Una gran tormenta en Abjazia obligó a trasladar la ópera en plena función a
un teatro con goteras
Medea
volvió a las costas del mar Negro donde,
según la mitología griega, estuvo situado el reino de la Cólquida. Símbolo del
retorno de la trágica figura a la tierra del vellocino de oro fue la
representación de la ópera Medea, de Luigi Cherubini, el pasado miércoles en Sujum, una ciudad
portuaria de 2.500 años de historia, que tiene sus orígenes en una colonia
griega (Dioscurias).
Protagonistas del
retorno fueron la soprano Jibla Gerzmava y la compañía del teatro musical
Stanislavski y Nemirov-Danchenko de Moscú,
dirigida por Alexandr Titel. Gerzmava, que ha actuado en los mejores escenarios
del mundo, y Titel son figuras reconocidas internacionalmente. Jibla, además,
nació en Abjazia en 1970 y aquí se inició en la música.
Durante 15 años seguidos, la soprano ha organizado un festival musical
exquisito (Jibla Gerzmava invita…) que con un repertorio clásico, de jazz y bluescontribuye a romper el aislamiento político de
Abjazia. Desgajado de Georgia durante la desintegración de la URSS, este
territorio bello y exuberante entre elCáucaso y
el mar fue escenario de una sangrienta guerra (1992-93), cuyas secuelas son aún
visibles en los edificios e infraestructuras destruidas. En 2008, Abjazia se
autoproclamó independiente y fue reconocida como Estado por la vecina Rusia,
que garantiza su seguridad económica y militar. Formalmente, la mayoría de
países de la ONU siguen
considerando a Abjazia como parte de Georgia.
El festival
Jibla Gerzmava invita… es una joya para melómanos bien informados y su
recaudación se dedica a fines benéficos. Este año, el evento tuvo un giro
inesperado que confirmó los hechizos y los poderes atribuidos a la heroína deEurípides.
En Sujum quedan
todavía restos de una antigua fortaleza donde, se superponen los legados de
distintas civilizaciones llegadas a este litoral, desde los romanosque
iniciaron la construcción hasta los otomanos y los rusos, pasando por los
bizantinos y los genoveses. En los años cincuenta del siglo pasado, las
autoridades soviéticas demolieron parte de las murallas de la fortaleza para
construir un paseo marítimo y, a fines de la década de los ochenta comenzaron
las excavaciones en el interior de la destruida fortificación. La guerra de
1992-1993 entre abjazos y georgianos truncó aquella tarea. Durante más de dos
décadas la zona a explorar se llenó de escombros urbanos. Hasta que la pasada
primavera surgió la idea de continuar el trabajo interrumpido y trasladar la
cita anual con Gerzmava al recinto de la fortificación, según cuenta Batal
Kobajia, viceministro de Cultura de Abjazia. Con ello, Abjazia afirmaba la
voluntad de recuperar el patrimonio arquitectónico y cultural descuidado
durante la época en que la prioridad fue la supervivencia. La cantante aceptó
el desafío y trajo a Sujum la ópera Medea, que se estrenó
en Moscú en 2015 y que fue premiada en el festival la Máscara de Oro. Varios
meses de intenso trabajo dejaron al descubierto el contorno de viejas ruinas,
desde una lápida del siglo IV dedicada a un legionario romano convertido al
cristianismo al perímetro de una basílica de planta octogonal, unas termas
romanas y también los cuarteles de las tropas del imperio ruso que conquistaron
el Cáucaso en el siglo XIX. Sobre este suelo saturado de historia fueron
armados un escenario y unas gradas desmontables con un aforo para más de mil
personas, todo ello, al aire libre. Tras un minuto de silencio por el gran
escritor de Abjazia, Fazil Iskander, fallecido el pasado 31 de julio
a los 87 años, comenzó la representación, para la que cerca de trescientas
personas (entre músicos, cantantes y técnicos) se desplazaron desde Moscú a
Sujum. En el horizonte, detrás del escenario, podían verse los mástiles
iluminados de los buques que surcaban el mar Negro. Jasón y los argonautas, con
botas hasta la rodilla, pantalones abombados y camisa de lino, sujeta a la
cintura, evocaban a Stalin y sus camaradas del Cáucaso durante los años
treinta. Gerzmava, de negro riguroso, intentaba en vano ejercer sus hechizos
sobre Jasón.
Concluía el
primer acto y la soprano invocaba a los dioses para que castigaran a Jasón,
cuando comenzaron a caer las primeras gotas. El calor sofocante se disolvió en
un aguacero primero, y en una espectacular tormenta después. Los espectadores
huían despavoridos: las damas de traje largo hundiendo sus tacones afilados en
el fango y los caballeros convertidos en esponjas a partir de las hombreras de
sus americanas. Los "Mercedes" y coches de lujo de los espectadores
representativos o adinerados se desplazaban como lanchas sobre los charcos. La
naturaleza desencadenada parecía haber vencido sobre la cultura y la voluntad.
Parecía. De amigo a amigo, se trasmitió el mensaje a quienes no se habían
rendido ya: el espectáculo continuaba en otro lugar: el Teatro Nacional de
Abjazia, un local (cerrado) a la orilla del mar Negro. Las puertas del teatro
se abrieron, mientras la tormenta volvía a arreciar. En el techo del teatro,
restaurado en 2013, aparecieron goteras y hubo que colocar cubos en el
escenario para recoger el agua que llegó a caer a chorro. Hubo problemas para
trasladar bajo la lluvia los instrumentos de la orquesta, especialmente las
piezas delicadas como el violonchelo. Para todos los que se habían reunido en
el teatro, entre los que se encontraba Raúl Jádzhimba, el presidente de
Abjazia, estaba claro que la ópera debía seguir.
Pasaba de la una
de la madrugada del jueves cuando dio comienzo el segundo acto y eran casi las
tres cuando concluyó el tercero. Tras los aplausos ensordecedores, las flores,
los "bravos" y la sensación de victoria, salimos a la calle, donde,
en lugar de charcos, había verdaderos ríos, torrentes desbocados que
arrastraban ramas y troncos arrancados de los árboles por el huracán. Por la
mañana, Sujum era intransitable y en el centro de la ciudad el agua alcanzaba
la altura de la rodilla. La electricidad funcionaba de forma intermitente y la
alcaldía declaró estado de catástrofe natural, interrumpió el transporte
público y recomendó a los particulares abstenerse de circular. La maldición de
Medea había hecho efecto y los abjazos empapados de historia lo interpretaban
como una clara señal de que la heroína de la tragedia griega había sido abjaza,
es decir había pertenecido a una de las tribus que, junto con otras, formaron
el conglomerado humano del reino de la Cólquida.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/08/04/actualidad/1470329417_039795.html
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