Lise Davidsen, Soprano. Leif Ove Andsnes, pianista. Obras (canciones y lieder) de Edvard Grieg, Richard Strauss y Richard Wagner. 8 de enero de 2022
Programa
Edvar Grieg
Op. 48. (Duración: 9,30´)
1. Gruß
2. Dereinst Gedanke mein
3. Lauf der Welt
4. Die verschwiegene Nachtigall
5. Zur Rosenzeit
6. Ein Traum
Op. 67 – Haugtussa (Duración: 25´)
1. Det Syng
2. Veslemøy
3. Blåbærli
4. Møte
5. Elsk
6. Killingdans
7. Vond Dag
8. Ved Gjætle-Bekken
Pausa
Strauss
Op. 27
1. Ruhe, meine Seele (Duración: 3,30')
2. Cacilie (Duración: 2,20')
4. Morgen (Duración: 4´)
Op. 39
No. 4 Befreit 5,20´
Wagner
Wesendonck Lieder (Duración: 22')
Der Engel
Stehe still!
Im Treibhaus
Schmerzen
Träume
Pudo resarcirse el coliseo madrileño de su cluster pandémico
reciente, que lo obligó a cancelar una Bohème y a reemplazar parte de uno de
los elencos para completar las dos últimas funciones. Había permanecido invicto
durante la pandemia y florecido y ufano, mientras otras salas de concierto, las
ciudades de medio planeta y muchos artistas, tuvieron que replegarse a casa o a
los estudios de grabación, más seguros y recomendables en esos momentos.
El fuego del covid incendió en la ópera de Puccini a varios participantes de la obra, y es de desear que sus protagonistas, entre los que destacaban Ermonela Jaho y Michael Fabiano se encuentren ya restablecidos.
Sin embargo, solo se decidió por parte de las autoridades competentes
españolas el uso de la mascarilla en exteriores también, mientras que se siguen
manteniendo los aforos completos, lejos ya el espaciamiento obligado anterior
que se disfrutó en su día por estas
tierras. Fuera la pandemia en su sexta ola con ómicron, dentro, no hay
separación en los asientos, a menudo, las mascarillas instaladas a medias.
Por esta razón, el concierto del 8 de enero con dos artistas
frescos y sanos, agitó la platea mayoritariamente (no había lleno) con un
viento salubre y refrescante. Efectivamente, precioso el recital de una soprano
dramática, Lise Davidsen, según los
especialistas franceses de Ôlyrix, con una trayectoria importante y un futuro
prometedor abierto a su talento.
Graduada en la Academia de Ópera de Copenhague, esta soprano
noruega estudió con Susanna Elken y se graduó en la Academia de Música Grieg de
Bergen antes de ganar en 2015 el primer premio en los concursos internacionales
Operalia y Reina Sonia de Noruega. Ha interpretado Sieglinde de Die Walküre en
la Deutsche Oper de Berlín, Leonore de Fidelio en la Royal Opera House de
Londres, Agathe de Der Freischütz en la Opernhaus de Zúrich, Santuzza de
Cavalleria rusticana y Sancta Susanna en la Real Ópera de Oslo, Isabella de Das
Liebesverbot en el Teatro Colón de Buenos Aires y los roles titulares de Jenůfa
en el Concertgebouw de Ámsterdam, de Medea en el Festival de Wexford y de
Ariadne auf Naxos en la Staatsoper de Viena.
Se ha presentado además en los festivales de Glyndebourne y Aix-en
Provence. Y hay más actuaciones, lugares y salas que ha frecuentado con
eficiencia, que sería larguísimo enumerar al completo.
La velada se abrió con dos ciclos de su compatriota Grieg, el “op.
48” (en idioma alemán, que maneja con soltura, como su lengua materna, el
noruego), con seis canciones y el “op. 67” (“Haugtussa”), con ocho.
Un repertorio poco conocido y ejecutado en España (el de Grieg
especialmente), que a menudo se deja mecer por la música italiana, francesa, la
zarzuela y relega a los compositores alemanes a lo que se encuadra, tal vez, en
una música “más seria” e incluso, “más difícil, menos abordable”.
Se sucedieron del op. 481. Gruß, Dereinst Gedanke mein, Lauf der Welt, Die verschwiegene Nachtigall, Zur Rosenzeit y finalmente, Ein Traum. Paleta de colores y un manantial emocional en diferentes texturas sonoras, provenientes de una voz joven, con excelente y cuidada técnica, amplio fiato y una bonita línea de canto.
Expresiva, que comunica, que se esmera en cada entrega, guarnecida
por dos vestidos diferentes, sobrios, oscuros pero con mucha luz (destacable el
burdeos, chic y helenizante, una túnica, como el otro) con algunos brillos,
aquí y allá, pendientes y el cabello recogido en un moño, lo que le prestaba la
magnificencia de una presencia imponente (wagneriana la cantante en medios,
estatura e imagen en el palcoscenico) unida a unas prestaciones vocales de
campanillas.
En esa línea estuvieron los números del op.67, estos en noruego,
con un pianista, Leif Ove Andsnes
diligente, cómplice, atento, que, aunque velaba por mantener un corpus
homogéneo en línea con la cantante, no abandonaba su propio desarrollo como
intérprete avezado y genuino, con buena posición, relajado y una ejecución
donde no se perdía ni una nota.
Andsnes, nacido en Karmøy, estudió en el Conservatorio de Bergen.
Asiduo de las salas de conciertos más importantes del mundo, desarrolla
actualmente el proyecto Mozart Momentum 1785/86 con la Mahler Chamber
Orchestra. Profusamente galardonado, es el primer artista escandinavo en ser
responsable de un ciclo Perspectives en el Carnegie Hall, también es residente
de la Filarmónica de Berlín y la Filarmónica de Nueva York y protagonista de un
ciclo Artist Portrait Series en la Orquesta Sinfónica de Londres.
Después de la pausa, se abrió paso el lied alemán de Strauss , el
op.27 y el op. 39, donde continuó brillando la habilidad, la generosidad en la
comunicación del canto, la musicalidad de Davidsen.
Se cerró la velada con Wagner, en unos lieder muy transitados.
Según las enciclopedias más consultadas en la actualidad,” los Wesendonck
Lieder (Canciones de Mathilde Wesendonck), de Richard Wagner, conforman un
ciclo de cinco canciones para voz femenina con acompañamiento de piano
(posteriormente orquestado por Felix Mottl) compuesto por el compositor alemán
sobre cinco poemas de Mathilde Wesendonck, esposa del banquero y mecenas Otto
Wesendonck.
Enamorado platónicamente de Mathilde, Wagner usó dos de las canciones
- Im Treibhaus y Träume - como bocetos (o estudios) para escenas del segundo y
tercer acto de su ópera o drama musical Tristan und Isolde. Wagner componía al
mismo tiempo el fogoso primer acto de La Valquiria. La orquestación de Mottl es
la usada habitualmente y son interpretadas por soprano o mezzosopranos, muy
ocasionalmente por tenor (Lauritz Melchior grabó la cuarta y quinta y René
Kollo el ciclo) y en alguna oportunidad por barítono (Matthias Görne). En 2011,
Jonas Kaufmann graba el ciclo completo dirigido por Donald Runnicles en Berlín.
En 1976, el compositor Hans Werner Henze realizó otra orquestación de cámara”.
Hubo muchos aplausos, merecidos, pero pudieron ser aún más
elocuentes y entregados. Y tres “encore”, uno de Strauss, y regreso a Grieg, con dos canciones, para
terminar un recital que augura una continuidad de éxitos, para la soprano y, en
este caso, su rendido pianista.
Alicia Perris
Fotos, Javier del
Real
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