El olvidado conflicto afgano, que
ha vivido su año más sangriento durante este 2015, deja cientos de miles de
refugiados escapando del neolítico ideológico al que los talibán y el
autodenominado Estado Islámico someten a su población
Los más afectados, la etnia hazara,
procede de los indómitos mongoles del imperio de Genghis Khan, derrotados 800
años después por un totalitarismo medieval que los considera herejes.
ALBERTO ROJAS
Al amanecer lo lejos, en la tierra de nadie entre Macedonia y Croacia, se
ve una nube de polvo producida por miles de botas humanas, maletas arrastradas,
alguna silla de ruedas, muletas, carritos de bebé. Es el polvo de la derrota.
La legión de condenados procedente de la
geografía de la guerra, de varias guerras, llega a los Balcanes. ¿De dónde eres? Venimos de
Yarmouk, de Kobane, de Mosul. No les importa parar, aunque lleven el
equivalente de su peso en la mochila, para meter su vida en una cápsula informativa
de un minuto y compartirla contigo. Venimos de Alepo, de Raqqa, de Homs. Familias con varios hijos, ancianos,
jóvenes desertores del ejército de Asad que se niegan a morir por el tirano. Venimos
de Hama, de Kabul, de Kandahar.
Una familia de refugiados afganos, de etnia hazara,
descansan en la tierra de nadie entre Macedonia y Serbia. FOTO / ALBERTO DI LOLLI
Entre ellos destacan un par de hermanas de estética gótica, piercing y
tatuajes heavys incluidos, llegadas de Damasco. Un sirio con dos heridas de
bala mal curadas en la pierna, que enseña como si fueran un salvoconducto y un gran grupo de afganos con los ojos
achinados, de aspecto mongol. Son refugiados hazaras, una de las
minorías más perseguidas del mundo. El mayor porcentaje de afganos llegados a
Europa pertenece a esta etnia.
El origen de su presencia en Afganistán se sitúa en el siglo XIII. El
emperador mongol Genghis Khan dejó un ejército de 1.000 soldados en la zona
central del país para defender el territorio. Estos que huyen ahora son los
descendientes de aquellos irreductibles, vencidos al fin no sólo por los
talibán, sino por el Estado Islámico, que ha abierto franquicia en el país
afgano. De una población que hoy ronda el 24% del país, los yihadistas están expulsando a un buen
porcentaje de ellos hacia Europa o Rusia.
"Nos están echando de nuestras tierras poco a poco. El Estado Islámico
ha decidido masacrar a nuestro pueblo. Somos herejes para ellos", dice
Hamid, un joven hazara vestido con una camisa blanca impoluta pese al viaje que
llevan encima. La minoría hazara
es mayoritariamente musulmana chií, la secta contra la que luchan los
yihadistas dentro de la antigua guerra civil que reverdece en la
actualidad en el Islám.
"Nuestras posibilidades de superviviencia se han reducido a la nada. Y socialmente Afganistán no ofrece
ninguna opción", dice su hermano Ragmad. Ambos viajan a Alemania
con muy poco dinero en los bolsillos. Al menos saben hablar algo de inglés
además de su idioma natal, el dari. Y ambos han estudiado informática en la
universidad de Kabul.
Cuando llegan a la siguiente frontera, en Sid, los policías croatas superan
a los serbios en indiferencia y malos modos. Varias familias hazara, cargados con grandes bultos intentan subir
a los trenes. Los niños pequeños no alcanzan al estribo del vagón y
una niña cae. Los agentes la miran, pero no hacen ademán de ayudarla. Tan sólo
uno, que tiene que cruzarse media estación, hace el esfuerzo de ayudarles a
subir sus maletas, bromear con los pequeños y acomodarlos dentro. Sus
compañeros se ríen de él a carcajadas.
La ascendencia hazara de la sangre de Genghis Khan está demostrada por
estudios genéticos. Se han identificado un linaje particular en los cromosomas
Y de las personas de ascendencia mongola (llamado cromosoma de Genghis Khan). Este cromosoma con esa
información es está ausente fuera de los límites del imperio mongol, excepto
entre los pueblos hazara, sobre todo en el área de Bamiyán, donde este ADN
alcanza la misma frecuencia que en Mongolia.
Este año el pueblo hazara, legendarios comerciantes en la ruta de la seda,
ha sufrido una campaña de secuestros en la carretera de Zabul, en la provincia
sur de Afganistán. En la toma de rehenes más masiva, los yihadistas pararon los vehículos y separaron a los hazara del
resto de la población. Algunos de ellos fueron liberados después del
pago de rescates pero siete de ellos fueron decapitados, incluyendo una niña de
nueve años.
Este 2015 acabará como el año con más víctimas civiles desde que comenzó el
conflicto de Afganistán, si es que alguna vez el país conoció la paz. Con las
tropas internacionales en retirada, los muyahidín tienen vía libre para avanzar
sobre un Ejército afgano incapaz de mantener sus feudos.
La ruta que usan los hazara para llegar a Europa es la misma que utilizan
los narcotraficantes afganos para introducir la droga. El valor total de la heroína y el opio que
venden dentro de nuestras fronteras supera los 28 millones de dólares.
Sus principales mercados (Francia, Reino Unido, Alemania e Italia) reciben su
cargamento por el paso de los Balcanes.
No es fácil ser refugiado, pero es más difícil serlo si eres un hazara
afgano. Apenas llevan dinero, duermen al raso y sólo pueden pagar el paso del
Egeo los días de temporal, cuando los traficantes bajan los precios. Una temeridad hasta para los hijos de
Genghis Khan.
http://www.elmundo.es/internacional/2015/12/03/565f5e03e2704e7b4b8b463d.html
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