“Han destruido ustedes una
de las piezas más bellas jamás creadas”, dijo el director al público
JESÚS RUIZ MANTILLA
El director William
Christie. PALAU DE LA MÚSICA EUROPA PRESS
El sonido de un móvil
ocasionó el martes en el Auditorio Nacional algo insólito en el mundo de la
música clásica. Fue a la altura del aria He was despised, al final de la
primera parte del Mesías, de Handel. El director de orquesta William Christie
interrumpió su recital navideño al frente del grupo Les Arts Florissants dentro
del ciclo Ibermúsica. Ante la insistencia del timbre del teléfono de uno de los
espectadores, paró el concierto con cara de pocos amigos. En un ataque de ira,
el maestro gritó: “Stop!”. Miró a la bancada de la derecha y después,
dirigiéndose al público, se lamentó: “Acaban de destruir uno de los pasajes más
hermosos de esta obra…”. Y volvió a comenzar.
Era el tercer aparatejo que
se hacía presente en la sala y fue la gota final. A eso hubo que unir un coro
de toses permanentes que llenaron de tensión el ambiente. Christie mantiene una
cruzada particular con los móviles. Si uno de los mayores enemigos en vida de
Haendel fueron alguno castrati y Federico, principe de Gales e hijo de Jorge
II, su protector en los años londinenses, hoy son los politonos. En Versalles y
en París, Christie ha lanzado broncas memorables. En la ópera de la Bastilla
expulsó a una asistente cuando le sonó el teléfono en la primera fila. En el
palacio, durante una velada con música de la Corte de Luis XIV en la capilla
real, rogó silencio, entre irónico y alterado. En Madrid tampoco acabó mal. Si
se hubiera enfadado de verdad, nada más terminar, se habría largado, pero para
no dejar mal sabor de boca ofreció hasta una propina y repitió el famoso
Aleluya. Fue su manera de firmar la paz con un público que lo adora y en pos de
un concierto que fue, accidentes aparte, memorable.
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