Momento en que sacan el féretro de Umberto Eco del Castillo Sforzesco, en
Milán, tras la ceremonia laica. MÒNICA BERNABÉ
Dan su último adiós al intelectual en una ceremonia laica y austera, como era voluntad del escritor y filósofo.
MÒNICA BERNABÉ
Miles de personas acudieron este martes al Castillo Sforzesco, en Milán,
para dar su último adiós al escritor y filósofo Umberto Eco, a pesar de que la mayoría ni pudo entrar en el patio
donde tuvo lugar la ceremonia -se tuvo que conformar con quedarse en la plaza
de armas-, ni casi pudo ver nada. Fue
un funeral laico y austero, como deseaba el intelectual, y donde la
palabra fue la protagonista.
No se colocaron grandes pantallas para seguir la celebración, ni tan
siquiera una gran tarima. Sólo se instaló megafonía, y quienes intervinieron
fueron básicamente personas cercanas a Eco, que conocían bien al maestro y sabían de quién
hablaban.
"Siempre me preguntabas cómo me sentía por tener un abuelo como tú y
yo no sabía qué contestarte", dijo Emmanuelle, un nieto de 15 años de Eco
que habló en la ceremonia y que se ganó el aplauso más largo y caluroso de los
asistentes. "Gracias por tus
historias, por tus libros, por la música que me has hecho escuchar, y por los
viajes que hemos compartido. Tenerte como abuelo, me ha llenado de
orgullo. Gracias, abuelo", añadió el adolescente, haciendo esfuerzos para
que no le temblara la voz.
También intervino un amigo del instituto de Umberto Eco, y otro de la
universidad que recordó el tiempo en que el escritor tuvo que hacer el servicio
militar obligatorio. El funeral se inició como le hubiera gustado al semiólogo
y filósofo: con música barroca, que era su favorita, según explicó su editor, Mario Andreose.
Incluso no faltaron las bromas. El actor y dramaturgo Moni Ovadia se tomó la licencia
de explicar un chiste ante el féretro del escritor, que arrancó la risa de
todos los presentes. "A Umberto Eco no le faltaba la ironía y el
humor", justificó. Y tampoco podía faltar en su despedida.
"Un maestro no muere nunca", afirmó por su parte Francesco Umbertini, rector de la
Universidad de Bolonia, donde Eco fue profesor durante más de cuatro décadas, y
uno de los diversos rectores que asistieron al funeral.
También acudieron el actor Roberto
Benigni; el ministro italiano de Bienes y Actividad Cultural, Dario Franceschini; la ministra de
Instrucción e Investigación, Stefania
Giannini; los alcaldes de Milán, Turín, Alessandria, Monte Cerignone, y
San Leo, además de decenas de editores extranjeros y traductores, así como
estudiantes y amigos.
El féretro de Eco fue sacado a hombros del castillo ante el aplauso de los
presentes, mientras su familia caminaba detrás con paso lento y cara
compungida. Sus restos fueron incinerados después.
http://www.elmundo.es/cultura/2016/02/23/56cca1bb268e3e6e448b46b1.html
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