El novelista italiano Andrea Camilleri ha publicado hasta hoy 100 libros y,
a sus 90 años, posee una media de 4,17 libros por año. Su personaje insignia,
Salvo Montalbano, es conocido por todo el mundo.
El también escritor Antonio Manzini y discípulo de Camilleri escribe para
EL MUNDO sobre la personalidad de su maestro.
ANTONIO MANZINI
Andrea Camilleri ha llegado al libro número 100. Parecería un
resultado excelente si estuviésemos calculando los libros leídos por una
persona de edad madura. Pero no, él los ha escrito. Y cada uno de estos 100
libros se ha sedimentado en el corazón de sus miles de lectores esparcidos por
todo el mundo. Hasta ahora, nada que no se haya dicho. ¿Podríamos tan sólo
añadir que Andrea Camilleri no empezó a escribir de manera continuada hasta
1992, y que, por tanto, esos 100 libros los ha escrito en 24 años?
Son cifras que le darían dolor de cabeza a cualquier escritor vivo, y no
digamos ya a uno como yo, que tengo la desdicha de haber sido alumno suyo y de
haber acabado luego en su misma editorial. Es como si, de adolescente, uno se
mudase de bloque y se esforzase todo lo posible por ir bien en los estudios, para,
más tarde, descubrir que el muchacho que vive enfrente se llama Albert
Einstein.
El escritor Andrea Camilleri. ANTONIO MORENO
¿Comprenden mi frustración? Tú luchando por el aprobado, partiéndote los
cuernos con la tercera declinación o con El infinito de
Leopardi, mientras él hace una valoración cuantitativa del movimiento
brown-iano formulando al mismo tiempo la hipótesis de su aleatoriedad. En la
naturaleza, la justicia no existe, eso ya se sabe. Dios reparte cerebro y
belleza al azar. Y así acaba uno encontrándose con Camilleri. Primero
es tu profesor en la Academia Nacional de Arte Dramático y resulta que
ha publicado cuatro libros, pero nunca habla de ellos. Con él trabajas en el
teatro y participas en montajes fabulosos; eres un joven actor y tienes la
sensación de estar en un teleférico que te lleva hacia arriba, hacia arriba,
sin saber por qué estás subiendo por encima de los picos nevados. ¿Adónde vas?
El teleférico se detiene entonces y se abren las puertas: ¡tienes ante ti el
espectáculo de las cumbres de los Alpes! Y quien te ha llevado hasta ahí arriba
ha sido ese hombre que habla poco, fuma mucho y con el que básicamente uno se
ríe.
Los
escritores Antonio Manzini y Andrea Camilleri. EDICIONES SALAMANDRA
Llega después el día en que estás intentando tener la oportunidad de hacer un
texto para que lo dirija Andrea. Y él te suelta un montón de folios en
la mano y te dice: "¿Te importaría leer esto que he escrito?". Eres
joven, inculto, y le preguntas: "No sé, Andrea, ¿no sería mejor que lo
leyera alguien con más...?" "Mis amigos están todos muertos", te
interrumpe. Total: que te sientas y te pones a leer. Es un libro sobre
un policía que se llama como un gran escritor de Barcelona. "Se lo he
puesto en su honor -te explica Andrea-.Siempre me ha gustado Montalbán".
Lees como loco, el manuscrito es maravilloso, se llama La forma del
agua, el título ya de por sí es un viaje lisérgico, y el protagonista, un
irónico comisario siciliano, es espléndido. Tras dos horas que se han pasado
volando, le devuelves los folios y le dices: "¡Es buenísimo, Andrea! Pero
eso ya lo sabías, ¿no? ¡Ni una sola corrección en todo el manuscrito! ¡Es la
copia buena!" "¡No! -te responde, sencillo como él sólo-. Es la
primera versión".
Entonces se te plantea la duda: o Andrea Camilleri es un genio puro y duro,
o ese hombre que tienes ante ti con un cigarro en la boca y la cerveza en la
mesita de noche está poseído por el espíritu de Balzac o algo
parecido.
Ahora ha llegado al libro 100 y no piensa parar. He investigado largo y
tendido sobre el tema y me he dado cuenta de que Andrea Camilleri no está
poseído por ningún escritor de una época anterior. Tampoco practica misas
negras en la Piazza Mazzini. No es miembro de ninguna logia perversa, no tiene
un ejército de escritores trabajando para él (en su época sólo contaba con una
Olivetti Lettera 22), ni tampoco pertenece al Mossad o a la Stasi ni está
imbuido de santidad. Conclusión: es un genio. Y punto. ¡Honremos a
este talento puro de la narrativa con un aplauso de 100 libros de largo!
http://www.elmundo.es/cultura/2016/08/05/57a497f222601d00468b4658.html
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