Envenenado con fitosanitarios un árbol catalogado
como ejemplar singular en Extremadura
CARMEN MORÁN
Los técnicos de Medio Ambiente de la Junta de
Extremadura creen que quien lo ha herido de muerte quizá no tiene muchas ideas
en la cabeza, pero reconocen que las manejó con destreza para hacer el mayor
daño posible: 10 cortes con el espadín de la motosierra de 10 centímetros cada
uno repartidos por la base y los brazos principales de las raíces someras. Allí
vertió el fitosanitario, glifosato seguramente, muy común en la comarca, y en
todos lados, que ha viajado en la corriente de la savia hasta tumbar al gigante
de la montaña. La primavera en Barrado ha dejado esta terrible sorpresa: los
demás ejemplares ya visten de verde, el gran roble no verá las hojas nunca más.
Matar un árbol catalogado como singular es una
falta muy grave y está penado con multas de 60.000 a 300.000 euros, pero
cobrarlas es tan difícil como encontrar una pista fiable en un pueblo de 500
habitantes. Los rumores ya se habían disparado días antes, porque otro ejemplar,
soberbio también, había sido envenenado con los mismos modos “sibaritas”: unas
punciones en la corteza y un toque del mejor veneno. Este es de propiedad
particular, el otro está en monte público; el primero podía molestar a alguien,
con el segundo no parecía el caso. ¿Rencillas? ¿Venganzas? ¿Insensatez?
Los rumores no han cesado en Barrado estos días.
El servicio de protección de la naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) maneja
varios perfiles, pero sabe que es difícil, por no decir imposible, que la colaboración
ciudadana aporte gran cosa. El viejo roble había cobrado mucha fama en los
últimos tiempos, en los que ha avanzado la formación y la concienciación
medioambiental, y eran numerosos los turistas que se acercaban a visitarlo. En
este pueblo cacereño se especula con la posibilidad de que el que ha cometido
este crimen natural sea alguien a quien el turismo le pone nervioso, de esos a
quienes un forastero les perturba más que un nublado.
“Que nadie piense que ha conseguido algo con esto,
porque puede que el efecto sea el contrario: hemos perdido el mayor ejemplar,
pero su porte quedará ahí por mucho tiempo y el espíritu del roble también.
Primero estará seco, y luego ya veremos entre todos qué se hace con él”, dice
el alcalde, Jaime Díaz. En la Junta lo ratifican: “El árbol será espectacular
aún muchos años”. Y esa suerte de espíritu natural parece tomar cuerpo, porque
ya hay alguna marcha convocada para acercarse al lugar como homenaje a una
sombra tan generosa. Bajo la copa de estos ejemplares, siglos atrás, podían
apiñarse decenas de ovejas buscando el frescor; la simbiosis perfecta, porque
ellas prestaban abono en abundancia para que la sombra no dejara de crecer.
“Cada rama es un árbol, eso es lo que tiene de espectacular ese roble”,
reconocen en la Junta.
En Extremadura hay 47 ejemplares declarados
singulares. “Se tiene con ellos un cuidado especial, se les hacen dos o tres
visitas al año, se podan con esmero, se vigilan las cicatrices. Normalmente, se
les cataloga por su longevidad, su tamaño, su forma, pero también por razones
culturales”.
Este monte de La Solana es, con seguridad, uno de
los mayores robledales de Extremadura y, con probabilidad, de los más extensos
de España. Está ubicado en el Valle del Jerte y ese roble se había convertido
en destino y punto de partida de muchas rutas a pie, en bicicleta, como la que
se celebrará mañana, organizada por Picota Bike.
Ayer, la visita programada era la de la Guardia
Civil para echar un vistazo detallado y tomar muestras. Será difícil saber
quién ha sido, pero no hacen falta pistas sobre su calaña.
Ese enorme regalo de la naturaleza no pasaba de
ser un estorbo, según se ve, para el que cogió la motosierra y le asestó 10
hendiduras mortales. “Con los árboles singulares”, dicen en la Junta, “tenemos
muchas bajas, pero nunca nos había pasado algo así”
http://politica.elpais.com/politica/2016/05/05/actualidad/1462441157_538323.html
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