismos, o lucecitas. De alta costura, y de Chanel.
http://elpais.com/elpais/2016/05/03/estilo/1462290070_638208.html
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