26 Abr. 2017 17 Sep. 2017
Desde el 26 de abril hasta
el 17 de septiembre de 2017 el Museo Picasso Málaga presenta el trabajo de un
grupo de pintores de primera línea que, entre la Segunda Guerra Mundial hasta
hoy en día, trabajaron en Londres, ciudad de encuentro artístico y existencial,
en donde con una visión propia representaron la figura humana, el paisaje y lo
cotidiano.
Un total de noventa obras,
entre lienzos y obra en papel, muestran trabajos de los pintores Francis Bacon,
Lucian Freud, Michael Andrews, Frank Auerbach, David Bomberg, William
Coldstream, Ronald B. Kitaj, Leon Kossoff, Paula Rego y Euan Uglow.
Su trabajo germinó en una
época de fortaleza artística de los Estados Unidos frente a una Europa
deprimida y en reconstrucción, mediante un posicionamiento pictórico muy
personal en la representación de la condición humana en la intimidad de la vida
y de los encuentros.
La conservadora del
departamento de arte moderno británico en la Tate, Elena Crippa, es la
comisaria de esta exposición organizada por Tate Londres con la colaboración
del Museo Picasso Málaga y el patrocinio de CaixaBank. Para la ocasión, se
muestra por vez primera en conjunto una extraordinaria selección de obras clave
de este museo británico.
En la década de los
cincuenta del pasado siglo, un pequeño grupo de pintores que compartían
inquietudes y que estaban interrelacionados por vínculos de amistad y
admiración mutua, exploraron la apariencia y la fragilidad del cuerpo, con la
ciudad de Londres como entorno circundante. A partir de la plasmación de la
figura y de su propio paisaje cotidiano, estos artistas transmitieron la
delicadeza y vitalidad de la condición humana y desarrollaron simultáneamente
nuevos enfoques y estilos, reinventando su modo de representar la vida con una
marcada individualidad y dotando a la pintura de una inusitada intensidad.
Si bien la mayoría obtuvo
desde sus inicios el reconocimiento de la crítica, el del público tardó más en
llegar debido principalmente a que el arte centrado en la figura humana estuvo
subestimado desde los sesenta hasta los ochenta, años en los que la abstracción
y lo conceptual eran las formas predominantes de la expresión artística. La
comisaria de la exposición, Elena Crippa, considera que aunque durante mucho
tiempo el trabajo de estos pintores pareció chocar de frente con el discurso
artístico de su entorno, en las últimas décadas se ha reconsiderado, situándolo
en una posición central que permite “una comprensión más rica y compleja del
arte y la cultura posteriores a la Segunda Guerra Mundial”.
Londres, ciudad de
encuentro artístico y existencial
Tras la Segunda Guerra
Mundial, Londres ostentaba moralmente la capitalidad europea. El Reino Unido,
que no había sido invadido, tuvo un papel estratégico en el final de la
contienda y había acogido a fugitivos del nazismo de todas las nacionalidades.
El continente, mientras tanto, se recuperaba de la invasión y de la
destrucción. Fue en la capital británica donde estos artistas coincidieron, se
relacionaron y expusieron, desarrollando disciplinadamente sus propios estilos
y actitudes existenciales con un denominador común: la reivindicación de la
figuración frente a la abstracción dominante. Su trabajo germinó en una época
de fortaleza artística de los Estados Unidos frente a una Europa deprimida y en
reconstrucción, mediante un posicionamiento pictórico muy personal en la
representación de la condición humana en la intimidad de la vida y de los
encuentros.
Estos pintores, que se
conocían y coincidían, muchos de ellos, en locales del Soho londinense,
pintaban esencialmente personas de su círculo inmediato, amigos, parientes y
amantes presentes en la intimidad de su vida cotidiana. En Auerbach, Bomberg,
Freud, Coldstrean, Kossoff y Uglow la pintura surgía generalmente de un
encuentro directo con lo que se quería representar, trabajando muchas veces en
numerosas sesiones de posado a lo largo de meses e incluso de años. Mientras
que, en el caso de Andrews, Kitaj, Rego y, sobre todo, Bacon, la realidad solía
representarse a partir de imágenes ya reproducidas bien en fotografías,
películas, libros, revistas y periódicos, bien en otras obras de arte.
Además de representar el
cuerpo humano, con frecuencia también desviaron su mirada hacia el paisaje a su
alrededor y en concreto a las calles de Londres, en donde residían. El paisaje
urbano, en una ciudad varias veces bombardeada y en reconstrucción, supuso
entonces un sugerente tema para algunos de estos jóvenes pintores que
continuarían retratándola en sus lienzos durante el largo periodo de
recuperación de los años cincuenta y sesenta. Algunos volcaron también su
mirada, ocasional o sistemáticamente, hacia su propio entorno: su estudio o
paisajes menos familiares que hallaron en sus viajes.
Esta exposición, que hasta
el 17 de septiembre de 2017 se muestra en el Museo Picasso Málaga, aunará la
contundente soledad de Francis Bacon, la turbación carnal de Lucien Freud, las
preocupaciones existenciales de Michel Andrews, la pintura tridimensional de
Frank Auerbach, la fuerza emocional de David Bomberg, la rigurosa medición de
William Coldstream, la multiplicidad de Ronald B. Kitaj, la visceralidad de
Leon Kossoff, la subversión de Paula Rego y la proporción de Euan Uglow,
pintores todos ellos vinculados a lo que ha venido en denominarse Escuela de
Londres, etiqueta que no acaba de ser aceptada ni por historiadores del arte ni
por los propios artistas.
Esta exposición está
organizada por Tate Londres con la colaboración del Museo Picasso Málaga y con
el patrocinio de CaixaBank.
http://www.museopicassomalaga.org/exposiciones-temporales/bacon-freud-y-la-escuela-de-londres
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