martes, 26 de julio de 2016

LOS CLÁSICOS DE LA SIERRA- ORQUESTA DE ALUMNOS Y EX -ALUMNOS DEL CIM PADRE ANTONIO SOLER

Obras de F.J. Haydn (1732-1809), R. Wagner (1813_1883) y J. Brahms (1833-1897). Director Giuseppe Mancini. Iglesia de San Bernabé. El Escorial. Viernes 22 de julio de 2016.


Programa
--F.J. Haydn: Sinfonía no. 30 en Do Mayor (HON.1:30)
1. Allegro. 2. Andante. 3. Finale. Tempo di Menuet, piuttosto Allegretto.
--R. Wagner: Idilio de Sigfrido para pequeña orquesta.
--J. Brahms. Serenata no. 1 en re Mayor, op.11
1. Allegro molto. 2. Scherzo: Allegro non troppo/Trio. Poco più moto. 3. Adagio non troppo. 4. Menuetto I- Menuetto II. 5: Scherzo II: Allegro- trio. 6. Rondo: Allegro.


Después de una presentación por parte del concertino y del Maestro Mancini, explicando la razón de este concierto en el corazón del estío escurialense, el concierto se desarrolló, en palabras del propio director, de una forma “solar y luminosa”.
Difícil este métier de profesor con adolescentes, vocacional tarea que no siempre desemboca en buen puerto. La del grupo de Alumnos y Ex -Alumnos del CIM Padre Antonio Soler de San Lorenzo del Escorial y su director, parece una excepción.

No recuerdo a pesar de llevar una trayectoria enjundiosa de audiciones y conciertos en varias partes del mundo, si acaso con la Diván-Diván de Daniel Barenboim, una relación tan fértil, cómplice y empática como la que tienen estos jóvenes, profesionales por su entrega, el sonido que sacan a su instrumento, la disciplina y la pasión que ponen como individuos y como grupo orquestal con su maestro de toda la vida.

Durante toda la noche y el concierto fue largo y difícil incluso para veteranos, porque no es fácil enjuagar un Wagner y menos sin la pompa sonora de las grandes formaciones o terminar fresco después de abordar en la segunda parte la Serenata de Brahms.

Estos jóvenes tienen una conexión absoluta entre ellos y con Giuseppe Mancini, que, como expresó al comienzo de la velada, consigue rescatar del pasado algo que vuelve a ser presente: reunir a antiguos  y actuales discípulos, que en la actualidad forman parte de la Gustav Mahler Jungendorchester, como Pablo Quintanilla, o de la joven orquesta de la Comunidad de Madrid, como varios de ellos, o de la Hochschule für Musik de Leipzig como el violista Pablo Andrés, o de la Junge Philarmonie de Köln como el intérprete de flauta Diego García. Hay también integrantes de la Orquesta Joven de Andalucía (como Lorenzo Quintanilla, oboe), del Real Conservatorio Superior de Madrid o incluso alumnos todavía del CIM Padre Antonio Soler.
 Y todos ellos y ellas, como la percusión de Lydia Redondo, o las trompas de Pablo, Marina y Eduardo, los oboes de Lorenzo y Marta, los fagotes de Albero y Cecilia, los contrabajos de Pablo, Helena y Jimena, los cellos de muchos, el resto de las violas y todos los violines estuvieron fantásticos.


Giuseppe Mancini, músico y director de orquesta nacido en Roma, podría haberse dedicado como tantos, a recorrer salones y despachos para medrar o a convertirse en crítico porque es complicado el día a día en un conservatorio y es más fácil juzgar la labor de otros desde la facilidad y la autoridad de los manuales.

Pero eligió esto último y la oportunidad de “hacer música” como a él le gusta decir, le encandila y lo galvaniza “tanto como tocar en la Scala de Milán o en la Filarmónica de Viena”.
Escuchando el color y la expresividad , la interpretación inteligente que sus discípulos de siempre sacan a los instrumentos y esa sonrisa disponible para el público y para sus compañeros de fatiga musical que exhibieron toda la noche, me demuestra que Usted tiene razón, que a veces los proyectos aparentemente modestos  son los más grandes.

No se hizo música religiosa a pesar de que el concierto tuvo lugar en una iglesia, con excelente acústica por cierto, pero el maestro Mancini destacó el Alleluia de la Sinfonía en Do mayor de Mozart, como un jubileo a lo que los propios muchachos consiguieron esa noche, viniendo de diferentes puntos cardinales: tocar como un solo corazón y una sola cabeza.

El público, de veraneantes, familiares y feligreses, aplaudió con efusividad. Se sacaron fotos, se grabó el concierto, disfrutamos todos, los intérpretes que rodearon el atril de Giuseppe Mancini, que acabó exhausto, más de la emoción y del gozo que del esfuerzo, creo y los presentes, entusiasmados y entregados ante la sorpresa de semejante regalo. Un lujo.

El verano que viene la orquesta de Alumnos y ex -Alumnos del CIM Padre Antonio Soler tiene otra cita con este público, en El Escorial o donde sea. Allí estaremos todos y esta vez, llevaremos burbujas y copas, para un brindis que acompañe desde la luz, toda esa colección infinita de sonidos que han quedado en el aire. Para siempre.

Fotos y webmaster Julio Serrano Ruano


Alicia Perris  

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