sábado, 23 de febrero de 2019

AMAR KANWAR EN EL MUSEO NACIONAL THYSSEN-BORNEMISZA



El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y Thyssen-Bornemisza Art Contemporary (TBA21) presentan dos de las principales instalaciones de Amar Kanwar, artista y cineasta indio cuya obra se caracteriza por recopilar testimonios de las poblaciones más vulnerables de su país.
Los dos proyectos, El bosque soberano y Testimonios relámpago, encargados y producidos por TBA21, exploran nociones de justicia y la forma en que esta se aplica a las acciones individuales, a las leyes y a las políticas públicas, temas especialmente relevantes en el contexto actual de noticias falsas y narraciones inventadas.




Comisariada por Chus Martínez, la exposición se abre al público el 27 de febrero, coincidiendo con ARCO Madrid. Se trata de la segunda colaboración entre el museo y TBA21 -fundación creada por Francesca Thyssen-Bornemisza, hija del barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza-, para presentar piezas de su colección de arte contemporáneo en Madrid, en una serie de exposiciones que continuará durante los próximos años.




Presentación a medios y amigos de la muestra


El martes 26 de febrero se presentó a la prensa la muestra del artista comprometido Amar Kanwar por la mañana y también, por la tarde, hubo un encuentro con la comisaria de la exposición, el creador, Amigos del museo y algunas personalidades. El acto fue presentado por Guillermo Solana, director artístico del Museo  y por Francesca Thyssen, que, en nombre de la familia, tuvo palabras de futuro para la colaboración de su fundación con el museo de cuyo patronato ha formado parte muchos años.  


Estuvieron presentes también esa tarde, Borja Thyssen y Blanca Cuesta, de la familia de Tita Cervera, viuda del Barón y alma del proyecto fundacional de la institución cultural y museística que ha sido incorporado hace poco a la lista de los museos nacionales españoles.

La charla, aunque distendida entre el Sr. Kanwar y la comisaria, Chus Martínez, pareció discurrir en dos planos de intereses o de comunicación diferenciados, la de la curadora, más intelectual y "metodológica", en torno al universo de las ideas y las palabras, jurídica, muy europea y racional y la de Amar Kanwar, en torno a las vivencias, la violencia más real, la que se ve, se comparte, se deja constar como evidencia, como denuncia, una narrativa donde se escucha, pero no se investiga a las víctimas.


Destacó el fotógrafo   la situación política y prebélica de su país en algunas regiones y con algunas minorías religiosas y las mujeres, a menudo botín de guerra y de comercio sexual y  el incumplimiento de los Derechos Humanos y la barbarie,  aunados a su preocupación en un país que es un subcontinente, por el cuidado y la protección del medio ambiente.
Kanwar toma la distancia emocional y artística del que ha comprendido o sido testigo de situaciones de violencia y cree que lo mejor es describir, no incidir en una narrativa excesiva, que puede hacer peligrar el mensaje de denuncia y evidencia en sí mismo.
En la muestra, al final, la violencia de unas imágenes proyectadas en paralelo, en color, con el relato de las mujeres ultrajadas, esclavizadas, asesinadas con violencia, envuelven y comprometen inevitablemente al visitante.



Al principio, el tacto maravilloso de los libros en papel de banano, que recuerdan los viajes realizados a Egipto e India, el respeto por la naturaleza en su grado más primario y elemental: diferentes y numerosos tipos de arroz simbolizan, a la vez, la comida, la variedad y riqueza del país y tal vez también, el hambre de los que no tienen acceso a una comida básica.


La India es una tierra de olores, de colores, violenta, sensual, mágica y terrible, todo en uno. La exacerbación de los sentidos. Para vivirla como una totalidad en su diversidad, para volver o recordarla, en las noches de verano, cuando el sol se pone, como en Benarés, sobre el Ganges, donde las ceremonias a los muertos se hermanan en un concepto integrador incomprensible para un occidental, con el trasiego interminable y hacendoso de los vivos.
A la hora del coctail y de la charla entre los asistentes, me acerco a Amar Kanwar y le digo, bajito: "Usted tiene, pese a todo, un país maravilloso. Gracias por estar aquí, "Namasté"". Y me contesta, zen y relajado, asintiendo con una media sonrisa y juntando las manos, enfundado en su traje negro de algodón, "Namasté".

Alicia Perris

DISCURSO DE FRANCESCA THYSSEN-BORNEMISZA , FUNDADORA DE TBA21

Gracias Guillermo. Me siento muy honrada y abrumada por esta invitación y por tener la oportunidad de contribuir cada vez más a esta institución. Estoy muy feliz de poder continuar la tradición familiar, basada en la generosidad, exponiendo parte de la colección que he creado junto a la de mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y hasta mi madrastra. Contribuir también a la vida cultural de Madrid es un sueño, y sobre todo en el ámbito del arte contemporáneo que busca involucrar a personas de todas las generaciones para repensar sus valores y comprender y apreciar el mundo que nos rodea.
La exposición que hoy inauguramos amplía el programa de arte contemporáneo del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, adoptando al mismo tiempo ideas y temas contemporáneos que están muy próximos a mis intereses personales, como los derechos humanos, en particular, los derechos de las mujeres y la protección del medio ambiente frente a su cruda explotación. Esta es la segunda exposición que TBA21 organiza en colaboración con el Museo Thyssen. Hace apenas un año presentamos el trabajo de John Akomfrah, Purple, que explora el cambio climático, el aumento del nivel del mar y los fenómenos meteorológicos extremos en la era del Antropoceno. Algo también muy querido para mí. Como coleccionista comprometida, me concentro en promover obras de arte que representan mi sistema de valores y en encontrar a través de estas obras, de su lenguaje artístico y poético, una voz que mueva montañas. En los últimos 17 años, TBA21 se ha centrado en poner en marcha, dar soporte y presentar trabajos que se relacionen con los problemas más acuciantes de nuestro tiempo. Todo empieza por el sentimiento de urgencia de un artista que quiere contar una historia y que se embarca en un viaje para realizar obras difíciles y complejas que, de otra manera, no podrían ser creadas. Las dos increíbles obras de Amar Kanwar, The Lightning Testimonies (2007) y The Sovereign Forest (2011), nos enfrentan a temas que son difíciles de comprender, por su naturaleza horrible y por su complejidad. Aunque se centran en hechos concretos de la India, están abordando realmente problemas que han persistido a lo largo del tiempo y que se pueden encontrar hoy en día en todo el mundo. The Lightning Testimonies nos acerca a la vida de mujeres víctimas de violencia sexual, utilizada como arma en conflictos entre países y culturas y que deja una herida indeleble en la vida de las personas, familias y comunidades.
 Es un trabajo reflexivo pero también visceral, que se basa en testimonios e imágenes para presentarnos cara a cara (o quizás, ‘cara a realidad’) con mujeres que han sufrido un trauma inimaginable. El trabajo provoca tanto empatía como un sentimiento de inmediatez que se pierde cuando tales hechos se muestran simplemente como noticias o datos históricos. The Sovereign Forest es un proyecto de investigación en curso que comenzó en 2011. Examina el clima de violencia que se origina por el control de la tierra y de los recursos naturales entre gobiernos y corporaciones, por un lado, y las comunidades indígenas y locales que han vivido en ella y utilizado esas tierras durante generaciones, por otro. En cada uno de estos trabajos somos testigos y sentimos el trauma que afrontan individuos y comunidades, pero también somos testigos y sentimos su capacidad de recuperación. Este es el poder y la belleza de la obra de Amar. Y estamos a la espera de futuras colaboraciones con el museo.
  



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