miércoles, 31 de agosto de 2016

NO SOLO SE HEREDA EL LINAJE

Una de las grandes promesas del capitalismo, que cualquiera puede hacerse rico sin importar su apellido, se ha cumplido solo en parte


MAURIZIO FRANZINI 
Les cuento esto para explicarles que mi vida es como la de la mayoría de los plutócratas. Tengo una amplia perspectiva del capitalismo y los negocios, y se me ha recompensado escandalosamente por ello... Pero seamos sinceros: no soy la persona más inteligente que hayan conocido jamás. Desde luego, no soy la más trabajadora. Fui un estudiante mediocre, no soy nada técnico, no sé escribir ni una palabra de código de programación. La verdad es que mi éxito es consecuencia de una suerte espectacular, de la familia donde nací, de las circunstancias y de la oportunidad”.
Estas palabras las pronunciaba un emprendedor estadounidense y multimillonario, Nick Hanauer, durante una charla TED de hace unos dos años. Lo que Hanauer afirmaba, de hecho, es que las condiciones necesarias para que se haga realidad el sueño americano no se daban en su caso, y que lo que le había permitido amasar su asombrosa fortuna habían sido una serie de factores que, en ninguno de los casos, eran mérito suyo. Por decirlo de forma simple: las causas fueron su linaje y su suerte más que su esfuerzo. Es lo opuesto a la metáfora delsueño americano, según la cual se puede llegar a lo más alto del escalafón económico independientemente de la familia en la que se haya nacido. Sin embargo, Hanauer podría ser una excepción, y varias historias opuestas, de personas que triunfaron a pesar de sus orígenes humildes, parecen respaldar esta posibilidad. Para ir más allá de las anécdotas aisladas y contrapuestas, tenemos que fijarnos en las estadísticas y los datos, que ayudan a detectar la norma, aunque por supuesto esta admita excepciones.
Los datos nos dicen que, en Estados Unidos, la familia donde se nace tiene mucha importancia: los hijos de los más ricos tienen una altísima probabilidad de ser los más ricos (en cuanto a ingresos) de su generación y, a la inversa, los hijos de los pobres tienen una probabilidad muy alta de ser los más pobres de su generación. En otras palabras, la movilidad socioeconómica es baja o, empleando una jerga más técnica, la desigualdad se transmite en gran medida de una generación a la siguiente. Estados Unidos no es el único país avanzado en el que se da esta situación. La transmisión intergeneracional de la desigualdad también es muy elevada en Reino Unido e Italia; alcanza valores medios-altos en Suiza, España y Francia, y valores medios en Japón y Alemania. En Dinamarca, Noruega y Finlandia, los valores son muy bajos.
Entre los mecanismos responsables de este fenómeno, el primero que acude a la mente es probablemente la riqueza. La riqueza heredada es sin duda importante, y más aún en las últimas décadas, como ha demostrado Piketty en su popular libro El capital en el siglo XXI. Sin embargo, los datos que he mencionado antes se refieren a los ingresos obtenidos por los hijos e hijas en el mercado laboral, no a su riqueza ni a las rentas que esta produce. Por ejemplo, en el Reino Unido, EE UU e Italia, cerca del 50% de las diferencias en los ingresos laborales de dos hijos de diferentes familias se explica por la diferencia de rentas de sus padres.
Deben de intervenir otros factores, es decir, que los padres transmiten a los hijos no solo riqueza material, sino también algo que influye sobre los ingresos que obtienen en el mercado laboral. Según muchos economistas, ese algo es la formación. Es cierto que, en todos los países, la correlación entre la educación de los padres y la de los hijos o hijas es muy elevada (lo cual significa que las oportunidades no son iguales para todos) y, además, la educación —lo que los economistas suelen denominar capital humano — garantiza rentas del trabajo más elevadas.
Los ricos de Florencia son los mismos ahora que hace 600 años, según un estudio del Banco de Italia
Pero, al menos en algunos países, no todo se reduce a eso. Parece que las familias transfieren a sus hijos algo más que tiene importancia en el mercado laboral, aparte de la educación. Según nuestra investigación (Franzini M., Raitano M., Vona F., The Channels of Intergenerational Transmission of Inequality: A Cross-Country ComparisonRivista Italiana degli Economisti), en países como Italia, España y Reino Unido, hay una parte considerable de la influencia económica de las familias en sus hijos e hijas que no se explica mediante la educación. Los canales de influencia aparte de la educación son numerosos y pueden variar de un país a otro. Los datos que hemos recopilado dan a entender que en Italia y en España, en concreto, una vía importante podría ser la red de contactos; es decir, el conjunto de conexiones sociales del que forma parte la familia se traduce en una ventaja económica en el mercado laboral. La consecuencia es que los hijos de padres ricos ganan más de media, porque están más formados y también porque, gracias a los contactos sociales, sus ingresos son superiores incluso cuando no están mejor formados. De todas las ventajas que puede transmitir la familia, es probable que las derivadas de los contactos sociales sean las menos aceptables.


El cambista y su mujer Marinus van Reymerswaele ( 1539 Museo Nacional del Prado).
Me he referido hasta ahora a dos generaciones solamente. Lo cierto es que casi todos los estudios en este campo se centran en dos generaciones sucesivas, no en cadenas intergeneracionales más largas. La razón es fácil de explicar: la falta de datos fiables que abarquen varias generaciones. Entre los investigadores que trabajan con dos generaciones sucesivas, una premisa generalizada era que las ventajas debidas a los orígenes familiares desaparecen en unas cuantas generaciones, es decir, que los bisabuelos no tendrían ninguna influencia sobre el éxito de sus bisnietos. A lo largo de los últimos años, se han llevado a cabo algunos intentos de calcular directamente la persistencia de las ventajas debidas al origen familiar a lo largo de varias generaciones partiendo de los pocos datos de que se dispone. G. Barone y S. Mocetti son los autores de uno de ellos (Movilidad intergeneracional a muy largo plazo: Florencia 1427-2011Working Papers, Banca d’Italia, 2016). Se centran en la ciudad italiana de Florencia y utilizan datos de los contribuyentes de 1427, a los que se ha podido acceder hace poco. Barone y Mocetti comparan estos datos con los correspondientes de 2011, sobre la base de los apellidos. Lo que han hallado es que la mayoría de los que tenían rentas más altas en el siglo XV siguen teniéndolas en la actualidad. A pesar de que haya que tomarlo con cautela, por el riesgo de que un mismo apellido no corresponda a la misma familia, el resultado es sorprendente: pone de manifiesto que la desigualdad puede transmitirse a lo largo de varias generaciones. También debido a este hecho —aunque no solo por esto— es un problema tan grave.
Para que puedan apreciar su gravedad, les recuerdo que quizás la principal promesa de los mercados y el capitalismo, cuando surgieron, era que servirían para que las fortunas individuales no dependiesen de los orígenes familiares, como antiguamente. Los datos y las investigaciones actuales nos dicen que, en el mejor de los casos, esa promesa solamente se ha cumplido en parte.
Maurizio Franzini es profesor de Política Económica de la Universidad de Roma-La Sapienza.

http://economia.elpais.com/economia/2016/08/19/actualidad/1471621151_810844.html

CATHERINE, THE GREATEST. SELFPOLISHED DIAMOND OF THE HERMITAGE. THE LAST WOMAN TO RULE RUSSIA

‘Here lies Catherine the Great born in Stettin on 21 April 1729. In the year 1744, she went to Russia to marry Peter III. At the age of fourteen, she made the threefold resolution to please her husband, Elizabeth and the nation. She stopped at nothing to achieve this. Eighteen years of boredom and loneliness gave her the opportunity to read many books of all sorts. When she came to the throne of Russia, she wished to do what was good for her country and tried to bring happiness, liberty and prosperity to her subjects. She forgave easily and hated no one. She was good-natured, easy-going, cheerful, and had a republican spirit and a good heart. She made friends, took pleasure in her work, loved art and was sociable by nature.’
The empress wrote this mock epitaph for herself shortly before her sixtieth birthday.
In her day, Catherine was considered a great authority. The French writer and philosopher Voltaire, who corresponded with her, called her ‘the shining star of the North’. The French ambassador, the Comte de Ségur, spoke of her exceptional talents, her keen intellect, her greatness and her charm. She was intelligent and energetic, possessed subtle insight into human nature and knew how to win people over to her side. She surrounded herself with devoted and talented individuals and used their gifts for the good of the state. But her contemporaries also saw the dark side of her personality. Emperor Joseph II, the ruler of Austria, once wrote, ‘Vanity is her idol; success and flattery have spoiled her.’ The French Baron Corberon added, ‘Catherine is a hypocrite without equal! She is pious, gentle, proud, majestic, kind – but deep in her heart, she is true to herself alone and pursues only her own interests, resorting to any means necessary to achieve them.’
Sophia Auguste Frederika van Anhalt-Zerbst, the daughter of a German princeling, became – in defiance of all logic – the Empress of Russia and Europe's most powerful ruler. Catherine had no official claim to the throne, yet she held sway over the vast Russian Empire for more than thirty-five years, from 1762 to 1796. Her reign was undeniably a time of stability, an period of national power and glory and a golden age in the history of the Russian court. Like Peter I, she acquired the title 'the Great' during her lifetime.


Her childhood

Sophia was born in a merchant’s house in Stettin on 21 April 1729, to Prince Christian August of Anhalt-Zerbst and Princess Johanna Elisabeth of Holstein-Gottorp. She had a younger brother, Wilhelm Christian, and a younger sister, Elisabeth. Sophia was an inquisitive and very energetic child. She soon proved to be a born leader, taking control of her afternoon games with neighbour children. Her governess, Babet Cardel, taught her French and exposed her to the work of Corneille, Racine and Molière. As a child, she was dominated by her strict mother, who regarded Sophia as a proud, rebellious girl to be forced into submission and married off to a suitable husband. Sophia’s mother saw her eldest daughter as ugly and impertinent, and favoured her son, giving him preferential treatment. At the age of ten, Sophia was introduced to Karl Peter Ulrich of Holstein-Gottorp, a distant cousin. The two of them seemed made for each other; years later, they were married.

Art and propaganda

Catherine was seriously involved in architectural projects and in collecting art – at first, mainly paintings. Her first major purchase, in 1764, was of 317 paintings from the collection of the rich Berlin merchant and businessman Johann Ernst Gotzkowsky. She snatched away these paintings from Frederick the Great, who had been the intended buyer but could not pay for them at that time. Catherine’s purchase was the first step towards the foundation of the Hermitage.
From 1766 onwards, she regularly bought large collections of art works with the help of expert advisors such as her representatives in Europe – Count Alexander Stroganov, Count Ivan Shuvalov and Prince Dmitry Golitsyn – and her foreign friends Friedrich Melchior von Grimm and Denis Diderot. She purchased works by all the great painters of the day and of earlier periods. The exhibition includes works that she acquired by Reni, Pittoni, Van Dyck, Teniers the Younger, Greuze and Mengs. Not all her purchases made it into the Hermitage. In a tragic incident in 1771, paintings she had bought from the Braamcamp collection were lost in a shipwreck of the coast on Finland. These included works by Brueghel, Ter Borch and Steen. Catherine's greatest personal passion was collecting cameos. By 1794, she owned more than 10,000 of them. A few dozen remarkable examples are included in the exhibition. During Catherine’s reign, St Petersburg became a stately city, and the opulent baroque style made way for the dignified restraint of classicism. Palaces, churches and government buildings popped up everywhere, and intellectual life flourished. In 1783, the Russian Academy was founded in St Petersburg as a centre of Russian linguistics. The Academy’s first president was a woman, Princess Ekaterina Dashkova, Catherine’s long-time ally. That same year saw the construction of the Bolshoy or Great Theatre, later subsumed into the Mariinsky Theatre. Catherine closely monitored the activities of many educational institutions, regarding the Academy of Sciences and the Academy of Fine Arts founded under Elizabeth as critical to the evolution of Russian culture. 
During her reign, art became a powerful tool for political propaganda. The successes of her foreign policies found full expression in the work of the great artists of her day, as did another theme close to Catherine's heart: her status as the successor to Peter the Great. She expected works of art not only to glorify her reign, but also to create an image of her as an enlightened monarch and the ruler of one of Europe's most powerful states.


Her favourites

Favouritism was not limited to the Russian court. In that respect, Catherine was a child of her time. Despite the many legends, Catherine did not have that many favourite men in her life. Most of them played a pivotal role, both private and politically.
Her great favourite was Grigory Potemkin, for whom she always had the greatest affection and respect, even after their relationship ended. Potemkin was a leading statesman. As commander-in-chief, he led the Russian military to great victory over Turkey and pushed the country’s borders further south. He was one of the few people Catherine fully trusted and who really supported her. Potemkin’s death in 1791 was a great blow for Catherine. ‘From now on, the burden of government is solely on my shoulders’.
In the 1790s, Catherine's health went into decline; she became corpulent and short of breath and had difficulty walking, but still worked hard. She usually spent the summer in her beloved residence of Tsarskoye Selo, often strolling through the palace park with her favourite dogs. She dressed very simply. The French painter Louise Élisabeth Vigée-Le Brun had this memory of the empress a year before she died: ‘I was at first extremely surprised to find her short; I had imagined her a great height – something like her renown. She was very stout, but still had a handsome face, which her white hair framed to perfection. Genius seemed to have its seat on her broad, high forehead. Her eyes were soft and small, her nose was quite Greek, her complexion lively, and her features very mobile. Catherine, the Greatest died of a stroke in November 1796 at the age of 67.

https://www.hermitage.nl/en/tentoonstellingen/catherine_the_great/backgroundstory.htm

ELIOGABALO. PALAIS GARNIER - DU 14 SEPTEMBRE AU 15 OCTOBRE 2016

Direction musicale
Mise en scène
Collaboration artistique
Chorégraphie
Maud Le Pladec
Eliogabalo
Alessandro Cesare
Flavia Gemmira
Giuliano Gordio
Anicia Eritea
Atilia Macrina
Zotico
Lenia
Nerbulone, Tiferne
Décors
Thibaut Fack
Costumes
Gareth Pugh
Lumières
Antoine Travert
Dramaturgie
Corinne Meyniel
Chef des Choeurs
Thibault Lenaerts


« Eliogabalo est langoureux, efféminé, libidineux, lascif ; regarde, observe, que le ciel te protège. »  
Lenia, Acte I, scène 11
Violents, terribles et fascinants, Caligula, Néron ou Héliogabale ont eu des vies dont la brièveté, l’ambivalence et la cruauté ont inspiré de nombreux écrivains. « L'anarchie, au point où Héliogabale la pousse, c’est de la poésie réalisée », écrivait Antonin Artaud, magnifiant la lutte d’un homme contre les conventions et l’ordre d’un monde. En 1667, Cavalli avait, pour le dernier opéra qu'on lui connaisse, choisi de s’attacher à cet empereur, si jeune et si pervers, qui délaissa l’action politique pour l’inquiétude de sa seule jouissance. Opérant un systématique renversement des valeurs admises, Héliogabale habille les hommes en femmes et place les femmes au sénat, honore les serviteurs dévoyés et humilie les généraux. Œuvre baroque et carnavalesque, Eliogabalo n’est pas pour autant un opéra qui prône le retour à l’ordre. Thomas Jolly et Leonardo GarcÍa Alarcón, découvreur de trésors baroques, se gardent bien de faire d’Eliogabalo une icône sublime qui humilierait la vertu. Le chef d’orchestre et le jeune metteur en scène, qui montent ici leur première production pour l’Opéra de Paris, assument au contraire les contradictions et les ambiguïtés du personnage.

https://www.operadeparis.fr/saison-16-17/opera/eliogabalo

martes, 30 de agosto de 2016

SIGNÉ HERGÉ. GRAND PALAIS PARIS


Pour vous faire patienter avant l'ouverture de l'exposition hergé le 28 septembre prochain au grand palais, découvrez les "fun facts hergé". les petites histoires du grand dessinateur à l'ombre de son personnage,tintin.







Fun Fact Hergé n°1 : Signé Hergé
Né le 22 mai 1907, à Etterbeek en Belgique, Georges Remi dit Hergé commence à dessiner dès son plus jeune âge.
Tout d'abord, l'autodidacte croque dans ses cahiers de classe, ensuite pour la revue scoute de son école, Jamais assez et à partir de 1923 pour le mensuel belge, Le Boy-Scout belge.


Durant la Première Guerre mondiale, Georges Remi esquisse son premier personnage, un jeune garçon jouant des tours à l'occupant allemand. Dans la même veine et pour le Boy-Scout, le Bruxellois dessine dès 1926 les péripéties de Totor, un chef de patrouilles des Hannetons, préfigurant les aventures de Tintin.
À cette époque, Georges Remi a pour habitude de signer ses dessins RG, ses initiales, avec le temps prendront la forme du pseudonyme Hergé.


http://www.grandpalais.fr/fr/article/herge-toute-lexpo

STRESA FESTIVAL 2016. GALLIANO E CAMERATA DUCALE E CARLO BOCCADORO

 GALLIANO E CAMERATA DUCALE
Isola Madre, Loggia del Cashmere 27 agosto
JOHANN SEBASTIAN BACH, Concerto in do min. per oboe, violino, archi e basso continuo BWV 1060
RICHARD GALLIANO, Opale, Concerto per fisarmonica e orchestra d’archi
CARLOS GARDEL, Por una cabeza, per violino e archi
RICHARD GALLIANO, Melodicelli, per fisarmonica e archi
ANTONIO VIVALDI, Concerto in sol min. «L’Estate»,  per violino e archi RV 315
ASTOR PIAZZOLLA, Aria & Libertango; Oblivion, per fisarmonica e archi
RICHARD GALLIANO, Tango pour Claude, per fisarmonica e archi; La Valse a Margaux, per fisarmonica e archi

Nel giardino prospiciente la Loggia di Palazzo Borromeo all’Isola Madre si è assistito alla costruzione di un ponte tra l’emozione conosciuta e l’emozione nuova che sorge dalla rivisitazione. Bach e Vivaldi incontrano la fisarmonica di Galliano e le sue riscritture che illuminano di rinnovata luce e brillantezza contemporanea interrotta dai  lampi e bagliori dei ritmi  argentini e di tradizione.
L’ensemble, quello della Camerata Ducale, è diretto da Guido Rimonda che si è esibito con il pregevole Stradivari del 1721 appartenuto a  Jean-Marie Leclair  al cui proposito si narra una storia avventurosa e misteriosa che culmina con la sua morte per assassinio nel 1764; il cadavere di Leclair venne scoperto solamente due mesi dopo la morte e il corpo, ormai in via di decomposizione, lasciò una macchia nerastra della mano che ancora oggi è visibile sullo strumento. Le violon noir, passato di proprietario in proprietario, è approdato a Guido Rimonda che lo suona ormai da anni in concerto. Questo violon ha un suono dolce e corposo da cui Rimonda trae voci e colori preziosi.
Galliano e Rimonda, insieme alla Camerata Ducale, hanno colto e proposto una nuova idea di musica classica riscritta con tempi e ritmi di celebri ballabili conosciuti alla tradizione popolare, rendendo lieve e gradevole l’ascolto.
La location di forte suggestione architettonica e paesaggistica ha compiuto l’opera di coinvolgimento emotivo attraverso una esperienza multisensoriale; l’aver proposto l‘Estate’ di Vivaldi nella riscrittura di Galliano che acuisce l’alternarsi di ritmi lenti ed accelerati è stato forse un involontario, ma efficace fil rouge con il concerto Jazz della Gambarini che aveva interpretato l’estate di Bruno Martino
Concerto ‘tutto esaurito’ grazie ad un pubblico entusiasta.
La Musica vince sempre.

Renzo Bellardone 


CARLO BOCCADORO, Oltre la porta
Libretto di Cecilia Ligorio
Prima assoluta – commissione Stresa Festival per i 400 anni dalla morte di W. Shakespeare

Delle Three Songs  vale la pena di evidenziare la seconda dove vive ‘la Tempesta’ e la terza che alleggerisce l’atmosfera ( per tutti, meno che per i mariti traditi) raccontando infatti del cucù sia con i suoni che ne simulano il verso, sia per il significato sottinteso circa i mariti traditi. Interessante e vivace la direzione di Boccadoro e del trio flauto, clarinetto, viola su cui si è innesata la calda voce del mezzosoprano Gabriella Sborgi.
Dopo questa introduzione è giunto l’atteso momento di ascoltare in prima assoluta la ‘commissione 2016’ dello Stresa Festival, ovvero ‘Oltre la porta’ con i testi essenziali e modernamente efficaci di Cecilia Ligorio su scrittura musicale di Carlo Boccadoro, noto compositore ed artista ad ampio raggio.
La musica ben ritmata non risulta ostica al primo ascolto, anche se forse necessiterebbe di essere riascoltata per meglio apprezzarne la ricercatezza stilistica e comunicativa e gli entusiasti crescendo degli archi.  Le voci sono altresì interessanti: Gabriella Sborgi sfodera il consueto gran temperamento interpretativo “…niente, niente, niente…”; Alda Caiello affascina con la ben conosciuta voce limpida e squillante che irrobustisce il senso drammatico della vicenda; Giulia Peri arriva da metà sala cantando con timbro chiaro e luminoso che illumina gli acuti. Per tutte e tre le interpreti si sono apprezzate sia la cura del fraseggio che l’attenzione alla dizione.
Il Ponte ideale tra la tragedia di Shakespeare ed una storia di triste contemporaneità è rafforzato dai nomi dati dalla Ligorio ai personaggi, in omaggio al grande autore, cogliendoli dal suo “Re Lear”   oltre ad evidenti rimandi alla ‘Tempesta’ “…pregavo il mio cuore di diventare insensibile alla tempesta…”

La Musica vince sempre
Renzo Bellardone

domingo, 28 de agosto de 2016

GLYNDEBOURNE, UN PÍCNIC DE MELÓMANOS

Rubén Amón
El contrapunto a la popularización de la ópera está en Glyndebourne, al sur de Inglaterra. La música se mezcla con una exquisita merienda en el jardín de la mansión Christie.
NI  EL ESMOQUIN, ni los trajes largos ni las cestas de mimbre en el regazo distraen la mirada de los pasajeros convencionales en la estación Victoria. Londres es una ciudad inmunizada al desfile de las tribus urbanas. Y el ajetreo laboral en hora punta relativiza la sorpresa que proporcionan los melómanos con billete hacia Lewes. Ni siquiera cuando descorchan a bordo una botella de champán, rito iniciático y orgásmico de la liturgia que van a concederse en el ejido y el teatro de la familia Christie.Es el destino de Glyndebourne, sobrenombre de una mansión de ladrillo y de piedra en la campiña de Sussex, al sur de Inglaterra, que ha engendrado con el tiempo –82 años ya– uno de los mayores festivales internacionales de ópera. No solo por la imponente propuesta musical, también por su idiosincrasia y sus hábitos ceremoniales.

Ninguno tan elemental o sofisticado como el pícnic del entreacto. Las praderas de hierba mullida que rodean la mansión predisponen al abandono y a la expansión de los melómanos, que despliegan sus manteles y sus cestas en una coreografía accidental. Y que acatan el espacio de las ovejas, igual que las ovejas respetan amaestradas las tertulias del atardecer. Les atrae poco el vino y menos aún el rosbif. Incluso balan con sigilo, como sigilosamente hablan los comensales. Cualquier exceso desluciría el éxtasis sensorial de la escena, que podría haberla pintado Hogarth en su estilizado costumbrismo. O haberla escrito E. M. Forster en su bestiario de porcelana.
De porcelana es la vajilla de Stoke que exhuman algunos melómanos. Y de hilo son los manteles que recubren las precarias mesas de la acampada, pero urge anticipar que el Festival de Glyndebourne sobrepasa el prosaico conflicto de la discriminación social. Y lo hace desde la observación de una norma no escrita que se acata con idéntica fidelidad al esmoquin y al vestido largo: el mayordomo se queda en el aparcamiento, igual que les sucede a los otros efectivos del servicio.
No es un problema para la mayoría de los espectadores porque la mayoría de los espectadores carece de mayordomo, pero el criterio impide la desmesura de la competición social en las praderas. Y exige a los sujetos adinerados exponerse al cargamento de sillas, mesas e intendencia de pícnic, acaso incorporando a su experiencia un cierto exotismo, una tregua a la jerarquía de las castas.
Semejante principio no contradice la exclusividad que pueda aportar cada cual al menú de la merienda-cena, pero implica ciertas obligaciones. Como encontrar el mejor sitio para acampar. Que puede ser la sombra de una escultórica matrona de Henry Moore. O que puede ser el estanque de los nenúfares a la espera de Monet. Y que no puede ser el campo de críquet, aunque la familia Christie no haya opuesto restricción a los aficionados. Por eso hay quienes se traen en el maletero los avíos. Y los que aprovechan el entreacto para disputarse un partido sin despojarse del esmoquin.
¿Quién o cuál es la familia Christie? Más que en la generación contemporánea, interesa reparar en Audrey Mildmay, discreta y hermosa soprano de la que se enamoró el empresario John Christie en los años treinta y a quien regaló de bodas un viaje por los grandes festivales europeos. Tanto les impresionaron los de Salzburgo yBayreuth que emprendieron ambos por imitación una modesta iniciativa doméstica. O no tan modesta, porque atrajeron al maestro Fritz Busch, cuya máscara mortuoria incita a la devoción de un santo pagano en uno de los altares del teatro moderno.
Moderno quiere decir que se construyó en 1994 como solución al feliz problema en que se había convertido Glyndebourne de tanto ajetreo melómano. No vivieron para conocerlo ni John ni Audrey, pero las fotos de ambos reconocen el impulso embrionario en la biblioteca familiar, que puede visitarse con el pudor de un sacerdote en casa ajena. Y que impresiona no ya por los lienzos del settecento o por los anaqueles repletos de incunables, sino por el órgano eclesiástico de tubos que John Christie hizo construir en 1920, predisponiendo sin saberlo la alegoría del flautista de Hamelin.

LA IDIOSINCRASIA CONSISTE EN ABANDONARSE. APARCAR LOS PREJUICIOS JUNTO AL MAYORDOMO. COLABORA A LA EVASIÓN LA FILARMONICA DE LONDRES
Pues llegan los melómanos en peregrinación como si Glyndebourne fuera un hospital de almas. Y lo hacen en coche, apurando los meandros de asfalto con el antídoto de una biodramina. O lo hacen en tren, tuteándose con la vista a bordo de los vagones como si fueran los cómplices de una secta. E identificados todos ellos en la muesca de una corchea con la que el revisor va señalando los billetes y deseando una feliz velada.
–¿Y qué van a ver esta noche los señores?
Y los señores responden que Béatrice et Bénédict, no para desconcertar al funcionario ferroviario con una rareza del repertorio francés, sino para significar la personalidad de Glyndebourne en la búsqueda de óperas tan poco comunes como la que escribió Hector Berlioz hacia 1862 en homenaje a su difunta esposa.
Harriet Smithson se llamaba. Y la había conocido como heroína de Shakespeare. Unas veces fue Ofelia. Otras Julieta. Y todas las veces fue la mediadora de la fascinación que Berlioz sentía hacia el dramaturgo británico. “Si hay cielo, Shakespeare debe estar sentado a la derecha del Padre”, escribía el compositor francés.
Así es que Béatrice et Bénédict parece una plegaria celestial. Y no por su gravedad, sino por la ligereza etérea con que Berlioz concibió esta versión operística de Mucho ruido y pocas nueces.Podría haberla ambientado en Glyndebourne. Hubieran sido el estanque, las praderas y la biblioteca una escenografía propicia al encuentro de amores imposibles. Un atardecer de ensueño. Una brisa marina. Y una música embriagadora, no ya porque el dúo que despide el primer acto jalona una cima de la cultura occidental, sino porque los melómanos llevan unas copas encima.
No es una frivolidad. La idiosincrasia de Glyndebourne consiste precisamente en abandonarse. Olvidarse de la remota ciudad. Aparcar los prejuicios junto al mayordomo. Despojarse del reloj y hasta de la pajarita. Dejarse ir detrás de la música de Berlioz o del rastro que hayan podido dejar sobre la hierba unos tacones afilados en el escondite de los nenúfares. A Glyndebourne se viene como si fuera un plan de fuga.
Colabora a la evasión la Filarmónica de Londres. Y lo hace sentirse un invitado excepcional en la mansión de la familia Christie. La seguridad es ubicua e imperceptible. Y el festival es absolutamente privado. No en sentido de secreto o inaccesible, sino porque se realiza sin la participación de las Administraciones.
Se explica así la singularidad de los precios –234 libras (unos 274 euros) el patio de butacas–, pero la ambición original que implicaba promover un festival sin restricciones sociales se mantiene en 2016 con el acceso de entradas de 20 libras (unos 23 euros). Añádase el billete del tren –27 libras (31 euros), ida y vuelta– y convéngase que no existen demasiadas escapatorias al paraíso en mejores condiciones económicas ni mayores promiscuidades sensoriales.

Acaso el problema sea el regreso. La transición a la normalidad se hace abrupta. Ni siquiera nos consuela la solidaridad de la resaca o los corrillos espontáneos donde se evoca la experiencia. Vuelven vacías las cestas de mimbre. Y nos amontonamos en el andén de la estación de Lewes como si hubiéramos retornado de una boda. No la de Béatrice y Bénédict en la ópera de Berlioz, sino cualquier ceremonia prosaica del mundo real. Andares titubeantes. Mujeres que se cambian de zapatos. Hombres que se despojan de la chaqueta.
Así es que la invasión de melómanos en el tren de las diez de la noche –o de las once– deja, ahora sí, estupefactos a los demás pasajeros. Que no terminan de explicarse la multitudinaria transformación sociológica de un tren regional camino de la estación Victoria. Y que piden explicaciones cordiales al revisor.
Hay soluciones alternativas al trauma del retorno. La mejor es quedarse. No en la mansión de los Christie, cuya hospitalidad se ha demostrado saciada, pero sí en cualquiera de los pueblos aledaños. Tan bellos algunos como Rye, donde vivió Henry James. O tan pintorescos y coquetos como Dean, donde vivió y murió Sherlock Holmes a decir de las leyendas locales.
La casa del detective se recorta a unos pocos kilómetros de los acantilados blancos que dan nombre a Albión. Y que explican el recelo de los invasores hasta que uno de ellos, Guillermo el Conquistador, navegó desde Normandía con sus barcos y sus caballos para deponer la monarquía inglesa. Sucedió en la batalla de Hastings (1066). Es la parada siguiente a Lewes en la evasión hacia el sur. La escogieron Virginia Woolf y los compadres de Bloomsbury para instalarse en una comuna –Charleston House–, sabiendo que el amor prevalece sobre la guerra y que el arte prevalece sobre la realidad. Por eso murió como Ofelia en un río con los bolsillos llenos de piedras. E imaginando a Shakespeare a la derecha del Padre.
http://elpaissemanal.elpais.com/documentos/glyndebourne-un-picnic-de-melomanos/

SOPHIE MARCEAU FAIT SA RENTRÉE À ANGOU­LÊME

L'actrice est radieuse après des vacances en amou­reux
fanny abouaf
Au quatrième jour du Festi­val d'Angou­lême, c'était au tour de Sophie Marceau de créer l’évè­ne­ment. Ce vendredi 26 août, l'actrice était radieuse au photo­call de La Taularde, signé Audrey Estrougo, en compa­gnie d'Alice Belaïdi, Benja­min Siksou, Eye Haidara, Nailia Harzoun, Aurore Brou­tin et Anne Le Ny.


Elle revient de la Cote d'Azur où elle a passé quelques jours paisibles, en amou­reux avec le chef Cyril LignacSophie Marceau a fait sa rentrée au Festi­val d'Angou­lême ce 26 août pour présen­ter son dernier film, La Taularde, qu'elle a tourné avec la réali­sa­trice Audrey Estrougo, et qui sera en salles le 14 septembre prochain.
En atten­dant de faire décou­vrir son drame au grand public, la jolie actrice de La Boom était souriante et décon­trac­tée avec toute l'équipe du film, ce vendredi. Elle a expliqué à Allo Cinéles raisons qui l'ont moti­vée à jouer les prison­nières pour ce nouveau long métrage : « J'avais beau­coup aimé le premier film d'Audrey Estrougo, je trou­vais qu'il y avait une jeunesse, un savoir faire, du cinéma et en même temps elle est très enga­gée socia­le­ment… ».
Et d'ajou­ter : « Donc fina­le­ment j'ai eu envie de travailler avec elle, et quand elle me parlait de Taularde, de la prison, je me disais « voyons ce qu'il y a dans le ventre du film »». Au sujet de son rôle, Sophie Marceau rapporte aussi : « Elle m'a parlé de ce person­nage, Mathilde, du fait divers dont le film est tiré… Il y avait dans ce person­nage une dimen­sion très roman­tique d'un acte fait par amour, pour la dimen­sion cinéma, et après la dure réalité de ce milieu carcé­ral que je ne connais pas ». Un nouveau chal­lenge pour l'ancienne James Bond Girl qui n'a pour­tant plus rien à prou­ver à ses fans.
Toujours très proche de ces derniers elle a d'ailleurs encou­ragé toute l'équipe du film – Alice Belaïdi,Benja­min Siksou, Eye Haidara, Nailia Harzoun, Aurore Brou­tin et Anne Le Ny – a joué le jeu du « live Face­book », ce vendredi. Une façon de commen­cer la promo­tion en douceur, aux derniers jours de l'été.

http://www.gala.fr/l_actu/news_de_stars/sophie_marceau_fait_sa_rentree_a_angouleme_372173

sábado, 27 de agosto de 2016

KATIA E MARIELLE LABÈQUE, PIANOFORTI. STRESA FESTIVAL 2016

 – 23 agosto Stresa Palazzo dei Congressi

L’appuntamento con Stresa è ormai un punto fermo per gli appassionati di festival e di musica ‘scelta’. Per ‘scelta’ si intende la qualità della scrittura oppure l’elevata interpretazione, oppure  entrambi i fattori; quest’ultima ipotesi ha sottolineato l’inaugurazione della parte corposa dello StresaFestival 2016, insieme all’eleganza ed alla raffinatezza, cuore della serata.


MAURICE RAVEL, Ma mère l’Oye; Rapsodia Spagnola
IGOR STRAVINSKIJ, La Sagra della primavera, per due pianoforti*
* Animazione visiva su partitura per pianoforte
Una produzione Sanpapié su commissione Stresa Festival
In scena: Aisling Lenti, Francesca Martignetti, Martina Monaco, Saverio Bari, Tony Contartese, Vlad Scolari
Regia Stefano Monti
Con la collaborazione di Monique Arnaud
Aiuto regia Tony Contartese

Assistenza alla regia Emanuele D’Ancona
Elementi scenici Cecila Sacchi
Coreografia Lara Guidetti
Hanno partecipato alla ricerca dell’allestimento Francesco Bonati, Beatrice Cazzaro, Clara Chiesa, Cosimo D’Agnessa, Anja Dimitrijevic, Aisling Lenti, Alizarina Silva
Collaborazione realizzata nell’ambito del Corso di Laurea Magistrale in Scienze e Tecniche del Teatro dell’Università IUAV di Venezia.


L’elemento caratterizzante e distintivo del concerto inaugurale dello Stresa Festival 2016 è senza dubbio la raffinata eleganza che ha connotato la sensibile interpretazione ai pianoforti di  Katia e Marielle Labèque. La scrittura scelta è di per sé elegante ed il tocco delicato ed essenziale ne amplifica la valenza, portando l’uditore a cavalcare nubi sornione e venti irriverenti. L’aggressività   della ‘Sagra’ è stata colta con vitale fermezza senza sconti alle acidità dissonanti e all’ossessività ritmica. Le sorelle Labeque si sono presentate al pubblico con signorile semplicità, offrendo un concerto di indubbio valore e classe.
 La scenografia multimediale a cura dello Iuav di Venezia, già ospite allo Stresa Festival in edizioni passate, ha implementato lo spettacolo con oggetti mossi nel buoi con movimenti ritmici: maschere, cornici, quadri, manichini, forme e colori. Il racconto per immagini è stato gradevole ed ha rimarcato il cammino di modernità artistica che il Festival sta dando alle sue proposte.
Un breve bis ha concluso la serata e le note del ‘quarto movimento’ di Philip Glass insolitamente movimentato ed estroverso hanno raccolto ancora un prolungato applauso alle artiste.
La Musica vince sempre

Renzo Bellardone.