I Puritani (Los
Puritanos) de Vincenzo Bellini (1801-1835). Teatro Real y retransmisión en
directo en streaming a numerosas
instituciones españolas, ciudades y países.14 de julio de 2016.
Programa
Melodramma serio en tres actos
Libreto de Carlo Pepoli, basado en la obra de teatro Têtes rondes et cavaliers (1833) de Jacques-François Ancelot y Jacques-Xavier Saintine
Estrenada en el Théâtre Italien de París, el 24 de enero de 1835. Estreno en el Teatro Real el 6 de diciembre de 1850. Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con el Teatro Municipal de Santiago de Chile
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Ficha
Artística
Dirección musical: Evelino Pidò
Dirección de escena: Emilio Sagi
Escenografía: Daniel Bianco
Dirección de escena: Emilio Sagi
Escenografía: Daniel Bianco
Figurines: Peppispoo
Iluminación: Eduardo Bravo
Dirección del coro: Andrés Máspero
Iluminación: Eduardo Bravo
Dirección del coro: Andrés Máspero
Lord Gualtiero Valton: Miklós Sebestyén
Sir Giorgio: Nicolas Testé
Lord Arturo Talbo: Javier Camarena
Sir Riccardo Forth:Ludovic Tézier
Sir Bruno Robertson: Antonio Lozano
Enriqueta de Francia: Annalisa Stroppa
Lady Elvira Valton: Diana Damrau
Sir Giorgio: Nicolas Testé
Lord Arturo Talbo: Javier Camarena
Sir Riccardo Forth:Ludovic Tézier
Sir Bruno Robertson: Antonio Lozano
Enriqueta de Francia: Annalisa Stroppa
Lady Elvira Valton: Diana Damrau
Es difícil un
día como hoy, después del festejo en Francia del Día de la Independencia, con
un nuevo atentado en Niza que ha dejado en el momento de escribir estas líneas
casi cien muertos, hablar de ópera.
De hecho,
mientras estábamos disfrutando de esta velada palpitante dentro del Teatro Real
con la retransmisión en la Plaza de oriente, ocurrían los hechos que hoy van a poblar
las portadas de los medios periodísticos de todo el mundo.
No hay categoría
de muertos, los seres humanos tienen el mismo derecho a que se les respete su
vida y sus libertades, pero Francia nos duele siempre de una manera especial,
por su cercanía, también geográfica, por su vocación de país de libertades y de
acogida a gentes que han llegado de todas partes, desde hace siglos. Niza, en
otros tiempos patria italiana, además está muy cerca de Italia y las tierras de
Puccini, que habló también en muchos de sus personajes, de amor y libertad.
Sea como sea, la
parálisis o el estar de rodillas es lo que desearían los terroristas, los
enemigos de la vida. Así que sigamos.
I Puritani ha sido la almendra de las actividades
de la Semana de
la Ópera del Teatro Real, con la retransmisión en directo de la
función del 14 de julio en diferentes espacios de Madrid (museos, centros culturales, auditorios, universidades,
etc.) muchas ciudades
españolas y otros países, como México o Colombia.
Se ofrecerán
diez funciones, entre el 4 y el 24 de julio, de una producción que cuenta con
dirección musical de Evelino Pidò y escénica de Emilio Sagi.
Entre las
instituciones que participarán de esta iniciativa estarán el Museo del Prado,
el Museo Reina Sofía, el Centro Niemeyer de Avilés, Museo Guggenheim Bilbao y
La Alhambra de Granada, entre otras.
La ópera I Puritani puede considerarse el
debut de Bellini en París. Allí se estrenó en 1835 en el Théâtre-Italien con
una muy favorable respuesta por parte del público. Se despliegan aquí los conocidos
recursos del melodrama italiano del romanticismo: encuadre histórico, amor, celos,
intriga política, locura… Se trata de una partitura con una orquestación más ambiciosa
que en obras anteriores del compositor, con un engarce de melodías fascinantes,
himnos heroicos y arias y dúos de difícil coloratura. No falta, en el libreto,
muy bien arropado por la música, que costó algunas preocupaciones
suplementarias a Bellini, las referencias a la nostalgia de la patria y la
libertad perdidas.
El
compositor compensa con gran acierto la efusividad lírica y las necesidades
dramáticas, compone arias y dúos de coloratura difícil y redondea una creación
sublime de gran capacidad emotiva que siempre ha fascinado a los públicos más
diversos.
El responsable de la dirección de escena, muy conocido
en el Real, Emilio Sagi, se centra en un universo onírico, desbordado por los
sentimientos y retratado en el contraste del blanco y el negro. Para este
director de escena, la partitura de I Puritani es cristalina, romántica,
sublima las emociones y está cargada de sensualidad, por esa razón desnuda el
espacio de todo realismo y lo centra en la música y las voces. Precioso el
clima que ofrecen las lámparas con una iluminación sugerente y hermosa.
Daniel Bianco, actual director del Teatro de La
Zarzuela de Madrid, se hace cargo de la escenografía, Peppispoo (Pepa
Ojanguren) diseña el vestuario, sobrio pero evocador y Eduardo Bravo dirige la
delicada iluminación como decíamos, en esta coproducción firmada por el Teatro
Real y el Teatro Municipal de Santiago de Chile que recibió numerosos elogios
en mayo de 2014.
Que esta retransmisión haya podido seguirse en
directo en algunos de los espacios culturales más importantes de España como el
Museo del Prado, el Museo Reina Sofía, el Centro Niemeyer de Avilés, el Museo Guggenheim Bilbao y La Alhambra de Granada, entre otros y
que además, la plataforma audiovisual del Teatro Real, Palco Digital, ofreciera la
representación en streaming, de forma
gratuita, para todos los que no hayan podido acercarse a la Plaza de Oriente,
es un paso adelante muy importante que lleva a cabo el coliseo madrileño. Es favorecer el acercamiento y el disfrute de un
género como la ópera, tradicionalmente considerado elitista y al alcance, sobre
todo económico, de unos pocos.
Bellini,
prematuramente muerto a los 34 años, firmó con I Puritani su último trabajo.
Justo cuando había logrado que la sociedad parisina se rindiera a sus pies y
por fin, en un panorama musical dominado por los italianos, desde Rossini a
Donizetti, su gran rival, se despide desgraciadamente con esta obra que se
estrenaría en el Théâtre Italien en 1835.
El compositor de
Catania optó por un proyecto histórico sobre el fondo de la guerra civil
inglesa que lideraron Cromwell y los puritanos. Desgraciadamente en esa época,
como ocurrió tantas veces en la Europa en construcción de los Valois, los Tudor
o los Estuardo, las guerras de religión fueron decisivas para los
enfrentamientos entre países y pueblos que dieron lugar a verdaderas
carnicerías, como la del 24 de agosto en Francia durante la San Bartolomé,
donde miles de católicos enfervorecidos pasaron a cuchillo a hugonotes
desprevenidos en todo el país. Fue durante los fastos de la boda de Henri IV de
Borbón con una hija de las hijas de Catalina de Medici, Margarita de Valois. Con
otros decorados y otros irredentos, los escenarios y las masacres de inocentes,
vuelven a cobrar actualidad ahora mismo.
Siempre lucidas
las voces del coro que dirige Andrés Máspero, pero podría esta vez mejorar su
dicción italiana. La dirección musical de Evelino Pidó, considerado un
especialista en belcanto según la crítica del foro, podría ajustarse, porque
por momentos suena laxa y deslavazada, con falta de nervio y desconsideración
hacia los tempi. Fue la única figura de la noche de ayer criticada por el público,
en medio de los aplausos generales.
Sagi, Bianco,
Peppispoo y Bravo, director de escena, escenógrafo, figurinista e iluminador
respectivamente, consiguieron una atmósfera entre la irrealidad y la esperanza
sugerida de un final feliz.
El húngaro
Miklós Sebestyén como Lord Gualtiero Valton hizo una presentación muy digna y
elegante, mientras que conquistaron la presencia escénica y la flexibilidad
vocal de Nicolás Testé en su papel de Sir Giorgio, nada convencional.
Annalisa
Stroppa, mezzosoprano italiana graduada en el Conservatorio di Brescia,
consiguió una Enrichetta de Francia perseguida y amenazada por la suerte
sufrida por su consorte real, con una prestación delicada e intimista, tanto en
lo vocal como en lo teatral. Es como diría Shakespeare, “otro juguete del
destino”, como Ofelia, como en este caso Elvira.
Ludovic Tezier,
barítono marsellés, muy bien y sobrado en su Sir Riccardo Forth. Excelentes
todos los mal llamados “secundarios” de esta ópera, simplemente cantan menos
que los “protagonistas”, pero lo hacen con solvencia. Inmensos el Lord Arturo
Talbo de Javier Camarena y la Lady Elvira Valton que bordó con soltura y
amplitud Diana Damrau. Camarena va dejando una enorme estela de éxitos allí
donde recala su portentosa técnica, también en el Teatro Real, donde se lució a
lo grande en la Fille du Régiment. Y Damrau es una de las sopranos alemanas más
cotizadas en el panorama operístico internacional. Su voz aterciopelada es
capaz de inigualables portentos y es de un gracilidad extrema en escena, donde
pasa del más absoluto delirio a una recobrada conciencia llena de amor y deseo.
A destacar, como
nota curiosa por esta periodista que pudo disfrutar de dos casts diferentes, la
primera vez el 11 de julio y anoche, es el excelente feeling que despliega
Javier Camarena con sus dos Elviras. Caballeroso, inmenso, sus gestos amorosos
hacia las sopranos no hacen más que amplificar una adecuación perfecta y apasionada
al personaje, muy latina, muy febril.
Muchos bravi y
aplausos para todos, especialmente para los protagonistas. La retransmisión
dentro del Teatro Real, con algunas incursiones visuales sobre la Plaza de
Oriente y el público y autoridades congregados allí, fue un éxito y un logro en
este verano que clausura hasta septiembre la temporada con I Due Foscari,
cantado por Plácido Domingo bajo la dirección del Maestro Pablo Heras-Casado.
La ópera y la
música, otra vez, nos ayudarán a enjugar las lágrimas , apretar los dientes y
convivir con este nuevo luto en tierras de Francia.
Alicia Perris
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