Obras de F.J. Haydn (1732-1809), R.
Wagner (1813_1883) y J. Brahms (1833-1897). Director Giuseppe Mancini. Iglesia de San Bernabé. El Escorial. Viernes 22
de julio de 2016.
Programa
--F.J. Haydn: Sinfonía no. 30 en Do
Mayor (HON.1:30)
1. Allegro. 2. Andante. 3. Finale.
Tempo di Menuet, piuttosto Allegretto.
--R. Wagner: Idilio de Sigfrido
para pequeña orquesta.
--J. Brahms. Serenata no. 1 en re
Mayor, op.11
1. Allegro molto. 2. Scherzo:
Allegro non troppo/Trio. Poco più moto. 3. Adagio non troppo. 4. Menuetto I-
Menuetto II. 5: Scherzo II: Allegro- trio. 6. Rondo: Allegro.
Después de una presentación por
parte del concertino y del Maestro Mancini, explicando la razón de este
concierto en el corazón del estío escurialense, el concierto se desarrolló, en
palabras del propio director, de una forma “solar y luminosa”.
Difícil este métier de profesor con
adolescentes, vocacional tarea que no siempre desemboca en buen puerto. La del
grupo de Alumnos y Ex -Alumnos del CIM Padre Antonio Soler de San Lorenzo del
Escorial y su director, parece una excepción.
No recuerdo a pesar de llevar una
trayectoria enjundiosa de audiciones y conciertos en varias partes del mundo,
si acaso con la Diván-Diván de Daniel Barenboim, una relación tan fértil,
cómplice y empática como la que tienen estos jóvenes, profesionales por su
entrega, el sonido que sacan a su instrumento, la disciplina y la pasión que
ponen como individuos y como grupo orquestal con su maestro de toda la vida.
Durante toda la noche y el concierto
fue largo y difícil incluso para veteranos, porque no es fácil enjuagar un
Wagner y menos sin la pompa sonora de las grandes formaciones o terminar fresco
después de abordar en la segunda parte la Serenata de Brahms.
Estos jóvenes tienen una conexión
absoluta entre ellos y con Giuseppe Mancini, que, como expresó al comienzo de
la velada, consigue rescatar del pasado algo que vuelve a ser presente: reunir
a antiguos y actuales discípulos, que en
la actualidad forman parte de la Gustav Mahler Jungendorchester, como Pablo
Quintanilla, o de la joven orquesta de la Comunidad de Madrid, como varios de
ellos, o de la Hochschule für Musik de Leipzig como el violista Pablo Andrés, o
de la Junge Philarmonie de Köln como el intérprete de flauta Diego García. Hay
también integrantes de la Orquesta Joven de Andalucía (como Lorenzo Quintanilla,
oboe), del Real Conservatorio Superior de Madrid o incluso alumnos todavía del
CIM Padre Antonio Soler.
Y todos ellos y ellas, como la percusión de
Lydia Redondo, o las trompas de Pablo, Marina y Eduardo, los oboes de Lorenzo y
Marta, los fagotes de Albero y Cecilia, los contrabajos de Pablo, Helena y
Jimena, los cellos de muchos, el resto de las violas y todos los violines
estuvieron fantásticos.
Giuseppe Mancini, músico y director
de orquesta nacido en Roma, podría haberse dedicado como tantos, a recorrer
salones y despachos para medrar o a convertirse en crítico porque es complicado
el día a día en un conservatorio y es más fácil juzgar la labor de otros desde
la facilidad y la autoridad de los manuales.
Pero eligió esto último y la
oportunidad de “hacer música” como a él le gusta decir, le encandila y lo
galvaniza “tanto como tocar en la Scala de Milán o en la Filarmónica de Viena”.
Escuchando el color y la
expresividad , la interpretación inteligente que sus discípulos de siempre
sacan a los instrumentos y esa sonrisa disponible para el público y para sus
compañeros de fatiga musical que exhibieron toda la noche, me demuestra que Usted
tiene razón, que a veces los proyectos aparentemente modestos son los más grandes.
No se hizo música religiosa a pesar
de que el concierto tuvo lugar en una iglesia, con excelente acústica por
cierto, pero el maestro Mancini destacó el Alleluia de la Sinfonía en Do mayor
de Mozart, como un jubileo a lo que los propios muchachos consiguieron esa
noche, viniendo de diferentes puntos cardinales: tocar como un solo corazón y
una sola cabeza.
El público, de veraneantes,
familiares y feligreses, aplaudió con efusividad. Se sacaron fotos, se grabó el
concierto, disfrutamos todos, los intérpretes que rodearon el atril de Giuseppe
Mancini, que acabó exhausto, más de la emoción y del gozo que del esfuerzo,
creo y los presentes, entusiasmados y entregados ante la sorpresa de semejante
regalo. Un lujo.
El verano que viene la orquesta de
Alumnos y ex -Alumnos del CIM Padre Antonio Soler tiene otra cita con este
público, en El Escorial o donde sea. Allí estaremos todos y esta vez,
llevaremos burbujas y copas, para un brindis que acompañe desde la luz, toda
esa colección infinita de sonidos que han quedado en el aire. Para siempre.
Fotos y webmaster Julio Serrano Ruano
Fotos y webmaster Julio Serrano Ruano
Alicia Perris
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