'Una Odisea', de
Daniel Mendelsohn, interesará tanto a los que ya sepan qué significa la palabra
griega 'nostos' como a los que piensen que Homero es uno de los Simpson
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
Réplica del caballo
de Troya en el sitio arqueológio de la ciudad, en la actual Turquía. ELENA
ODAREEVA
Uno de los pasajes
más tristes de la historia de la literatura tiene lugar en el canto XI de la
Odisea, cuando Ulises viaja al inframundo y se encuentra por sorpresa con
Anticlea, su madre. No sabía que había muerto. Llevaba dos décadas sin noticias
de su familia: diez años en la guerra de Troya y otros tantos tratando de
volver a Ítaca. El comentario de ese episodio es, a su vez, uno de los grandes
momentos de Una odisea: un padre, un hijo, una epopeya, el libro de Daniel
Mendelsohn que Seix Barral acaba de publicar en traducción de Ramón
Buenaventura. Filólogo clásico y crítico literario, Mendelsohn relata en 400
páginas fulgurantes la peripecia de leer a Homero en un seminario al que acude
una docena de estudiantes de griego y un oyente particular: su propio padre, un
matemático jubilado poco amigo de las efusiones sentimentales y al que Ulises
no le cae especialmente bien.
A la tirante
historia familiar y al fascinante comentario de texto se les suma el crucero
por el Mediterráneo que padre e hijo emprenden al terminar el curso. Una odisea
es, claro, una odisea casera –proemio y anagnórisis incluidos- al tiempo que un
canto a las humanidades en tiempos de pragmatismo rampante y al análisis
riguroso en tiempos de subjetivismo ramplón. Cuando los alumnos le plantean una
interpretación heterodoxa -¿y si Ulises se inventa su aventura con Circe?- el
profesor recurre a una de sus maestras, Jenny Strauss Clay, que resuelve la
duda con la herramienta más vieja de la filología: la lectura atenta.
Además de una
introducción al poema homérico que interesará tanto a los que ya sepan qué
significa nostos (regreso a casa) como a los que piensen que Homero es uno de
los Simpson, el libro de Mendelsohn está lleno de historias que darían para un
tomo entero. Así, de su mentora apenas apunta que ha tenido “una vida de
viajes”, pero podría haber contado más. Jenny Strauss Clay nació en Egipto en
1942, adonde habían viajado sus padres huyendo de los nazis. Su madre murió en
el parto, su padre se suicidó y ella fue adoptada por su tío, Leo Strauss, uno
de los grandes de la filosofía política, exiliado en EEUU. Cuando en los años
posteriores al 11-S su obra se convirtió en coartada para los neocon, su hija
publicó un artículo en el New York Times tratando de desligar a su padre –que
llevaba 30 años muerto- de la Administración Bush a la vez que reivindicaba su
pasión por los clásicos, es decir, su herencia.
https://elpais.com/cultura/2019/02/26/actualidad/1551208061_025714.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario