Alan Elliott compone sobre un material filmado por Sydney Pollack
‘Amazing grace’, el mas electrizante testimonio de cine trascendental, un
tratado de emocion pura en la Berlinale
Paul Schrader acertaba a identificar tres estados o etapas como características
de lo que llaman el estilo trascendental en el cine. Desde la exhibición
pautada de lo cotidiano hasta el éxtasis pasando por un momento de ruptura, el
cine del que habla el director de ‘El reverendo’ vivirá un proceso ternario de
resignificacion de la realidad con el objetivo no tanto de ampliar, que también,
como de clausurar su sentido. Su sentido en sentido genuino y, por ello,
trascendental. La idea sera describir el camino realizado por el medio de expresión
patentado por los Lumire en dirección opuesta. Nos explicamos: si el cine, como
el arte que mejor reproduce la realidad, es refractario teóricamente a la abstracción,
el estilo trascendental obligara a un ejercicio de suspensión de los hechos (de
abstracción) que permitira acceder a lo inefable, a lo sublime, a lo no dicho.
Hemos llegado.
Aretha Franklin en un momento de ‘Amazing Grace’.
A ‘Amazing Grace‘ le costara plegarse a la trabada y trabajada argumentación
de Schrader, pero hay algo en este documental firmado por Alan Elliott y
filmado por Sydney Pollack en enero de 1972 que lo hace no solo sino indescriptiblemente
unico. Inefable. Los 11 minutos en los que Aretha Franklin desafía en pie a la mismísima
ley de gravedad mientras canta ‘Amazing Grace’ precisamente se antojan la mejor
definición, por rigurosamente emocional, de lo trascendente. A media que avanza
la canción, el coro se desarma, el pblico pierde el sentido del pudor y el magnánimo
reverendo Cleveland arranca a llorar como probablemente nunca antes lo había
hecho un hombre. Y no es tanto exageración, que también, como gracia. Gracia
plena.
La canción de marras acabara dando el título al disco de góspel mas
vendido y famoso de la historia. Y la película presentada en la Berlinale a
pocos meses de la muerte, fue en agosto, de la diva del soul no hace otra cosa
que registrar ese momento de suspensión fenomenolgica. Y hacerlo sin tocar prácticamente
el suelo. La cinta sale a la luz 47 años después. Y lo hace porque puede. En un
sentido estrictamente técnico. La historia cuenta que Aretha se encontraba en
el momento cumbre de su carrera y decidió parar para mirar atrás. La idea era
cantar en un disco en directo las canciones de su infancia.
La discográfica, con buen tino, atisbó uno de esos momentos que el tiempo da en
llamar histórico y encargó a un joven y prometedor director su grabación.
Sydney Pollack vena de estrenar ‘Danzad, danzad malditos’ y se encontraba en la
preparacin de ‘Las aventuras de Jeremiah Johnson’. l y su equipo se fueron a la
iglesia de Los ángeles donde se deba producir el seguro milagro. Allá, el coro
de chalecos de purpurina de Southern California Community y el reverendo
maestro de ceremonias James Cleveland se aprestaron a la unción por fuerza
extrema. Y, de repente, algo pasó. Alguien olvidó marcar cada secuencia con la
claqueta, un ritual obligado para sincronizar imagen y sonido. Todos los presentes
asistieron a uno de los momentos maas trascendentes de la historia de la música,
pero nadie mas. Todo lo grabado era inútil. Hasta ahora.
Elliott se ha encargado de que lo que antes no se poda, ahora, que
ya no estn entre nosotros ni Pollack (falleció en 2008) ni Aretha, se pueda. Y,
en efecto, una especie de agujero en el tiempo permite recuperar la imagen de
la msica que, por un simple accidente, perdió la gracia de Aretha. Bien es
cierto, que la película fue contemplada antes de su muerte por la propia diva y
ella se neg a que se hiciera pública. No queda claro lo que no le gustó. El
caso es que no slo es un milagro, como decíamos, lo que se ve, también tiene
algo de sacrilegio. Lo que, vicio sobre vicio, la hace directamente
imprescindible.
Durante poco menos de 90 minutos, lo que se presencia es algo as
como lo ms parecido al caos que puede ofrecer el paraíso. La iglesia es fea,
los asientos azules y el fresco del Cristo musculoso y recién bautizado que lo
preside todo directamente horrible. Los músicos y el coro se encuentran
directamente castigados contra la pared y, en frente, un público tan entregado
como mal vestido (o vestido de los 70) se arroja a una suerte de bacanal mística-pagana
que igual vale para el Hosanna que para una misa negra. Entre Marvyn Gaye,
Carole King y la música tradicional, el repertorio es ya materia de devoción. Y
de gracia.
Pollack se mueve por un escenario demasiado iluminado a la vez que
da órdenes, se desespera y da muestras de una pasión solo a la altura de su
impericia. Su equipo son los únicos hombres blancos entre un torbellino de
pieles y voces negras. Con dos excepciones, eso s. Allá, entre la multitud, se
adivina el entusiasmo de Mick Jagger y Charlie Watts que por aquel entonces se
encontraban en la ciudad angelina acabando su ‘Exile on Main Street’. Hay quien
dice que canciones como ‘Shine a Light’ y ‘Let It Loose’ no existirán sin la
conveniente iluminación de Aretha. Amn.
La cámara se mueve viva y completamente ajena a cualquier tipo de instrucción
o sentido entre un espectáculo sin reglas, sin límites, sin mapas y sin aristas.
El documental es ‘making of’ con la misma crudeza de documento notarial. Todo
resulta tan improvisado como obediente a un corpus inmaterial de órdenes
sagradas. Todo fluye. Y todo flota. A su manera, los tres estados que imaginara
Schrader están ah. Lo cotidiano habla de un grupo de fieles que acude a la
iglesia a cantar y a rezar como cada domingo y fiesta de guardar; la ruptura
sucede cuando, de golpe, el espectador cae en la cuenta de que asiste a un
episodio nunca antes contemplado, y el éxtasis llega a la vez que Aretha toca
el cielo con la punta de la garganta, de la piel, de las mismas manos.
Trascendental. Aretha Franklin que ests en los cielos. ‘Eimeeeen’.
https://espanol24.com/aretha-franklin-que-estas-en-los-cielos/
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