viernes, 21 de mayo de 2021

IL GIARDINO ARMONICO, EN UNIVERSO BARROCO, EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID

 Il Giardino Armonico. Auditorio Nacional de Música. Centro Nacional de Difusión Musical (INAEM). Sala de Cámara. 19 de mayo, 2021

Elenco (cosmopolita)

IL GIARDINO ARMONICO

Priska Comploi, FLAUTAS Y BOMBARDA

Giulia Genini, FLAUTAS Y DULZAINA. Andrea Inghisciano CORNETA

Carles Cristóbal, DULZAINA. Emily White TROMBÓN

Takashi Watanabe, ÓRGANO

Giovanni Antonini, FLAUTAS, TRAVERSO Y DIRECCIÓN

Duración aproximada: 70 minutos sin pausa

Último concierto de los 16 del ciclo Universo Barroco que se celebran en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Música (hay otros programados en la Sala Sinfónica) durante la temporada 2020-2021, organizados por el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM, www.cndm.mcu.es), del INAEM (Ministerio de Cultura y Deporte).

Programa: Música y músicos emigrantes en la Europa del Renacimiento y el primer Barroco

Josquin Desprez (ca. 1450-1521): L’homme armè, canon à 4 (Canti B, Petrucci, 1502). La Spagna, a 5.

Heinrich Isaac (1450-1517): La my (Manuscrito de Enrique VIII).

Anónimo: La Spagna, a 2 (1494). Consort IX (Manuscrito de Enrique VIII).

Hayne van Ghizeghem (1445-1472): De tous bien plaine (Harmonice musices Odhecaton A, 1501).

Roelkin (Rodolphus Agricola?, ca. 1443-1485): De tous biens plaine (Cancionero de Segovia).

Alexander Agricola (1446-1506): Tandernaken (Petrucci Canti C, 1504).

William Cornysh (1465-1523): Consort VII (Manuscrito de Enrique VIII).

Gioseffo Giuseppe Guami (1542-1611): Canzon ‘La accorta’ à 4 (1601).

Augustine Bassano (ca. 1530-1604): Galliarda.

Anthony Holborne (ca. 1545-1602): Pavana ‘The Funeral’ y galliarda, a 5 (1599).

William Brade (1560-1630): Courante (1617).

G. G. Guami: Canzon ‘La cromatica’ à 4 (1601).

W. Cornysh: Ah, Robin, gentle Robin (Manuscrito de Enrique VIII).

John Baldwin (1560-1615): A Browning of 3 voc. (1603).

W. Brade: Ein Schottisch Tanz (1617). Rotschenken Tanz (1617).

Tarquinio Merula (1595-1665): Canzone a quattro ‘La lusignola’, op. 1, nº 2 (1615).

Giovanni Bassano (ca. 1558-ca. 1617): Diminuzioni su ‘Introduxit me rex’ di Palestrina (1585).

Samuel Scheidt (1587-1654): Canzone ad imitationem Bergamasca angl. a 5, SSWV 64 (1621).

Después de la producción de 'La morte della ragione', Il Giardino Armonico, vuelve de la mano de su responsable, Giovanni Antonini, milanés, convertido en un consort renacentista, con un proyecto que lo lleva por varios siglos de música. En esta oportunidad, van siguiendo la estela, entre otros, de los Bassano, una saga veneciana de origen judío.

Los Bassano son fabricantes y virtuosos de instrumentos de viento y algunos de ellos emigran a principios del siglo XVI a Inglaterra, para consolidarse como músicos en la Corte del Enrique VIII.

Este es un cazador implacable de animales y pleitos con mujeres, a menudo decapitadas para dejar paso a la siguiente, sin embargo, en medio de su delirio de vana hombría y de fiereza, de compulsión por una descendencia real, el rey Tudor dedicaba unas horas a la contemplación y a la música, siendo él mismo compositor de unas melodías, que, como su propia fama, desigual, llegaron hasta nuestros días y fueron modificadas, alteradas, conservando sin embargo, el “aire” inicial.

Rastreados muchos otros compositores de la época, se los  ofrece aquí en la representación de un conjunto de instrumentos de viento y órgano, aunque no hubiera estado demás incluir alguno de cuerda (¿una viola da gamba de Jordi Savall, por ejemplo, o algún aditamento sonoro de percusión , como el maestro catalán propone siempre?) para atemperar y redondear el sonido difícilmente fabricado por unos instrumentistas que solo cuentan con la ayuda de su oído, su fiato y el trabajo constante para doblegar a un instrumento al que hay que calentar cada vez antes de usar, mimar y sacarle un sonido verosímil.

Se trata aquí, pues, de una “promenade” imaginaria por la fantasía, la danza, la canción, la glosa y la improvisación. Il Giardino Armonico es un conjunto musical de cámara italiano que interpreta música barroca, fundado en Milán, Italia, en 1985 por Giovanni Antonini y Luca Pianca. La mayor parte de su repertorio consiste en piezas de los siglos XVII y XVIII.

Sus músicos varían de un proyecto al otro y en esta ocasión, se presentan en Madrid con un cast de flautistas y otros instrumentos de viento, de varias nacionalidades, acompañados solo por el apoyo sotto voce de un órgano, que, como el trombón, tiene en un momento una participación más destacado en sendos solos. Aunque su director, Antonini, frecuentador de la capital de España y el Auditorio, también se compromete en la dirección de otros repertorios y grandes masas orquestales.

Este grupo realiza interpretaciones con solistas como la mezzosoprano Cecilia Bartoli, el dueto de pianistas Katia y Marielle Labèque y el violonchelista Christophe Coin. La mayor parte de sus grabaciones han sido hechas bajo el sello Teldec, con música de Antonio Vivaldi. Han recibido varios premios como el Gramophone Award (en 1996, por "Il Proteo" de Vivaldi) y el Grammy (en 1999 por el disco "Vivaldi Album"). Y actúa tanto en conciertos como en producciones operísticas de compositores consagrados como Claudio Monteverdi, Handel, y Pergolesi.

En estas presentaciones, la cantidad de participantes puede variar de acuerdo a la naturaleza de las obras que se interpreten, y puede ir de los tres (o los siete como los glosados en esta reseña) hasta los 30 músicos.

Esta formación ha actuado en algunas de las salas de conciertos y festivales más importantes del mundo, entre los que destacan: el Oji Hall de Tokio, Wigmore Hall y Barbican de Londres, Musikverein y Konzerthaus de Viena, Théâtre des Champs-Elysées y Théâtre du Châtelet de París, Concertgebouw de Ámsterdam, Victoria Hall de Ginebra, Alte Oper de Fráncfort del Meno, Glinka Hall de San Petersburgo, Teatro Bolshoi de Moscú, Konserthus de Oslo, Palais des Beaux-Arts de Bruselas, Auditorio Nacional de Madrid, Library of Congress de Washington, Carnegie Hall y Lincoln Center de Nueva York, Opera House de Sídney, el Teatro Colón de Buenos Aires y L'Auditori de Barcelona, entre otros.

Como explica Pablo Vayón en sus notas a este concierto , “en este universo de contraposiciones y de viajes por Europa, Il Giardino Armonico seguirá…. la pista del sur al norte, en el sentido que las corrientes musicales adoptarían con éxito desde principios del XVII del estilo italiano en todo el continente”.

Antonini es él en sí mismo toda una narrativa y podría ser perfectamente un solista de prestigio actuando él solo. Su prestación excede con mucho la diligencia con cada una de sus flautas, muchas, que deposita a su lado, en el suelo del escenario, mientras las va cambiando, una tras otra, según el repertorio.

Su cuerpo acompaña fantásticamente la emisión sonora, se estira, se contrae, se dobla hacia un lado o el otro mientras la manos, ahora la izquierda, luego la derecha, la que le queda libre, dan indicaciones de entradas y finales a los compañeros, que encuadran en todo momento, una actuación, la del director, que ensombrece por momentos la del resto del grupo. Sería interesante algo menos de protagonismo por su parte, cuyo derecho todo el mundo le reconocería, en beneficio de un sonido más homogéneo y más de conjunto, más de equipo.

El director milanés es muy divo pero incluso su postura delante del consort, se beneficiaría claramente instalándose en la misma línea del resto, para verlos mejor y que ellos también apreciaran con más amplitud sus indicaciones y sus ejecuciones instrumentales. Porque, precisamente, no se trata de un concierto para lucimiento de un solista, sino una propuesta musical grupal.

En otro orden de cosas, se trata de un artista sensible y permeable,  preocupado por la situación planetaria, climática, pandémica, como demostró con claridad en las declaraciones que realizó al periódico La Vanguardia.

Sea como fuere, agotadora velada y con éxito de público y un torrente de aplausos aunque más corta que las habituales por razones pandémicas, como siempre, la exigencia para los músicos fue muy alta. Aunque no hubo momentos de flaqueza y siguieron con un máximo rendimiento hasta el final, en que, como Hamelín, ofrecieron un “encore” trasladándose por el escenario, gozosamente, como suponemos que harían los artistas de las cortes, trashumantes ellas también, hasta bien entrado el Renacimiento. La audiencia, helàs, tuvo que permanecer sentada, para desalojar en orden la sala después de la finalización del concierto.

Alicia Perris

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