La
literatura más clásica, la poesía y la relación de la diseñadora con los
escritores de la época marcaron su personalidad y gusto estético
"Los libros han sido mis mejores amigos”, le
confesó en una ocasión Coco Chanela su amigo
Paul Morand. La biblioteca de Chanel, además de descubrir a una ávida lectora,
adquiere un peso relevante en la forja de su personalidad y gusto estético. Del
17 de septiembre y hasta el 8 de enero de 2017, Ca’Pesaro International Gallery
of Modern Art en Venecia acoge la exposición La mujer que lee, dedicada a
desvelar nuevas facetas de la inagotable biografía de Coco Chanel. En esta
séptima entrega del ambicioso proyecto Culture Chanel, concebido
por el experimentado comisario Jean-Louis Froment, se aborda la personalidad de
la diseñadora desde una perspectiva inédita: a través de su relación con los
libros y la lectura.
La diseñadora Coco Chanel, en 1964 frente a su
biblioteca. foto: HENRI CARTIER
BRESSON
Sófocles, Shakespeare, Baudelaire, Rilke, Proust,
Claudel, Apollinaire, Cervantes y Mallarmé son algunos de los autores que
ocuparon un lugar importante en su librería del número 31 de la Rue Cambon de
París y que educaron su gusto por lo clásico. Sus lecturas le permitieron
viajar en el tiempo y establecer un rico diálogo a través de diferentes épocas.
“La vida que llevamos siempre cuenta poco, la vida con la que soñamos, esa es
la existencia que importa porque continuará más allá de la muerte”, reza la
nota escrita de puño y letra porGabrielle Chanel (Saumur,
1883 - París, 1971) que abre la exposición. Por primera vez se muestran algunos
objetos personales de la diseñadora junto a joyas y perfumes; libros,
dedicatorias, fotografías y obras de arte conforman las 350 piezas que ayudan a
esbozar el retrato de la Coco Chanel lectora.
Fue la poesía y su relación con los poetas de la
época el eslabón principal que le permitió crear una conexión directa entre el
mundo de la literatura y de la moda. Las amistades que estableció con Jean
Cocteau, Max Jacob y Pierre Reverdy fueron relevantes en la construcción de su
imaginario. La amistad con Cocteau fue muy fructífera e ilustra bien las
sinergias que se crearon entre estos dos universos. Chanel diseñó el vestuario
de varias de las piezas teatrales en las que participaba el poeta y artista,
entre ellas el ballet Blue Train de Diaghilev, que contó también
con la colaboración de Picasso. Por su
parte, Cocteau bocetó algunos de los diseños de Chanel para revistas
internacionales.
Retrato de Gabrielle Chanel,
realizado por Horst P. Horst en 1937. HORST
P. HORST ©CONDÉ NAST/CORBIS/COLLECTION PATRIMOINE
La muestra explora con profundidad los vínculos de
la diseñadora con personajes que de alguna manera le ayudaron a moldear esa
visión eterna de la belleza y la moda que creó y que sigue influyendo hasta
nuestros días. Desde su amistad con Misia Sert, la puerta de entrada al
mundillo artístico de la época, pasando por su relación con el movimiento
dadaísta en París. Impulsada por Tristan Tzara y Francis Picabia, la exposición
establece una interesante analogía entre los flyers Dada y la revolucionaria
estética de su primer perfume, el No5 lanzado
en 1921.
El romance de la diseñadora con el inglés Boy
Capel merece un capítulo a parte. Apasionado de la literatura, el empresario
compartió su afición con ella. La muestra expone por primera vez un cuaderno en
el que Capel anotaba citas e impresiones sobre sus lecturas. Además, la
relación que mantuvieron durante 12 años inspiró el libro Lewis and Irène, de
Paul Morand. Después de su trágica muerte por accidente en 1919, Gabrielle
Chanel guardó como si fueran auténticos tesoros sus libros. Leerlos fue una
forma de recordarle y estar cerca de él. Es en esa época cuando Misia y José
María Sert se la llevan de viaje a Venecia por primera vez y se convierten en
partícipes del flechazo entre la diseñadora y la ciudad italiana que acoge
ahora la exposición.
Después de Moscú en 2007, Shanghái y Pekín en
2011, Cantón y París en 2003 y Seúl en 2014, Jean-Louis Froment y su Culture
Chanel recalan en Venecia. Prendada por la belleza de su arquitectura, Coco
Chanel trasladó a su apartamento parisino su estética suntuosa y barroca que
expandió luego a sus joyas y a los bordados con hilo dorado de alguno de sus
vestidos. La muestra se completa con una selección de piezas de Karl
Lagerfeld, actual diseñador de la firma francesa, que, al igual que
los libros, hablan del legado que Chanel dejó: la pureza de líneas, su gusto
por el clasicismo, su atracción por el barroco y su amor por Rusia y los
dorados de Venecia.
http://elpais.com/elpais/2016/07/27/estilo/1469639920_471099.html
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