sábado, 16 de febrero de 2019

ARETHA FRANKLIN QUE ESTÁS EN LOS CIELOS


Alan Elliott compone sobre un material filmado por Sydney Pollack ‘Amazing grace’, el mas electrizante testimonio de cine trascendental, un tratado de emocion pura en la Berlinale
Paul Schrader acertaba a identificar tres estados o etapas como características de lo que llaman el estilo trascendental en el cine. Desde la exhibición pautada de lo cotidiano hasta el éxtasis pasando por un momento de ruptura, el cine del que habla el director de ‘El reverendo’ vivirá un proceso ternario de resignificacion de la realidad con el objetivo no tanto de ampliar, que también, como de clausurar su sentido. Su sentido en sentido genuino y, por ello, trascendental. La idea sera describir el camino realizado por el medio de expresión patentado por los Lumire en dirección opuesta. Nos explicamos: si el cine, como el arte que mejor reproduce la realidad, es refractario teóricamente a la abstracción, el estilo trascendental obligara a un ejercicio de suspensión de los hechos (de abstracción) que permitira acceder a lo inefable, a lo sublime, a lo no dicho. Hemos llegado.


Aretha Franklin en un momento de ‘Amazing Grace’.
A ‘Amazing Grace‘ le costara plegarse a la trabada y trabajada argumentación de Schrader, pero hay algo en este documental firmado por Alan Elliott y filmado por Sydney Pollack en enero de 1972 que lo hace no solo sino indescriptiblemente unico. Inefable. Los 11 minutos en los que Aretha Franklin desafía en pie a la mismísima ley de gravedad mientras canta ‘Amazing Grace’ precisamente se antojan la mejor definición, por rigurosamente emocional, de lo trascendente. A media que avanza la canción, el coro se desarma, el pblico pierde el sentido del pudor y el magnánimo reverendo Cleveland arranca a llorar como probablemente nunca antes lo había hecho un hombre. Y no es tanto exageración, que también, como gracia. Gracia plena.
La canción de marras acabara dando el título al disco de góspel mas vendido y famoso de la historia. Y la película presentada en la Berlinale a pocos meses de la muerte, fue en agosto, de la diva del soul no hace otra cosa que registrar ese momento de suspensión fenomenolgica. Y hacerlo sin tocar prácticamente el suelo. La cinta sale a la luz 47 años después. Y lo hace porque puede. En un sentido estrictamente técnico. La historia cuenta que Aretha se encontraba en el momento cumbre de su carrera y decidió parar para mirar atrás. La idea era cantar en un disco en directo las canciones de su infancia.
La discográfica, con buen tino, atisbó  uno de esos momentos que el tiempo da en llamar histórico y encargó a un joven y prometedor director su grabación. Sydney Pollack vena de estrenar ‘Danzad, danzad malditos’ y se encontraba en la preparacin de ‘Las aventuras de Jeremiah Johnson’. l y su equipo se fueron a la iglesia de Los ángeles donde se deba producir el seguro milagro. Allá, el coro de chalecos de purpurina de Southern California Community y el reverendo maestro de ceremonias James Cleveland se aprestaron a la unción por fuerza extrema. Y, de repente, algo pasó. Alguien olvidó marcar cada secuencia con la claqueta, un ritual obligado para sincronizar imagen y sonido. Todos los presentes asistieron a uno de los momentos maas trascendentes de la historia de la música, pero nadie mas. Todo lo grabado era inútil. Hasta ahora.
Elliott se ha encargado de que lo que antes no se poda, ahora, que ya no estn entre nosotros ni Pollack (falleció en 2008) ni Aretha, se pueda. Y, en efecto, una especie de agujero en el tiempo permite recuperar la imagen de la msica que, por un simple accidente, perdió la gracia de Aretha. Bien es cierto, que la película fue contemplada antes de su muerte por la propia diva y ella se neg a que se hiciera pública. No queda claro lo que no le gustó. El caso es que no slo es un milagro, como decíamos, lo que se ve, también tiene algo de sacrilegio. Lo que, vicio sobre vicio, la hace directamente imprescindible.
Durante poco menos de 90 minutos, lo que se presencia es algo as como lo ms parecido al caos que puede ofrecer el paraíso. La iglesia es fea, los asientos azules y el fresco del Cristo musculoso y recién bautizado que lo preside todo directamente horrible. Los músicos y el coro se encuentran directamente castigados contra la pared y, en frente, un público tan entregado como mal vestido (o vestido de los 70) se arroja a una suerte de bacanal mística-pagana que igual vale para el Hosanna que para una misa negra. Entre Marvyn Gaye, Carole King y la música tradicional, el repertorio es ya materia de devoción. Y de gracia.
Pollack se mueve por un escenario demasiado iluminado a la vez que da órdenes, se desespera y da muestras de una pasión solo a la altura de su impericia. Su equipo son los únicos hombres blancos entre un torbellino de pieles y voces negras. Con dos excepciones, eso s. Allá, entre la multitud, se adivina el entusiasmo de Mick Jagger y Charlie Watts que por aquel entonces se encontraban en la ciudad angelina acabando su ‘Exile on Main Street’. Hay quien dice que canciones como ‘Shine a Light’ y ‘Let It Loose’ no existirán sin la conveniente iluminación de Aretha. Amn.
La cámara se mueve viva y completamente ajena a cualquier tipo de instrucción o sentido entre un espectáculo sin reglas, sin límites, sin mapas y sin aristas. El documental es ‘making of’ con la misma crudeza de documento notarial. Todo resulta tan improvisado como obediente a un corpus inmaterial de órdenes sagradas. Todo fluye. Y todo flota. A su manera, los tres estados que imaginara Schrader están ah. Lo cotidiano habla de un grupo de fieles que acude a la iglesia a cantar y a rezar como cada domingo y fiesta de guardar; la ruptura sucede cuando, de golpe, el espectador cae en la cuenta de que asiste a un episodio nunca antes contemplado, y el éxtasis llega a la vez que Aretha toca el cielo con la punta de la garganta, de la piel, de las mismas manos. Trascendental. Aretha Franklin que ests en los cielos. ‘Eimeeeen’.
https://espanol24.com/aretha-franklin-que-estas-en-los-cielos/

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