viernes, 2 de octubre de 2015

NATALIE DESSAY EN EL TEATRO REAL DE MADRID

 Natalie Dessay, soprano. Philippe Cassard, piano. Obras de Franz Schubert, Félix Mendelssohn, Henri Duparc, Franz Liszt, Georges Bizet y Gabriel Fauré. Teatro Real, martes 29 de septiembre, 2015.
 La cantante de Lyon vuelve al Real, donde debutó en marzo de 2008, interpretando arias de ópera italiana y francesa y después de su cancelación la pasada temporada en La fille du régiment.
 Su carrera ha dado un giro copernicano, - ha dejado el ámbito operístico en el que solía brillar y ha dado cuenta de este cambio en algunas entrevistas, con toda soltura y alegando motivos de “libertad” para explicar una decisión que no necesita justificación.
 En esta ocasión, Natalie Dessay trae al coliseo madrileño un programa más intimista, íntegramente compuesto por canciones, repertorio que frecuenta con asiduidad desde que en 2013 se despidiera de los escenarios operísticos tras interpretar el rol titular de Manon de Massenet en Toulouse.


Habiendo consolidado más de veinte años de brillante carrera, marcada por sus dotes vocales y dramáticas y su capacidad para ir adaptando el repertorio a las características y variaciones de su voz, Natalie Dessay ha retomado y revisado su trayectoria artística en diversas ocasiones, explorando un vasto repertorio, que abarca desde los papeles de soprano coloratura que la han catapultado a la fama, hasta los roles belcantistas más dramáticos, sin olvidar sus interpretaciones de Monteverdi, Bach, Haendel, Debussy o Stravinski. Muy apreciadas y recordadas son sus actuaciones en papeles protagónicos como los de Mélisande, Julieta, Manon, Lucía o Traviata.
 Dessay, que posee una hermosa voz de soprano, una excelente técnica y gusto finísimo para elegir qué y cómo interpretar, dedica esta etapa de su vida a espectáculos puramente teatrales, su vocación primordial y a conciertos de cámara en los que, sin embargo, siguen patentes la ductilidad de su instrumento único, su expresividad y el talento actoral que la han consagrado como artista.

El programa que interpretó en Madrid, envuelta en un vaporoso vestido en tonos grises con chal, transitó los sentimientos, imágenes, recuerdos y perfumes que vertebran los poemas llenos de lirismo y expresividad  de Goethe, Hugo, Thomas Moore o Baudelaire, puestos en relieve por las partituras de Schubert, Mendelssohn, Liszt, Duparc, Fauré o Bizet.
Estos mimbres fundacionales permitieron a Natalie Dessay, con la sensibilidad de su frecuentado pianista acompañante Philippe Cassard, exhibir su extraordinaria versatilidad en este delicado repertorio.
 Erlkönig de Schubert (1797-1828) fue un arranque temible para la tradicional dulzura de la soprano francesa nacida en 1965, a la que, siempre se suele imaginar cantando en su lengua materna o en italiano. Le siguieron Am Bach im Frühlind, Suleika I y Nacht und Traüme, una adaptación de un poema de Mattahus von Collin compuesto en 1825.
 En Rastlose Liebe D 138 (Amor inquieto) continúa esta expansión musical y literaria que fue ampliándose en la definición de Dessay, más grande y segura a medida que avanzaba la velada. Todo a pesar de que, desde el comienzo, su prestación pareció afectada por un resfriado con tos o la sequedad habitual que castiga a los cantantes que no están habituados a la climatología- áspera y casi desértica - de la capital.
 Gretchen am Spinnrade D 118 (Margarita en la rueca) sonó anhelante y soñadora como en general todo el repertorio escogido para este concierto.
 Félix Mendelssohn (1809- 1847) se escuchó en Suleika, op. 57, no. 3, Die Liebende schreibt, op. Posth. 86/3 (La amada escribe), de 1831 y Hexenlied, op.8 (Canción de las brujas), exploradora de los rituales demoníacos.
 Extase, con texto de Jean Labor, fue compuesta por Henri Duparc (1848-1933) hacia 1880, con un perfume cercano a los Wesendock Lieder o el Acto II de Tristan und Isolde.
 Élegie, de 1874, sobre un texto de Thomas Moore, es melancólica y contenida y Dessay modula y dosifica su teatralidad y voz con una generosidad que empieza a convencer al público. Tose y, en un gesto de complicidad, invita a los presentes a no privarse de este desahogo en un preotoño de tiempo bochornoso en Madrid. La aplauden y recompensan a la vez su actuación y saber hacer, su paciencia y sentido del humor.
 Charles Baudelaire está aquí también y hay un renacimiento de este repertorio entre los cantantes franceses especialmente, presente como en el recital que dio Philippe Jaroussky la pasada temporada en el Teatro de La Zarzuela, consagrado a los poetas malditos y simbolistas. Es L´invitation au voyage, compuesta en 1870  para la esposa del compositor.
 Muy de actualidad resultó en su momento (el final del II Imperio con la derrota francesa ante el ejército prusiano) Au pays où se fait la guerre, de un texto de Théophile Gautier, siempre de Duparc.
 Las cinco canciones inspiradas en Victor Hugo, Oh! Quand je dors, de Franz Liszt, Dans les ruines d´une abbaye, op. 2/1, de Gabriel Fauré, L´absent del mismo compositor, op. 5/3, Les adieux de l´hôtesse arabe, orientalizante y seductora, de Georges Bizet (1838-1875) que la soprano interpretó con entrega y donaire y el Comment disaient-ils, también de Franz Liszt, cerraron una segunda parte que desde su comienzo con las obras de Duparc, fue en un crescendo musical lleno de emoción, a lo largo del cual Natalie Dessay fue repetidamente aclamada.
 No hubo sobretítulos esta vez pero sí dos propinas, la “Chanson espagnole” “pero cantada en francés”, como destacó Dessay y Zdes´Khorosho de Rachmaninov.
 El pianista, también reconocido como solista e intérprete de cámara, siguió con atención y absoluta disponibilidad las evoluciones de una cantante, que seguramente se resarció de no haber podido acudir a una cita anterior en el Real, con un público encantado que no dejó de recompensarle su esfuerzo la noche del recital, y toda su trayectoria.


Alicia Perris

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