martes, 25 de mayo de 2021

JULIO CÉSAR EN EGIPTO, HAENDEL, AQUILATADO, EN EL AUDITORIO NACIONAL DE MADRID

George Frideric Haendel (1685-1759). Giulio Cesare in Egitto, HWV 17 ** (1724, versión de 1725). La Cetra Barockorchester Basel. 23 de mayo, 2021. Sala Sinfónica, Auditorio Nacional de Madrid.

ELENCO

Andrea Marcon (director)

Emöke Baráth (soprano - Cleopatra)

Beth Taylor (contralto - Cornelia)

Carlo Vistoli (contratenor - Giulio Cesare)

Carlos Mena (contratenor - Tolomeo)

Juan Sancho (tenor - Sesto Pompeo)

José Antonio López (barítono - Achilla)

LA CETRA BAROCKORCHESTER BASEL dirigida por ANDREA MARCON, director y clavecinista, llegan a Madrid, en el Ciclo Universo Barroco en el Auditorio Nacional, con George Frideric Haendel y su ópera Julio César en Egipto, estreno en España, en tres actos, con libreto de Nicola Francesco Haym, basado en el de Giacomo Francesco Bussani (Venecia, 1677). Fue estrenada el 20 de febrero de 1724 en el King’s Theatre, Haymarket, de Londres. La edición crítica de Giulio Cesare in Egitto utilizada en este concierto es de Hans Dieter Clausen (Kassel, editorial Bärenreiter).

INSTRUMENTISTAS DE LA CETRA BAROCKORCHESTER BASEL

Eva Saladin, Johannes Frisch, Cecilie Valter Y Claudio Rado VIOLINES I. Germán Echeverri Chamorro, Sonoko Asabuki, Lathika Vithanage Y Aliza Vicente, VIOLINES II.J oanna Michalak Y Sara Gómez, VIOLAS. Jonathan Pešek Y Amélie Chemin, VIOLONCHELOS. Fred Uhlig, CONTRABAJO. Guillermo Peñalver, Sarazin TRAVERSO. Janine Jonker y Georg Fritz, OBOES. Robin Billet, FAGOT. Alexandre Zanetta, Elisa Bognetti, Jairo Pablo Gimeno Veses Y Pepe Reche, TROMPAS. Daniele Caminiti, TIORBA. Andrea Buccarella, CLAVE y Vera Schnider, ARPA.

Jugosa propuesta ésta de la ópera de Haendel, en versión concierto, con una pequeña pausa sin salida de la sala entre el I y el II acto y una más larga, de media hora, antes del último. Esta versión en primicia, cumple con tres horas y media de canto y arte vocal, en tiempos en que la pandemia, que afloja lentamente por estas tierras, parece permitir veladas o atardeceres líricos más extensos que la hora y media que se dedicaba hasta este exhaustivo y complejo Julio César en Egipto, en la Sala Sinfónica del Auditorio madrileño.

LA CETRA BAROCKORCHESTER BASEL fue Fundada en 1999 por iniciativa del entonces director de la Schola Cantorum Basiliensis, Peter Reidemeister. Su nombre se toma de los Conciertos para violín ‘La cetra’, op. 9 de Antonio Vivaldi. Si bien la música instrumental italiana del siglo XVIII es ciertamente su repertorio central, su programación abarca desde el Renacimiento tardío hasta el Barroco y el clasicismo temprano. La Cetra se encuentra entre los conjuntos de música antigua más importantes del mundo. Su asociación con el Theater Basel  ha establecido su presencia y residencia en Basilea.

Desde 2009, su director musical es Andrea Marcon; en 2017, actuó por primera vez en Asia y en 2021 está realizando giras por Norteamérica y Australia. La Cetra colabora con intérpretes como María Espada, Franco Fagioli, Ann Hallenberg, Roberta Invernizzi, Magdalena Kožená, Carlos Mena, Patricia Petibon y Andreas Scholl, así como con instrumentistas como Nicola Benedetti, Giuliano Carmignola y Maurice Steger; lo hace, asimismo, con nuevos intérpretes como Vasilisa Berzhanskaya, Anna Aglatova, David Hansen o Kangmin Justin Kim. Con los años, también ha trabajado con directores como Gustav Leonhardt, René Jacobs, Jordi Savall y Attilio Cremonesi.

El planteamiento de este grupo musical, basado en una investigación profunda, es un intercambio intensivo en todas las facetas de la práctica de la interpretación instrumental histórica y un examen minucioso del contexto en el que se concibieron en origen las obras, para que la música antigua sea accesible para las audiencias actuales con interpretaciones frescas, apasionantes y contemporáneas.

Andrea Marcon, el director de esta formación, inició sus estudios musicales con Vanni Ussardi y se diplomó en Órgano y Clave. En 1983, se trasladó a Basilea, donde obtuvo el diploma en Música Antigua. Se dedica también a actividades pedagógicas.

Realizó una dirección solvente y cuidadosa de su orquesta, aunque quizá el sonido desbordó por momentos a los cantantes, que debieron responder, todos, a una exigencia esperable en partituras compuestas para el lucimiento de gargantas como la de Gaetano Berenstadt, el castrato que en tiempos de Haendel defendió el rol de Ptolomeo, o el de Senesino, llamado realmente Francesco Bernardi, que descolló en su día como Julio César.

Esta ópera se convirtió inmediatamente en un éxito y fue representada (con algunos cambios) en 1725, 1730, y 1732. Fue estrenada también en París, Hamburgo y Brunswick,  pero al igual que otras óperas serias de Händel, Julio César cayó en el olvido durante todo el siglo XIX.

Los papeles de César y Cleopatra, cantados por el castrato Senesino y la famosa soprano Francesca Cuzzoni respectivamente, y que abarca ocho arias y dos recitativos accompagnati cada una, agotaban completamente las capacidades vocales de los cantantes. Cornelia y Sesto son más estáticos debido a que están totalmente tomados por sus emociones primarias, ella con el dolor debido a la muerte de su esposo y constantemente obligada a defenderse de Achilla y Tolomeo, y él consumido por la venganza por la muerte de su padre.

Sin embargo, Cleopatra es un personaje con varias facetas: usa al principio sus habilidades femeninas para seducir a César y ganar el trono de Egipto, y luego se implica totalmente en su historia amorosa con el dictador romano. Tiene grandes arias de inmensa intensidad dramática, como “Se pietà di me non sentí” y “Piangerò la sorte mia”. El carácter sensual es descrito magníficamente en el aria ”V'adoro, pupille”, en la que Cleopatra, disfrazada de Lidia, se aparece a César rodeada por las musas del Parnaso.

Históricamente, Cleopatra VII Thea Filopátor —en griego antiguo, Κλεοπ́τρ Φιλοπάτωρ, romanizado: Kleopátrā Philopátōr (69 a. C.-10 o 12 de agosto de 30 a. C.) fue la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, aunque nominalmente le sobrevivió como faraón su hijo Cesarión, este fue asesinado por las tropas de Augusto, como presumiblemente la descendencia que la reina tuvo con Marco Antonio, sucesor de Julio César al frente de los territorio de Oriente. También fue diplomática, comandante naval, lingüista y escritora de tratados médicos. Era descendiente de Ptolomeo I Sóter, fundador de la dinastía, un general de origen macedonio de Alejandro Magno. Tras la muerte de Cleopatra, al perder junto con su amado Marco Antonio la batalla naval de Actium, Egipto se convirtió en provincia del Imperio romano, lo que marcó el final del período helenístico que se había iniciado con el reinado de Alejandro (336-323 a. C.). Su lengua materna era la koiné griega, aunque fue la primera soberana ptolemaica en aprender el idioma egipcio.

Cleopatra, cuya tumba se busca de manera infatigable en Alejandría todavía y Julio César, asesinado durante los idus en el senado romano en la actual zona romana de Largo Argentina, sumados al general marco Antonio, forman un trío que ha hecho soñar a muchísimas generaciones de amantes de la historia, de la literatura y del arte a lo largo de la historia.

Julio César, el del paso del Rubicón, gran conquistador, arúspice, mago, demiurgo que fascinó a su época, se atrevió a entreabir las puertas del Imperio, y fue asesinado por ello, cerrando farragosamente el periodo de la República romana, diferente y fundacional. Carlo Vistoli (contratenor), encarna con soltura el papel del “imperator”  (“general en jefe”, que no emperador). Posee un registro majestuoso, con notables graves y agudos fáciles y habilidad para las fiorituras que se le suponen a una tesitura como la suya en los tiempos de los famosos castrati.

Cleopatra fue la última de los Lágidas, y está aquí en toda su belleza y lozanía representada en la voz, que se adapta bien a las coloraturas y exigencias un rol total: la gran seductora, madre, esposa y soberana culta en la voz polifacética y fresca, llena de “nuances”emocionales de la soprano húngara Emöke Baráth. Forma un fantástico dúo vocal como Vístoli, aunque interactúa con el resto de los personajes, entre los que destacan Beth Taylor (contralto) como Cornelia, la viuda de Pompeyo con una hermosa voz, aunque al comienzo de la función pareciera apabullada por el peso de la pérdida del esposo, la compañía de unas voces en general descollantes y unos instrumentos que sonaba a tutta orchestra.

Carlos Mena, también contratenor, español, construyó un creíble Tolomeo, decidido, insidioso como hermano y competidor de Cleopatra, una hermana mejor dotada y acompañada para las labores del reino. Cuenta con una dilatada experiencia profesional y su voz empasta bien con el resto.

Juan Sancho es un joven tenor local que desempeñó con fluidez y seguridad el rol de un Sesto Pompeo joven pero protector de la madre despojada de todo.

José Antonio López (barítono) aportó como Achilla seguridad y galanura vocales, con una presencia escénica elegante y eficiente. Destacó, aunque su rol no era de los más protagonistas.

Como alguien comentó, le faltó al director de La Cetra, André Marcon, dedicarle algo más de esfuerzo y dirección a la labor de los cantantes, inmerso como estaba en una orquesta destacada en número, en requerimientos y tocando además el clave, con una partitura nada evidente.

El público aplaudió entusiasmado una propuesta extensa y de mucha enjundia. La duración del concierto, con 105 minutos al comienzo, 90 al final y una pausa de media hora para abandonar la sala, requirió de los artistas un esfuerzo sostenido e importante, que solventaron con absoluta disposición y saber hacer.

La audiencia estuvo allí, en todo momento, siguiendo la evolución de un drama, que, a pesar de ser tantas veces glosado y representado, pintado, filmado y cantado, como a los niños, aunque ya no lo seamos, nos sigue seduciendo a través de los tiempos y nunca nos cansa.

Como dice en la escena I del Acto I, el Julio César de Haendel, “Venne, e vide e vinse”. O mejor, en el original latino, expresando a los optimates (patricios) del Senado romano (que lo asesinarían a cuchilladas posteriormente), “Veni, vidi, vici”, en el año 47 a.c., a propósito de su victoria reciente sobre Farnaces II, rey del Ponto, en la batalla de Zela.

Y la cita podría generalizarse de nuevo en esta ocasión, ya que el éxito de Caius Iulius Caesar ha vuelto a repetirse otra vez, ahora, mágicamente, en el Auditorio Nacional de Madrid y con holgura.

Alicia Perris

Foto 1, Julio Serrano, 2, 3  y 4, Rafa Martín

   


No hay comentarios:

Publicar un comentario