El autor muestra su nuevo trabajo, ‘Un horizonte falso’, con más de 80 fotos que confirman su camino hacia la abstracción
El fotógrafo Alberto García-Alix, en
La Principal de Tabacalera, de Madrid, donde expone su nuevo trabajo, 'Un
horizonte falso'.
SAMUEL SÁNCHEZ
FRASES
COMO FLASES
En su larguísima
trayectoria, Alberto García-Alix ha dejado un rosario de frases que son como
sus imágenes, directas, sencillas:
"Para mí, la fotografía es
poesía visual"; "Con la cámara no pagas psicoanalista, eso que te
ahorras"; "La fotografía me ha librado de estar en una oficina o de
ir a la cárcel"; "¿Un fondo blanco? Eso es una inmensa gama de
grises"; "Sin la fotografía podría vivir. Sin mujeres, no";
"Fotografiar exige un paso al frente. Posicionarse frente a lo que se
mira. También mirarse". Y una en referencia a sus comienzos: "Nadie
entiende ahora que en aquellos años era más subversiva una chica yendo a
comprar el pan con una minifalda de cuero que toda la parafernalia de un
discurso político".
De una Harley blanca y
reluciente se baja el fotógrafo Alberto García-Alix.Gorro
negro para protegerse del frío, chaleco marrón sobre chupa de cuero negra, y
pantalón y botas del mismo color; tatuajes, dos aros en la oreja izquierda y
pelo gris. García-Alix, que en marzo cumplirá 60 años (León, 1956), viene a
hablar de su nuevo trabajo, Un horizonte falso, que
puede verse en las amplias salas de La Principal de Tabacalera, en Madrid,
hasta el 10 de abril. A su conocida voz canalla se une la reciente extirpación
de un tumor de las cuerdas vocales, así que hablar le cuesta a esta leyenda de
la fotografía española.
Cada una de las más de 80 imágenes
de esta muestra —que incluye un vídeo explicativo del trabajo con su propia
voz— "nacieron de una revelación", de un momento especial en el que
García-Alix sintió que tenía que disparar su Hasselblad, como con el retrato a
su amiga Gemma semanas antes de morir esta de un cáncer. La fotografió en el
momento en que ella vuelve su cabeza sin pelo a un fondo gris. Producidas en su
mayoría entre 2010-15, él define estas imágenes como "momentos de
deslumbramiento, en los que hay un halo de emoción y me gusta lo que estoy
mirando", explica, antes de soltar, lapidario: "La cámara me centra.
La fotografía me mantiene vivo".
Estamos pues ante un García Alix más oscuro, que
ha construido "un ensayo fotográfico que remite a lo que la fotografía
lleva en sus genes". Se trata de su obra más conceptual, simbólica,
¿abstracta?, que distorsiona la realidad con deformaciones, sombras, planos
aberrantes, imágenes grotescas y oníricas… como la que se titula Crucifixión,
que muestra a un pequeño pájaro con la cabeza caída al que una mano abre sus
alas, como un Jesucristo en la cruz. Es la línea que inició a principios de
siglo, cuando, durante una estancia en París para curarse una cirrosis,
evolucionó en su conocido lenguaje naturalista de moteros, drogas y seres
marginales.
Precisamente de la Maison Européene
Photographie de la capital francesa llega, actualizada con más obra, Un
horizonte falso —organizada por el Ministerio de Educación, Cultura y
Deporte—, que se divide en varios bloques: autorretratos (comoEsnifando
arena, en el que se ve su sombra sobre una duna); retratos (como el
del poeta Agustín García Calvo y los de personajes típicos de la mirada de
García-Alix: "supervivientes y caídos"); motos (en metáforas
construidas con sombras y detalles); paisajes e imágenes crudas, comoDieciocho
puñaladas, que impacta con el macabro rostro de una asesinada;
animales… Alguien le pregunta el sentido de los perros que asoman en varias de
sus fotos. Alberto se ríe: "Ninguno, sería buscarle tres pies al gato.
Siempre me han atraído los animales".
Lo que mantiene inalterable en este leonés que
hizo sus primeras fotos en una carrera de motos es tirar en analógico y en
blanco y negro. "Lo digital es un cuarto de juguetes, es lo que llamo el
capitalismo de la imagen, porque falsifica las emociones, y me quita la fe, a
mí que soy un eterno insatisfecho". Su amor por la fotografía
analógica es eterno: "Me permite soñar con lo que he hecho a la espera de
revelarlo y poder verlo". Sin embargo, a continuación confiesa: "Hoy
me van a dejar una pequeña cámara digital. Voy a probarla por primera vez, pero
me da miedo, no vaya a ser que me guste".
Con casi cuatro décadas de trayectoria, premio
Nacional en 1999, al que el Museo Reina Sofía dedicó en 2009 una retrospectiva
y distinguido por PHotoEspaña en 2012 por el valor artístico de su obra, a
García-Alix no le va en su carácter lo de hacer balance. "Soy más de mirar
para adelante". Tras un rato atendiendo a la prensa de pie, paseando de
arriba abajo, el fotógrafo admite que lo duro llegará horas después, durante la
presentación oficial, "con un montón de conversaciones cruzadas y gente a
la que saludar". Antes de volver a su Harley y con el frío en el cuerpo de
las salas de Tabacalera, García-Alix invita: "Hace un frío de pelotas.
¿Nos vamos a tomar un café?".
Nacido en 1956, Alberto García-Alix, de formación autodidacta, se empezó a
interesar por la fotografía en 1976.
Gran aficionado a las motos, comenzó a exponer a comienzos de los ochenta, en galerías de Madrid.
Colaboró con diseñadores de moda y en prensa: Vanity Fair, Vogue y EL PAÍS, entre otros.
Fundó el colectivo El canto de la tripulación y una revista homónima en 1989.
Sus retratos, directos, se caracterizan por la sencillez. Siempre utiliza el blanco y negro y la fotografía analógica.
Premio Nacional de Fotografía en 1999. En 2007, protagonizó una retrospectiva en el prestigioso Festival de Arlés. El Museo Reina Sofía le dedicó una gran exposición en 2009.
Su última exposición, en la sala Tabacalera, de Madrid, hasta el 10 de abril, ahonda su camino en la distorsión de la realidad con metáforas visuales.
Gran aficionado a las motos, comenzó a exponer a comienzos de los ochenta, en galerías de Madrid.
Colaboró con diseñadores de moda y en prensa: Vanity Fair, Vogue y EL PAÍS, entre otros.
Fundó el colectivo El canto de la tripulación y una revista homónima en 1989.
Sus retratos, directos, se caracterizan por la sencillez. Siempre utiliza el blanco y negro y la fotografía analógica.
Premio Nacional de Fotografía en 1999. En 2007, protagonizó una retrospectiva en el prestigioso Festival de Arlés. El Museo Reina Sofía le dedicó una gran exposición en 2009.
Su última exposición, en la sala Tabacalera, de Madrid, hasta el 10 de abril, ahonda su camino en la distorsión de la realidad con metáforas visuales.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/02/10/actualidad/1455118721_747627.html
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