viernes, 15 de julio de 2016

I PURITANI EN EL TEATRO REAL

I Puritani (Los Puritanos) de Vincenzo Bellini (1801-1835). Teatro Real y retransmisión en directo en streaming  a numerosas instituciones españolas, ciudades y países.14 de julio de 2016.

Programa

Melodramma serio en tres actos

Libreto de Carlo Pepoli, basado en la obra de teatro Têtes rondes et cavaliers (1833) de Jacques-François Ancelot y Jacques-Xavier Saintine
Estrenada en el Théâtre Italien de París, el 24 de enero de 1835. Estreno en el Teatro Real el 6 de diciembre de 1850. Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con el Teatro Municipal de Santiago de Chile

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real

Ficha Artística

Dirección musical: Evelino Pidò
Dirección de escena: Emilio Sagi
Escenografía: Daniel Bianco
Figurines: Peppispoo
Iluminación: Eduardo Bravo
Dirección del coro: Andrés Máspero

Lord Gualtiero Valton: Miklós Sebestyén
Sir Giorgio: Nicolas Testé
Lord Arturo Talbo: Javier Camarena
 Sir Riccardo Forth:Ludovic Tézier
Sir Bruno Robertson: Antonio Lozano
Enriqueta de Francia: Annalisa Stroppa
Lady Elvira Valton: Diana Damrau 


Es difícil un día como hoy, después del festejo en Francia del Día de la Independencia, con un nuevo atentado en Niza que ha dejado en el momento de escribir estas líneas casi cien muertos, hablar de ópera.

De hecho, mientras estábamos disfrutando de esta velada palpitante dentro del Teatro Real con la retransmisión en la Plaza de oriente, ocurrían los hechos que hoy van a poblar las portadas de los medios periodísticos de todo el mundo.

No hay categoría de muertos, los seres humanos tienen el mismo derecho a que se les respete su vida y sus libertades, pero Francia nos duele siempre de una manera especial, por su cercanía, también geográfica, por su vocación de país de libertades y de acogida a gentes que han llegado de todas partes, desde hace siglos. Niza, en otros tiempos patria italiana, además está muy cerca de Italia y las tierras de Puccini, que habló también en muchos de sus personajes, de amor y libertad.
Sea como sea, la parálisis o el estar de rodillas es lo que desearían los terroristas, los enemigos de la vida. Así que sigamos.



I Puritani ha sido la almendra de las actividades de la Semana de la Ópera del Teatro Real, con la retransmisión en directo de la función del 14 de julio en diferentes espacios de Madrid (museos, centros culturales, auditorios, universidades, etc.) muchas ciudades españolas otros países, como México Colombia.

Se ofrecerán diez funciones, entre el 4 y el 24 de julio, de una producción que cuenta con dirección musical de Evelino Pidò y escénica de Emilio Sagi.
Entre las instituciones que participarán de esta iniciativa estarán el Museo del Prado, el Museo Reina Sofía, el Centro Niemeyer de Avilés, Museo Guggenheim Bilbao y La Alhambra de Granada, entre otras.
La ópera I Puritani puede considerarse el debut de Bellini en París. Allí se estrenó en 1835 en el Théâtre-Italien con una muy favorable respuesta por parte del público. Se despliegan aquí los conocidos recursos del melodrama italiano del romanticismo: encuadre histórico, amor, celos, intriga política, locura… Se trata de una partitura con una orquestación más ambiciosa que en obras anteriores del compositor, con un engarce de melodías fascinantes, himnos heroicos y arias y dúos de difícil coloratura. No falta, en el libreto, muy bien arropado por la música, que costó algunas preocupaciones suplementarias a Bellini, las referencias a la nostalgia de la patria y la libertad perdidas.

El compositor compensa con gran acierto la efusividad lírica y las necesidades dramáticas, compone arias y dúos de coloratura difícil y redondea una creación sublime de gran capacidad emotiva que siempre ha fascinado a los públicos más diversos.

El responsable de la dirección de escena, muy conocido en el Real, Emilio Sagi, se centra en un universo onírico, desbordado por los sentimientos y retratado en el contraste del blanco y el negro. Para este director de escena, la partitura de I Puritani es cristalina, romántica, sublima las emociones y está cargada de sensualidad, por esa razón desnuda el espacio de todo realismo y lo centra en la música y las voces. Precioso el clima que ofrecen las lámparas con una iluminación sugerente y hermosa.

Daniel Bianco, actual director del Teatro de La Zarzuela de Madrid, se hace cargo de la escenografía, Peppispoo (Pepa Ojanguren) diseña el vestuario, sobrio pero evocador y Eduardo Bravo dirige la delicada iluminación como decíamos, en esta coproducción firmada por el Teatro Real y el Teatro Municipal de Santiago de Chile que recibió numerosos elogios en mayo de 2014.

Que esta retransmisión haya podido seguirse en directo en algunos de los espacios culturales más importantes de España como el Museo del Prado, el Museo Reina Sofía, el Centro Niemeyer de Avilés, el Museo Guggenheim Bilbao y La Alhambra de Granada, entre otros y que además, la plataforma audiovisual del Teatro Real, Palco Digital, ofreciera la representación en streaming, de forma gratuita, para todos los que no hayan podido acercarse a la Plaza de Oriente, es un paso adelante muy importante que lleva a cabo el coliseo madrileño. Es  favorecer el acercamiento y el disfrute de un género como la ópera, tradicionalmente considerado elitista y al alcance, sobre todo económico, de unos pocos.

Bellini, prematuramente muerto a los 34 años, firmó con I Puritani su último trabajo. Justo cuando había logrado que la sociedad parisina se rindiera a sus pies y por fin, en un panorama musical dominado por los italianos, desde Rossini a Donizetti, su gran rival, se despide desgraciadamente con esta obra que se estrenaría en el Théâtre Italien en 1835.

El compositor de Catania optó por un proyecto histórico sobre el fondo de la guerra civil inglesa que lideraron Cromwell y los puritanos. Desgraciadamente en esa época, como ocurrió tantas veces en la Europa en construcción de los Valois, los Tudor o los Estuardo, las guerras de religión fueron decisivas para los enfrentamientos entre países y pueblos que dieron lugar a verdaderas carnicerías, como la del 24 de agosto en Francia durante la San Bartolomé, donde miles de católicos enfervorecidos pasaron a cuchillo a hugonotes desprevenidos en todo el país. Fue durante los fastos de la boda de Henri IV de Borbón con una hija de las hijas de Catalina de Medici, Margarita de Valois. Con otros decorados y otros irredentos, los escenarios y las masacres de inocentes, vuelven a cobrar actualidad ahora mismo.

Siempre lucidas las voces del coro que dirige Andrés Máspero, pero podría esta vez mejorar su dicción italiana. La dirección musical de Evelino Pidó, considerado un especialista en belcanto según la crítica del foro, podría ajustarse, porque por momentos suena laxa y deslavazada, con falta de nervio y desconsideración hacia los tempi. Fue la única figura de la noche de ayer criticada por el público, en medio de los aplausos generales.

Sagi, Bianco, Peppispoo y Bravo, director de escena, escenógrafo, figurinista e iluminador respectivamente, consiguieron una atmósfera entre la irrealidad y la esperanza sugerida de un final feliz.

El húngaro Miklós Sebestyén como Lord Gualtiero Valton hizo una presentación muy digna y elegante, mientras que conquistaron la presencia escénica y la flexibilidad vocal de Nicolás Testé en su papel de Sir Giorgio, nada convencional.

Annalisa Stroppa, mezzosoprano italiana graduada en el Conservatorio di Brescia, consiguió una Enrichetta de Francia perseguida y amenazada por la suerte sufrida por su consorte real, con una prestación delicada e intimista, tanto en lo vocal como en lo teatral. Es como diría Shakespeare, “otro juguete del destino”, como Ofelia, como en este caso Elvira.

Ludovic Tezier, barítono marsellés, muy bien y sobrado en su Sir Riccardo Forth. Excelentes todos los mal llamados “secundarios” de esta ópera, simplemente cantan menos que los “protagonistas”, pero lo hacen con solvencia. Inmensos el Lord Arturo Talbo de Javier Camarena y la Lady Elvira Valton que bordó con soltura y amplitud Diana Damrau. Camarena va dejando una enorme estela de éxitos allí donde recala su portentosa técnica, también en el Teatro Real, donde se lució a lo grande en la Fille du Régiment. Y Damrau es una de las sopranos alemanas más cotizadas en el panorama operístico internacional. Su voz aterciopelada es capaz de inigualables portentos y es de un gracilidad extrema en escena, donde pasa del más absoluto delirio a una recobrada conciencia llena de amor y deseo.

A destacar, como nota curiosa por esta periodista que pudo disfrutar de dos casts diferentes, la primera vez el 11 de julio y anoche, es el excelente feeling que despliega Javier Camarena con sus dos Elviras. Caballeroso, inmenso, sus gestos amorosos hacia las sopranos no hacen más que amplificar una adecuación perfecta y apasionada al personaje, muy latina, muy febril.


Muchos bravi y aplausos para todos, especialmente para los protagonistas. La retransmisión dentro del Teatro Real, con algunas incursiones visuales sobre la Plaza de Oriente y el público y autoridades congregados allí, fue un éxito y un logro en este verano que clausura hasta septiembre la temporada con I Due Foscari, cantado por Plácido Domingo bajo la dirección del Maestro Pablo Heras-Casado.

La ópera y la música, otra vez, nos ayudarán a enjugar las lágrimas , apretar los dientes y convivir con este nuevo luto en tierras de Francia.


Alicia Perris

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