Voces del Real, Sir Bryn Terfel, bajo-barítono. Josep Caballé Domenech,
director musical. 22 de febrero de 2019.
El coliseo madrileño, define al artista galés, “como un carismático bajo-barítono, uno de los cantantes más demandados por los escenarios internacionales de ópera por el color, empuje y precisión de su voz, con un programa que muestra sus grandes capacidades vocales, desde los descomunales personajes wagnerianos a los más populares del musical americano, dotándolos de personalidad y grandeza. En las Voces del Real, Terfel está acompañado por la Orquesta Titular del Teatro Real”.
En medio de las representaciones del Idomeneo de Mozart, con la dirección de escena oportunista y pobre, morosa de un Robert Carsen abucheado desde el estreno, el 19 de febrero pasado, el recital potente, vibrante, viril y seductor de Bryn Terfel, aportó una inmensa oleada de aire fresco en el escenario del Real, cuyas localidades no estaban al completo, había huecos, pero con un público, en el patio de butacas que, algunos considerarían, y todo es opinable, elegante y escogido.
Terfel hizo su debut operístico en 1990 como Guglielmo en Così fan tutte en la Welsh National Opera, y después en la misma temporada cantó el rol protagónico en Le nozze di Figaro, parte con la que hizo su debut en la English National Opera en 1991. Y después llegó su “prima” en Estados Unidos como Figaro en la Ópera de Santa Fe. En 1992, debutó en el Royal Opera House, Covent Garden como Masetto en Don Giovanni, con Thomas Allen en el papel estelar y saltó a la fama cuando cantó el papel de Jochanaan en la ópera Salomé de Strauss en el Festival de Salzburgo de 1992. En 1993, grabó el rol de Wilfred Shadbolt en The Yeomen of the Guard, de Gilbert y Sullivan.
Uno de los más completos intérpretes de hoy, se ha destacado cantando comedias musicales, especialmente Sweeney Todd de Stephen Sondheim. Ha grabado varios álbumes dedicados a canciones galesas, canciones de cámara alemanas y musicales y a partir del 2000 celebra en Snowdonia el Festival de Faenol, llamado comúnmente "Brynfest", donde reúne figuras de la lírica y cantantes folk. Y también hay que señalar sus actividades solidarias y filantrópicas.
Estuvo hace muy poco en el teatro Colón de Buenos Aires, del que dijo, “que como opina Jonas Kaufmann es seguramente el que tiene mejor acústica en el mundo”.
La primera parte del concierto comenzó con el preludio de Lohengrin (Acto III), con una orquesta muy numerosa, ad hoc, que buscó un equilibrio sonoro bajo la batuta algo oscilante del maestro Caballé Domenech, que se fue centrando a medida que transcurrían el repertorio escogido, ese del que muchos se preguntaban cómo estaba organizado y a santo de qué, con qué criterios. Sin embargo el director acompañó con disponibilidad absoluta y gran sensibilidad al barítono galés.
Sin embargo, aparte de Wagner, sí podría descubrirse una coherencia temática dentro de la elección de obras después de la pausa: la tradición judía, su galaxia tan peculiar y a la vez reconocible, cercana y familiar para algunos. Entre esas presencias, Offenbach, compositor genial del II Imperio de Napoleón III, cuyo padre había sido cantor y compositor sinagogal en Centroeuropa, o, ciertamente, Jerry Bock, cuyo personaje paradigmático de “Fiddler on the roof” se encarna en la esencia ancestral judía. Por no hablar de Mackie Messer y La ópera de tres peniques” de Weill, un clásico del género, rufián, peleón y gangster irreductible y hubo un guiño elogioso a la ciudad de Madrid, al final de su "Oh, what a beatiful morning", de Rodgers y Hammerstein. Muchos de estos creadores, viajaron de la vieja Europa a Estados Unidos o tuvieron unas circunstancias vitales y profesionales por la llegada del nazismo a Alemania y otros lugares, a partir de 1933.
Toda esta información sería baldía, vana, sino sirviera para entrar en el universo Terfel, cálido, seductor profesional, con una voz que le permite escalar idiomas, dicciones prolijas y numerosos temperamentos.
No hay tiempo para recuperarse de sus tempi, de los aplausos, cuando trepa por los agudos, y desciende, desciende, hacia las profundidades de un cuerpo- el suyo - que se abre y se expande por todos sus espacios e intensidades sonoras. Porque Terfel, canta, mira y desafía con sus ojos hiperactivos, retadores, pero además actúa, arma los roles, despliega su melena pelirroja y hace que los presentes pasen a formar parte de su constelación de gestos, de emociones y de fiatos.
Recibió muchos aplausos y vítores, porque se los ganó, porque se los merece, porque es un mago. Ad multos annos, en el Teatro Real o donde vaya y que podamos compartirlo.
*Efecto apotropaico es un término antropológico para describir un fenómeno cultural que se expresa como mecanismo de defensa mágico o sobrenatural evidenciado en determinados actos, rituales, objetos o frases formularias, consistente en alejar el mal o protegerse de él, de los malos espíritus o una acción mágica maligna ...
El coliseo madrileño, define al artista galés, “como un carismático bajo-barítono, uno de los cantantes más demandados por los escenarios internacionales de ópera por el color, empuje y precisión de su voz, con un programa que muestra sus grandes capacidades vocales, desde los descomunales personajes wagnerianos a los más populares del musical americano, dotándolos de personalidad y grandeza. En las Voces del Real, Terfel está acompañado por la Orquesta Titular del Teatro Real”.
En medio de las representaciones del Idomeneo de Mozart, con la dirección de escena oportunista y pobre, morosa de un Robert Carsen abucheado desde el estreno, el 19 de febrero pasado, el recital potente, vibrante, viril y seductor de Bryn Terfel, aportó una inmensa oleada de aire fresco en el escenario del Real, cuyas localidades no estaban al completo, había huecos, pero con un público, en el patio de butacas que, algunos considerarían, y todo es opinable, elegante y escogido.
Programa
..Richard Wagner (1813-1883), Preludio al Acto III de Lohengrin
(instrumental), Los maestros cantores de Núremberg (“Was duftet doch der
Flieder”) y La Cabalgata de las valquirias (instrumental).
Pausa
… Jacques Offenbach (1819-1880), obertura de “La bella Helena”
…Arrigo Boito (1842-1918), “Son lo spirito che nega”de Mefistofeles
…Kurt Weill (1900-1950), “Die Moritat von Mackie Messer”, de La
ópera de los tres peniques
…Richard Rodgers (1902-1979) & Oscar Hammerstein (1895-1960), obertura de
Oklahoma y “Oh, what a beautiful morning”
…Alan Jay Lerner (1918-1986) & Frederick Loewe (1904-1988), “How
to handle a woman”, de Camelot
…Jerry Bock (1928-2010) & Sheldon Harnick (1924-) , “If I were a
rich man”, de El violinista en el tejado
Terfel, de 53 años, nació en Caernarfonshire, se educó en la
Guildhall School of Music and Drama y,
entre otras distinciones, es Comendador de la Orden del Imperio británico, The
Queen's Medal for Music (2006) y Knight Bachelor (2017). Al comienzo de su
carrera, amplia y diversa en roles y compositores, se dedicó a Mozart, con
Figaro y Leporello, pero expandió su repertorio a papeles más contundentes,
especialmente los del repertorio de Wagner. Además, destaca en las canciones populares y la
comedia musical. Y de las dos especialidades se disfrutó en su velada
madrileña. Hace ya muchas unas, obtuvo el segundo puesto detrás de Dmitri
Hvorostovsky (recientemente fallecido) en el Cardiff BBC Singer of the World
Competition el mismo año, sin embargo ganó el Lieder Prize.
Terfel hizo su debut operístico en 1990 como Guglielmo en Così fan tutte en la Welsh National Opera, y después en la misma temporada cantó el rol protagónico en Le nozze di Figaro, parte con la que hizo su debut en la English National Opera en 1991. Y después llegó su “prima” en Estados Unidos como Figaro en la Ópera de Santa Fe. En 1992, debutó en el Royal Opera House, Covent Garden como Masetto en Don Giovanni, con Thomas Allen en el papel estelar y saltó a la fama cuando cantó el papel de Jochanaan en la ópera Salomé de Strauss en el Festival de Salzburgo de 1992. En 1993, grabó el rol de Wilfred Shadbolt en The Yeomen of the Guard, de Gilbert y Sullivan.
Uno de los más completos intérpretes de hoy, se ha destacado cantando comedias musicales, especialmente Sweeney Todd de Stephen Sondheim. Ha grabado varios álbumes dedicados a canciones galesas, canciones de cámara alemanas y musicales y a partir del 2000 celebra en Snowdonia el Festival de Faenol, llamado comúnmente "Brynfest", donde reúne figuras de la lírica y cantantes folk. Y también hay que señalar sus actividades solidarias y filantrópicas.
En el territorio Wagner, se lo considera uno de sus mejores
exponentes, especialmente como Wolfram en Tannhäuser, Hans Sachs de Los
maestros cantores de Núremberg, Wotan en El anillo del nibelungo y El holandés
errante y de parte de ello hizo un recuerdo en el recital del Real.Otros caracteres que interpreta son Scarpia en Tosca (ópera) y Nick
Shadow en The Rake's Progress de Stravinsky. Cerró los Proms en agosto de 2008
en el Royal Albert Hall de Londres.
Estuvo hace muy poco en el teatro Colón de Buenos Aires, del que dijo, “que como opina Jonas Kaufmann es seguramente el que tiene mejor acústica en el mundo”.
La primera parte del concierto comenzó con el preludio de Lohengrin (Acto III), con una orquesta muy numerosa, ad hoc, que buscó un equilibrio sonoro bajo la batuta algo oscilante del maestro Caballé Domenech, que se fue centrando a medida que transcurrían el repertorio escogido, ese del que muchos se preguntaban cómo estaba organizado y a santo de qué, con qué criterios. Sin embargo el director acompañó con disponibilidad absoluta y gran sensibilidad al barítono galés.
Típico de los asistentes y melómanos de la geografía de la música clásica,
buscarle la organización cartesiana a decisiones o gustos, que, a veces, se
cuadran a sí mismos, en lo que se refiere a la elección de los programas que se
interpretan cada vez.
Sin embargo, aparte de Wagner, sí podría descubrirse una coherencia temática dentro de la elección de obras después de la pausa: la tradición judía, su galaxia tan peculiar y a la vez reconocible, cercana y familiar para algunos. Entre esas presencias, Offenbach, compositor genial del II Imperio de Napoleón III, cuyo padre había sido cantor y compositor sinagogal en Centroeuropa, o, ciertamente, Jerry Bock, cuyo personaje paradigmático de “Fiddler on the roof” se encarna en la esencia ancestral judía. Por no hablar de Mackie Messer y La ópera de tres peniques” de Weill, un clásico del género, rufián, peleón y gangster irreductible y hubo un guiño elogioso a la ciudad de Madrid, al final de su "Oh, what a beatiful morning", de Rodgers y Hammerstein. Muchos de estos creadores, viajaron de la vieja Europa a Estados Unidos o tuvieron unas circunstancias vitales y profesionales por la llegada del nazismo a Alemania y otros lugares, a partir de 1933.
Toda esta información sería baldía, vana, sino sirviera para entrar en el universo Terfel, cálido, seductor profesional, con una voz que le permite escalar idiomas, dicciones prolijas y numerosos temperamentos.
Su conexión musical y afectiva la establece incluso con los públicos
más hoscos y distantes, porque los envuelve, los engatusa, y sobre todo, los
hace formar parte de lo que él mismo fabrica, ese espectáculo fantástico, entre
el music-hall y el Walhalla, entre el cabaret y las canciones tradicionales de
su infancia, en lengua galesa. De la familia del gaélico, que se habla en
Irlanda o en Escocia.
Su voz es portentosa (independientemente de su edad, lo que haya
sido o lo que pueda seguir siendo, ¡qué agobio, siempre con el mismo tipo de
comentario redundante!). Hoy y aquí convence, incluso de lejos, a los seguidores
de un Nicolai Ghiaurov o a un Ramey, cuando enarbola su Mefistofele socarrón y
resabiado, que acompaña con silbidos de chico de campo, de familia ancestral de
granjeros.
Su Mackie Messer, Mackie Navaja, fue proverbial, así como la de
Tevye, del Violinista, con sus recitativos, pobre de solemnidad, cinco hijas
casaderas y los pogroms zaristas que arrojaban a los judíos de sus pueblos. Una
obra maestra del escritor Sholem Aleijem, poco frecuentado en estos lares.
No hay tiempo para recuperarse de sus tempi, de los aplausos, cuando trepa por los agudos, y desciende, desciende, hacia las profundidades de un cuerpo- el suyo - que se abre y se expande por todos sus espacios e intensidades sonoras. Porque Terfel, canta, mira y desafía con sus ojos hiperactivos, retadores, pero además actúa, arma los roles, despliega su melena pelirroja y hace que los presentes pasen a formar parte de su constelación de gestos, de emociones y de fiatos.
Recibió muchos aplausos y vítores, porque se los ganó, porque se los merece, porque es un mago. Ad multos annos, en el Teatro Real o donde vaya y que podamos compartirlo.
Alicia Perris
*Efecto apotropaico es un término antropológico para describir un fenómeno cultural que se expresa como mecanismo de defensa mágico o sobrenatural evidenciado en determinados actos, rituales, objetos o frases formularias, consistente en alejar el mal o protegerse de él, de los malos espíritus o una acción mágica maligna ...
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