Calcografía
Nacional / 18 de septiembre de 2015 - 8 de noviembre de 2015
El polaco
Tadeusz Peiper (1891-1969) es objeto de una exposición que tras verse en el
Museo Nacional de Varsovia, se presenta en la Calcografía Nacional de Madrid,
ciudad en la cual tuvo lugar, durante los años de la Primera Guerra Mundial, su
aprendizaje de la vanguardia, en estrecho contacto con otros compatriotas
suyos, que al estallar la contienda residían en París, como él, y que al igual
que creadores de otras nacionalidades, recalaron en la capital de España, país
neutral que jugó en ese sentido un papel similar al de Suiza.
A lo largo
de los siglos XIX y XX, frecuentemente las artes plásticas han visto la
irrupción de poetas que o bien las han practicado con mayor o menor asiduidad y
fortuna, haciéndoles de alguna manera la competencia a los pintores, o han
ejercido una influencia sobre ellas. Casos eximios en ese sentido han sido los
de Guillaume Apollinaire, Jean Cocteau, André Breton o Yves Bonnefoy en
Francia; Ramón Gómez de la Serna, Guillermo de Torre o Juan Eduardo Cirlot en
España; Vicente Huidobro en Chile; Vladimir Maiakowsky en Rusia; F.T. Marinetti
en Italia; Frank O’Hara en los Estados Unidos; Octavio Paz en México; Ezra
Pound en Gran Bretaña... A esa estirpe de poetas pioneros, todos los cuales han
sido objeto de exposiciones museales, pertenece Tadeusz Peiper.
El universo de los polacos de París es evocado en la primera zona de la exposición, a través de obras de Alicja Halicka, Henryk Hayden, Mojzesz Kisling, Roman Kramsztyk, Waclaw Zawadowski, y una Mela Muter que en 1912 había participado en una colectiva polaca barcelonesa, celebrada en las Galeries Dalmau. El Madrid al cual, procedentes de París, llegaron los pintores Lucia Auerbach, Wladyslaw Jahl, Józef Pankiewicz, Marjan Paszkiewicz y Waclaw Zawadowski, y su compatriota el poeta Tadeusz Peiper, era una ciudad donde el primero en practicar el vanguardismo, en materia de literatura, había sido Ramón Gómez de la Serna, el fundador, en 1915, de la mítica tertulia de Pombo e inventor de la greguería, con el cual colaboró en algunas ocasiones Jahl. Tanto éste, como su mujer, Lucia Auerbach, y como Paszkiewicz –cuya influencia sobre los pintores españoles entonces emergentes fue enorme-, pertenecieron al movimiento ultraísta, colaborando como ilustradores en algunas de sus revistas, entre las cuales destacó Ultra. Esta zona de la muestra, en la que además de obra de todos los citados se enseñan cuadros pintados Madrid por Leopold Gottlieb y por Kisling, que estuvieron sólo de paso, evoca el ultraísmo a través de la revista citada y de otras como Grecia oAlfar. También se exponen en esta sección otras manifestaciones del ultraísmo, como el Manifiesto ultraísta vertical publicado por Guillermo de Torre en 1920, como suplemento de Ultra; algunos de los libros representativos del movimiento, entre ellos Fervor de Buenos Aires (1923), de un Borges que expandiría la buena nueva en el Nuevo Mundo; poemas pintados de Vicente Huidobro; cuadros de Jahl, Pankiewicz, Paszkiewicz y Zawadoski; un jarrón pintado por Jahl que es el único objeto que se conoce por el momento de cuantos salieron de su Taller de Arte Decorativo ultraísta, ubicado en la calle de Alcalá; y cuadros, dibujos o estampas del uruguayo Rafael Barradas, de la chilena Norah Borges, de los franceses Robert y Sonia Delaunay, muy próximos, en aquel Madrid, a los matrimonios Jahl y Pankiewicz, y de los españoles Francisco Bores y Daniel Vázquez Díaz. Peiper se empapó de todo eso, frecuentó el Ateneo de Madrid, colaboró en La Lectura, tradujo a Wladyslaw Reymont en colaboración con el mexicano Carlos Pereyra, y una antología de cuentos con Benjamín Jarnés…
Regresado a Cracovia en 1921 tras un periplo iniciado el año anterior, Peiper durante unos años siguió en contacto con el ultraísmo, como lo prueban su condición de corresponsal de diversos diarios españoles, y deUltra, donde publicó un artículo sobre Leon Chwistek, su presencia en las páginas de Alfar y, sobre todo, sus traducciones de Huidobro –con el cual mantuvo entonces correspondencia-, de Borges, de Guillermo de Torre –con quien terminaría polemizando- y otros, en revistas polacas. Esas traducciones avalan la teoría de que el ultraísmo constituyó una referencia importante para Peiper, en ese arranque de su obra como poeta y como ensayista. Referencia que él terminaría ocultando.
El universo de los polacos de París es evocado en la primera zona de la exposición, a través de obras de Alicja Halicka, Henryk Hayden, Mojzesz Kisling, Roman Kramsztyk, Waclaw Zawadowski, y una Mela Muter que en 1912 había participado en una colectiva polaca barcelonesa, celebrada en las Galeries Dalmau. El Madrid al cual, procedentes de París, llegaron los pintores Lucia Auerbach, Wladyslaw Jahl, Józef Pankiewicz, Marjan Paszkiewicz y Waclaw Zawadowski, y su compatriota el poeta Tadeusz Peiper, era una ciudad donde el primero en practicar el vanguardismo, en materia de literatura, había sido Ramón Gómez de la Serna, el fundador, en 1915, de la mítica tertulia de Pombo e inventor de la greguería, con el cual colaboró en algunas ocasiones Jahl. Tanto éste, como su mujer, Lucia Auerbach, y como Paszkiewicz –cuya influencia sobre los pintores españoles entonces emergentes fue enorme-, pertenecieron al movimiento ultraísta, colaborando como ilustradores en algunas de sus revistas, entre las cuales destacó Ultra. Esta zona de la muestra, en la que además de obra de todos los citados se enseñan cuadros pintados Madrid por Leopold Gottlieb y por Kisling, que estuvieron sólo de paso, evoca el ultraísmo a través de la revista citada y de otras como Grecia oAlfar. También se exponen en esta sección otras manifestaciones del ultraísmo, como el Manifiesto ultraísta vertical publicado por Guillermo de Torre en 1920, como suplemento de Ultra; algunos de los libros representativos del movimiento, entre ellos Fervor de Buenos Aires (1923), de un Borges que expandiría la buena nueva en el Nuevo Mundo; poemas pintados de Vicente Huidobro; cuadros de Jahl, Pankiewicz, Paszkiewicz y Zawadoski; un jarrón pintado por Jahl que es el único objeto que se conoce por el momento de cuantos salieron de su Taller de Arte Decorativo ultraísta, ubicado en la calle de Alcalá; y cuadros, dibujos o estampas del uruguayo Rafael Barradas, de la chilena Norah Borges, de los franceses Robert y Sonia Delaunay, muy próximos, en aquel Madrid, a los matrimonios Jahl y Pankiewicz, y de los españoles Francisco Bores y Daniel Vázquez Díaz. Peiper se empapó de todo eso, frecuentó el Ateneo de Madrid, colaboró en La Lectura, tradujo a Wladyslaw Reymont en colaboración con el mexicano Carlos Pereyra, y una antología de cuentos con Benjamín Jarnés…
Regresado a Cracovia en 1921 tras un periplo iniciado el año anterior, Peiper durante unos años siguió en contacto con el ultraísmo, como lo prueban su condición de corresponsal de diversos diarios españoles, y deUltra, donde publicó un artículo sobre Leon Chwistek, su presencia en las páginas de Alfar y, sobre todo, sus traducciones de Huidobro –con el cual mantuvo entonces correspondencia-, de Borges, de Guillermo de Torre –con quien terminaría polemizando- y otros, en revistas polacas. Esas traducciones avalan la teoría de que el ultraísmo constituyó una referencia importante para Peiper, en ese arranque de su obra como poeta y como ensayista. Referencia que él terminaría ocultando.
En una Polonia que acababa de recobrar su independencia, Peiper conectó con los individuos y los grupos que pugnaban por la constitución de una vanguardia. Otra sección de la exposición documenta, así, la existencia de movimientos como el formismo –de fuertes conexiones expresionistas- y como la versión polaca del futurismo, de revistas como Blok y Praesens, de figuras como los pintores Tytus Czyzewski, Zbigniew Pronaszko o Mieczyslaw Szczuka, o los poetas Bruno Jasienski o Anatol Stern. Varios de ellos participarían en la aventura de la revista Zwrotnica [El cambio de agujas] (1922-1927), gran creación de Peiper. En sus páginas coexisten poetas como Jan Brzekowski –impulsor en París de la revista bilingüe L’Art Contemporain / Sztuka Wspólczesna (1929-1930)-, Jalu Kurek, Julian Przybosz o Adam Wazyk; pintores como Fortunato Depero, Albert Gleizes, Witold Kajruksztis –pionero de la vanguardia lituana-, Fernand Léger, Kasimir Malevich, Louis Marcoussis, Amédée Ozenfant, Kazimierz Podsadecki o Wladyslaw Strzeminski; y traducciones de textos de Marinetti –al cual Peiper conocería en la Cracovia de 1933-, de Maiakowsky y otros poetas rusos, de Tristan Tzara y del compositor Darius Milhaud, entre otros. La revista estuvo plenamente integrada en la red de publicaciones modernas –principalmente dadaístas y constructivistas- de su época, en varias de las cuales se encuentran versos de Peiper.
Teórico, en 1922, de las tres emes (Miasto, Masa, Maszyna, es decir, la masa, la ciudad y la máquina), Peiper se interesa entonces por todas las artes, incluidas la arquitectura, el cine y la música. Sus libros los ilustran Kisling, Léger, Strzeminski… Traba amistad con Malevich, y en 1927 viajan juntos a Berlín y a Dessau, donde visitan la Bauhaus. Todo esto coincide con un momento en que Strzeminski y su mujer, la escultora Katarzyna Kobro, en estrecho contacto con el también pintor Henryk Stazewski y con el poeta Jan Brzekowski, fundan sucesivamente el unismo y el grupo a.r., en que Podsadecki y otros practican el fotomontaje.
Durante la segunda mitad de los años treinta, Peiper, aún presente en Linja (1931-1933) –revista también de Cracovia, impulsada por Brzekowski, Kurek y Przybos y que cabe considerar como la heredera de Zwrotnica-, fue desligándose de la vanguardia, a la cual sobreviviría largas décadas, durante las que publicó traducciones del español –entre otros, de Lope de Vega- y críticas teatrales y cinematográficas, trabajó en diversos textos memorialísticos y en un libro sobre Cristóbal Colón.
Juan Manuel Bonet
http://www.realacademiabellasartessanfernando.com/es/actividades/exposiciones/tadeusz-peiper-heraldo-de-la-vanguardia-entre-espana-y-polonia
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