“CARLO
COLOMBARA, EL BAJO TRANQUILO por Alicia Perris
Pocas
veces se tiene la fortuna de poder entrevistar a un cantante de ópera tan
versátil, amable y actual en el repertorio de los más famosos teatros líricos
de todo el mundo, como ahora, cuando Carlo Colombara, el bajo de Boloña, se
dispone con rigor pero relajadamente a ponerse a mi disposición para una entrevista sin prisas y con pocas
pausas.
Alumno
de Paride Ventura, recibió en 1986 el reconocido premio G.B.Viotti en Vercelli
como mejor cantante italiano. Un año después ganó el “Concorso As.Li.Co” en
Milán y después llegaron el Premio Lauri Volpi en 1994, el Premio Orazio Tosi
en 1995, el Premio Cappelli en 1999 y el Matassa d´Oro en 2002. Y no serán los
últimos.
Con
una voz bien timbrada y rica, llena de calidez, de una presencia sugerente en
escena, debutó en el Teatro dell´Opera en Roma, con Silva (en el “Ernani” de
Verdi), en el Teatro Comunale de Bolonia en “L´incoronazione” de Monteverdi, y
en 1989 en Procida en “I vespri Sicialiani”, en La Scala de Milán, bajo la
dirección de Riccardo Muti.
Mientras
espero en el coche, a la sombra de un sol de primavera fuerte y caluroso, antes
de que vinieran las lluvias tropicales de las últimas semanas, Colombara llega
a las inmediaciones de la entrada de artistas del Teatro Real y levanta la
vista mirando al horizonte, como buscando a alguien. Es pronto, pero entre sus
virtudes, la puntualidad y esa seriedad y educación que, explica, echa tanto de
menos en la Italia
de hoy en día.
Viene
vestido con ropa “casual” y se presenta, mientras solicita a la seguridad del
teatro poder entrar en su camerino para la entrevista. Desgraciadamente, es la
hora de la larga siesta mesetaria y no hay ningún responsable del Real que nos
abra paso. Es una verdadera pena, porque una entrevista entre los gritos y las
conversaciones de una cafetería cercana al teatro no reúne las mejores
condiciones para charlar o trabajar. Pero aquí estamos, haciendo de la necesidad virtud e intentando un entendimiento
rápido que nos permita comunicarnos los dos de la manera más eficaz posible.
Le
recuerdo que está en Madrid para cantar el Oroveso de “Norma” de Bellini, en
versión concierto. “Cantar la
Norma en concierto da igual, porque se trata de una ópera
estática. Se entra, se canta y se sale”, me explica, esbozando una sonrisa. Y
entonces abordamos un tema importante para él:
A.P:
¿Hace muchos años que vive en España?
C.C:
Sí, 8 años, en Barcelona, que es bastante diferente de Madrid, Madrid es más austera.
A.P.
Y en Barcelona están el mar y el Liceo…?
C.C:
Sí, el clima de Barcelona es mejor. Yo llegué allí por casualidad. Inicialmente
había trabajado en Menorca, me había invitado Juan Pons. Luego conocí a un
abogado aficionado a la lírica que me dijo “¿por qué no vienes a Barcelona?”.
A.P:
Además el Liceo tiene una gran tradición operística.
CC:
Bueno, nosotros cantamos un poco en todas partes del mundo. Un teatro no es
razón suficiente para elegir una ciudad para vivir. Aquí el teatro es muy
joven pero en el Norte de España hay una
gran tradición.
A.P:
Hace años la ópera se hacía en el Teatro de la Zarzuela. Eran los tiempos de
Plácido Domingo, de Carreras, de Aragall, de Cappuccilli…
CC:
He cantado en muchos teatros: en 1995 como Archibaldo en “L´amore dei tre Re”
de Montemezzi, en 1906 como Zaccaria en “Nabucco” de Giuseppe Verdi. Con Zubin
Mehta en la producción que se llevó a cabo al aire libre en la Ciudad Prohibida de Pekín. Fue
una experiencia fabulosa, documentada en vídeo, DVD y CD.
A.P:
También he leído que cantó en el Teatro Colón de Buenos Aires…
CC:
El Colón es algo especial. Cuando fui a hacer allí las primeras pruebas me
pareció tan inmenso, que no se veía el final. Y estaba asustado .Y además tiene
una acústica única. Es uno de los teatros de ópera más bellos del mundo.
A.P:
Ahora acaba de reinaugurarse, después de una restauración complicada e intensa
de varios años…
¿Y
qué tal el Reggio de Parma?
CC:
Es un teatro difícil, con un público exigente.
A.P:
¿Volvería a vivir en Italia?
Carlo
Colombara responde con rotundidad que “nunca más” y me sorprende mucho su
seguridad.
CC:
Sobre todo porque estoy bien aquí, en Italia se vive mal ahora. Hay muchos
problemas. La gente está nerviosa, es maleducada. Afortunadamente no tengo
grandes vínculos para vivir en Italia. Y todos aquellos con los que hablo me
dicen “¡qué suerte, vivir en España!”. Así que creo que he hecho una buena
elección.
A.P:
¿Cuáles son sus aspiraciones después de 27 años de carrera?
CC:
Tener siempre la voz en forma y si hay nuevos papeles como “Don Quijote”, “Don
Pasquale” y “Don Giovanni” y “Los cuentos de Hoffmann”… Este verano canto en
Peralada. Prefiero los teatros más tradicionales, pero en verano es así.
Tengo
trabajo en perspectiva.
A.P:
En su repertorio abunda el Bel canto, Verdi, la ópera francesa, pero también
“Los maestros cantores”…
CC:
Yo canto casi siempre Verdi.
A.P:
Tiene un repertorio muy rico
CC:
Me gusta aceptar cosas nuevas. Me encantaría cantar Boris. Boris lo he grabado.
A.P:
¿Boris con por ejemplo, Gergiev como director? Gergiev estuvo en el Auditorio
de El Escorial dirigiendo una “Tosca” y “El viaggio a Reims”…
C:C:
¿El del Escorial es un teatro pequeño?
A.P:
También estuvo allí Muti con el Maggio Florentino y Verdi. ¿Cómo es el maestro
Muti para trabajar con él?
C.C:
Muti es muy exigente pero si te estima te trata bien.
A.P:
Es napolitano pero no lo parece. Parece del Norte.
C.C:
En realidad sí se ve su condición de napolitano en muchas cosas.
A.P:
¿Empezó con la música estudiando el piano?
C.C:
Sí, me encantaba el mundo del teatro, pero con el piano siempre he sido un
desastre, hasta hoy. Mi padre, que era fisioterapeuta, trabajaba con el padre
de un tenor que le dijo “a lo mejor
Carlo tiene buena voz” Y estudié un aria como barítono de “Un ballo in maschera”.
A.P:
Porque canta Carmen y es un rol de barítono.
C.C:
Bueno, soy bajo. Me dijeron que tenía posibilidades si intentaba prepararme
vocalmente. Me dijo mi maestro, Ventura, que estudiaríamos tres semanas y que
si no iba progresando, no me cobraría nada. Luego le empecé a pagar algo así
como 500 pesetas la clase. Todo comenzó como un juego, como barítono, luego
mudé la voz.
A.P:
¿Qué le aconsejaría a alguien que comienza como cantante?
C.C:
Hoy es difícil, las cosas han cambiado mucho. Los principiantes deben
asegurarse con rapidez de que el maestro que han elegido es verdaderamente
bueno porque hay gente que solo da clases por dinero y esto es una vergüenza.
Hay que buscar un buen maestro y si luego de un tiempo breve no mejoras, hay
que cambiar.
A.P:
¿Cuáles son sus papeles favoritos?
C.C:
Los que tienen no solo interés vocal sino fuerza interior, como Boris, que son
profundos. Hay otros como Macbeth, donde no es tan importante la palabra o el
fraseo.
En
la temporada 2008/9 el maestro Colombara cantó “Macbeth” en A Coruña, “I
Puritani” en el Teatro Massimo de Palermo, un homenaje a Luciano Pavarotti con
el “Requiem” de Verdi, “Nabucco” en el Teatro Valli de Regio Emilia y en
Zurich, “Aída” en Roma y “Carmen” (como Escamillo) en las Termas de Caracalla
en Roma, entre otras representaciones.
Este
bajo boloñés a quien su amigo Ernest Descals le dedicó su tiempo y talento,
plasmando su retrato, también cantó en Tokio, Berlín, Londres y la Ópera
Nacional de Viena, la Arena
de Verona y bajo la dirección de Franco Zeffirelli en Tel Aviv.
Colombara
también suele grabar CD y DVD y participa en transmisiones televisivas,
completando su métier de cantante no solo con representaciones operísticas sino
también con versiones de concierto.
A.P:
¿Qué premios recuerda con más cariño?
C.C:
Siempre el primero. Cuando me vino a buscar Teddy Reno, para llevarme a retirar
el premio a Roma. Vino en coche y junto a él estaba su mujer, Rita Pavone, una
cantante muy popular en los años 60, 70.
A.P:
¡Cómo, Rita Pavone era un mito! Su voz aguardentosa y rota, única, sus pecas…
C.C:
Ella era muy famosa. Ir con los dos en su coche era sorprendente.¡Rita tenía
una vitalidad! Sigue viviendo en Roma, siempre llena de vida..
A.P:
¿Qué recuerdos tiene de Bolonia en lo personal y musical?
C.C:
Bolonia es una ciudad maravillosa que amo, aunque ha cambiado mucho. Voy
bastante allí porque mi madre vive en esa ciudad. Soy hijo único con muchos
amigos. Llevaba en tiempos una vida muy distinta de la que se hace hoy. Mi
madre viene ahora a verme, es bastante activa. Aquella era una vida feliz, mi
maestro de canto, el Conservatorio, el Teatro Comunale. Muchos recuerdos
bellos. Aunque a los 18 años empecé a hacer giras para cantar.
A:P:
¿Qué suele leer? ¿Los clásicos?
C.C:
¡Me gustan tantas cosas! Cuando terminemos la entrevista esta tarde, por
ejemplo, me voy al Prado. Soy hiperactivo. Me gusta leer, el ordenador, en
cambio la televisión siempre está apagada en casa.
A.P:
Su página web está muy bien hecha, es ilustrativa, rica.
C.C:
Ah!, pero no la he hecho yo… (se ríe, divertido).
A.P:
¿Va a A Coruña a menudo?
C.C:
Me gusta mucho su gente. Son hospitalarios. Voy casi cada año, este verano no,
porque estaré en Peralada.
A.P:
¿Cómo ve la ópera en España?
C.C:
Los problemas empiezan ahora pero España tiene una producción enorme. Italia en
cambio invierte poquísimo en cultura: un 0,3% del PIB. Es una lástima. Solo
quedan las cosas materiales, solo piensa la gente en el dinero, el dinero!
España para un cantante es un buen lugar.
(Colombara
utiliza un italiano claro conmigo, pero jugoso, evocador. Fácil para neófitos,
nada dialectal. Y es paciente. Pero el murmullo del bar donde nos reunimos va
en aumento).
A.P:
¿Cómo ve esta “Norma” que ha venido a cantar?
C.C:
El “casting” es excelente, será una buena velada.
A.P:
¿Con qué directores está más cómodo trabajando?
C.C:
Con los directores que saben hacer su trabajo y respetan al cantante y a los
compositores, los autores. No estoy bien con los que reescriben la ópera porque
tienen una “idea nueva”. Todos debemos ser humildes y reconocer que somos menos
importantes que la ópera escrita. Hay que ser profesional sin inventar nada,
porque está todo inventado.
A.P:
¿Qué opina de los montajes actuales, los más modernos?
C.C:
La ópera vive porque el público se renueva. Pero hay jóvenes que nunca vieron
ópera, entonces, cuando se representa una ópera tradicional como “Don Carlo” o
“Ana Bolena” o “La Bohème ”,
el niño o el joven quiere ver esa ópera. Hay que respetar a todo tipo de
público y no exclusivamente las exigencias de un director o un “regista”.
Esto
en cuanto al discurso educativo. En lo referente al aspecto artístico, si
moderno quiere decir tantas técnicas vanguardistas, las luces, las
proyecciones… A veces veo la ópera italiana en que alguien dice “dame el puñal”
y le dan una pistola. Esto no tiene sentido.
A.P:
¿No ha visto el montaje de Del Monaco para “Andrea Chénier” en Madrid, esta
temporada? Fue precioso. Fui con mis alumnos y disfrutaron muchísimo. El
ambiente de la Revolución Francesa ,
el universo de las Luces. Les encantó!
Carlo
Colombara sigue por su parte, como en voz alta, reflexionando sobre este tema
candente de la “modernidad” y las puestas en escenas poco tradicionales.
C.C:
¿Quiénes quieren estos montajes? El público no, los críticos, los snobs. Este
tipo de propuesta es un pecado. La ópera debe ser una tradición que se renueva.
Creen ser modernos pero no lo son, porque el público ya lo ha visto todo. El
público quiere calidad y está pagando mucho dinero por una entrada.
A.P:
El público aquí es bastante mayor. Hay que tener en general dinero y tiempo
para estar pendiente de las funciones, de las entradas, de los horarios. Estar
bastante desocupado.
C.C:
De todas formas podrían hacer veladas exclusivamente para jóvenes, incluso con
“casting” menos caros.
A.P:
Entonces, ¿estuvo con Zeffirelli en Tel Aviv?
C.C:
Sí he cantado con él a veces, en Tokio, en Nápoles, en Roma.
A.P:
Me gustó la película que hizo sobre María Callas. El era un fan de María.
Y
Usted como italiano, ¿Callas o Tebaldi?
C.C:
A veces se tiene el grandísimo defecto de casarse con uno y matar al otro. La Callas era “la Norma ” y Tebaldi “La Bohème ”.
A.P:
¿Y la película sobre “Medea”, de Pasolini?
C.C:
Es muy interesante.
A.P:
Hubo una exposición sobre Pasolini muy completa en el Círculo de Bellas Artes.
Su muerte parece un poco un final de etapa en Italia.
C.C:
Sí, la época de Moravia, de Sciascia.
A.P:
Medea parece de lo más sencillo de Pasolini.
C.C.
Luego está El Decamerón…
A.P:
Sí, algo más festivo y “Teorema” y “Porcile”, ¡qué películas! De la Italia de entonces nos
llegaban propuestas muy distintas: Zeffirelli era un modelo, Pasolini otro. Y
estaban Monicelli, Fellini y tantos otros. En aquella época era más difícil
entenderlos que ahora. El paso del tiempo les ha prestado comprensión y
contextualización.
A.P:
¿Cómo se definiría como cantante y como persona?
C.C:
Como persona me tienen que definir los demás, los amigos y como artista esta
pregunta debería responderla el público. Como cantante intento hacer honor a
esta profesión. Como ser humano trato de llevar una vida limpia, justa.
A.P:
¿Le gusta viajar o viaja exclusivamente por necesidad de trabajo?
C.C:
Sí, me gusta. He dado hasta la vuelta al mundo. Me fui a cantar a Santiago (de
Chile) y de ahí visité la Isla
de Pascua, Nueva Zelanda, Australia y Singapur. Nueva Zelanda es otro mundo,
¡qué verde!
A.P:
Y en la Isla de
Pascua qué hacía? No hay nada…
C:C:
Salvo los moai. Allí tuve una experiencia malísima. Volcamos con un jeep en
medio del desierto.
Parece
que la aventura no está excluida de la vida de este cantante afable, reflexivo,
que se esfuerza por estar en consonancia con el mundo.
A.P:
¿Dónde le gustaría vivir si pudiera elegir libremente?
C.C:
Yo hago proyectos en Africa. Africa nos hace replantearnos todo y debo decir
que allí la gente es pura, aunque haya necesidad y miseria. Me gustaría radicarme en ese continente, en
Malawi, donde colaboro con Save the Children. Es otro mundo, pero no sé si
tendría la fuerza necesaria para poder hacerlo. Porque la gente que vive y trabaja
allí es extraordinaria.
A.P:
Muchísimas gracias por su tiempo. Piacere.
Me
despido estrechándole la mano y pronunciando las palabras mágicas de rigor
cuando falta un solo día para el estreno de Norma en el Real: Carlo,” in bocca
al lupo”, le digo. “Crepi”, me contesta y se va alejando despacito entre el
bullicio de los coches y los paseantes que empiezan a poblar las inmediaciones
de la Plaza de
Oriente después de una siesta interminable”.
Mañana
publicaremos la reseña completa de la ópera citada.
Alicia Perris
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