KARINA SAINZ BORGO
Las últimas palabras
(Alfaguara), de Carme Riera, es una novela que el lector podría llevar en la
muñeca. Porque hace tic-tac. Funciona sola. Perfecta. Como un reloj.
Nada sobra en Carme Riera.
No hay grasa ni retales. Tampoco hilos sueltos. Ni una sola costura asoma en
sus páginas. Esta novela, Las últimas palabras, lo confirma. Su tiempo exacto
de lectura es de dos horas, dice la escritora y Académica de la Lengua. Para
los que leen con hambre, devorar este libro toma cerca de hora y media.
"No puede durar más. Esta historia la cuenta un hombre que está
muriendo", explica Riera ante una copa de agua.
Basada en la vida de Luis
Salvador de Habsburgo Lorena (1847-1915), hijo de María Antonieta de Borbón-Dos
Sicilias y Leopoldo II -primo de Sisí-, Carme Riera construye en Las últimas
palabras un monólogo en el que el archiduque relata en su lecho de muerte a su
secretario Erwin estampas de su vida: los servicios que prestó al emperador
Francisco José, pero también las relaciones familiares, la sospechosa muerte
del príncipe Rodolfo en Mayerling en 1889, su participación en la antesala de
la I Guerra Mundial y los pormenores del asesinato del archiduque Francisco
Fernando en 1914 en Sarajevo.
Pero ésta no es una novela
histórica. O no sólo una novela histórica. Se alzan por encima de esa
circunstancia dos cosas: el personaje y la estructura que Carme Riera elige
para narrar. De ambas cosas hay mucho qué extraer. Cada una de ellas entraña
una mina y en conjunto componen una loseta de oro. Apenas 150 páginas sobre las
cuales la escritora levanta un campanario. Y si lo hace es justamente por la
dupla: a quién leemos y quién nos cuenta. Dos extremos de una cuerda que hay
que tensar.
Sobre Luis Salvador, su
protagonista.
Este es un hombre que
habita una bisagra. La que separa un siglo que acaba de otro que está por
comenzar. La que distribuye en su grieta las sensibilidades de un ser que es
varios: el botánico, el mecenas, el explorador y autor de 60 obras, muchas de
ellas científicas. Alguien que cuando dibuja las montañas, las llama para que
acudan a su libreta. Alguien que entiende el peso de cuanto se escribe y que
Riera sabe recomponer:
“Dicen que Freud llega a
curar por las palabras, no las suyas, puesto que él calla, sino la de sus
propios pacientes, y no es el primero. De eso, de las palabras salvadoras, ya
hablaron los griegos. Espero que las mías, las que te dirijo a ti, hablando
conmigo mismo, acaben por tranquilizar mi ánimo”.
Percibido en ocasiones como
un desclasado, un extravagante -un hippy, dicen algunos-, el archiduque Luis
Salvador hace lo que quienes se adelantan a su tiempo: se desplaza hacia los
márgenes, justamente porque los desborda. Aun formando parte de la Corte de
Viena,Luis Salvador está en su periferia. Se comporta con una libertad que
sobrepasa el desafío y aspira a algo mucho mayor: la empatía, el otro. Ya sea
su secretario o el lector, a fin de cuenta la misma diana.
Descrito por algunos como
"el soberano moral de Mallorca", como se refiere a él Carme Riera en
una conversación de viernes por la mañana, el archiduque conoció la isla desde
muy joven –en 1867, con apenas 20 años- y desde entonces no se separó de ella.
Llegó a tener ahí varias fincas, una de ellas La Estaca, donde fijó residencia.
Alrededor de los recuerdos, todos enhebrados en las redes de la isla, Luis
Salvador habla de sus amores: con la campesina mallorquina Catalina Homar, pero también con su secretario privado Wladislaw Vyborny e incluso su relación con
su hombre de confianza en Mallorca, Antonio Vives, su mujer, Luisa, y sus
cuatro hijos, que fueron sus herederos.
Sobre la estructura
Utilizando el recurso
cervantino del manuscrito encontrado, Riera reconstruye al archiduque, pero con
un requiebro adicional. Un rizo que enriquece el engaño, el artefacto
literario. En Las últimas palabras, el lector es recibido por una primera parte
donde Carme Riera narra pesquisas e investigaciones para hacerse con un
documento de incalculable valor: el testamento de Luis Salvador. Esta brevísima
primera entrega da entrada a lo que es en sí el libro: el desarrollo de las
últimas palabras del archiduque.
Partiendo del hecho que ese
punto de arranque es cierto –Carme Riera se ha hecho con el manuscrito-, ella
pone en marcha ese monólogo que cualquiera supondría un calco del legajo. Pero
no, el asunto es al revés –como explica Riera en esta conversación- : la
ficción está en el supuesto hallazgo y en las pesquisas –nunca ocurrieron- y el
vertido de la realidad está en la segunda parte, en el continuo de Luis
Salvador, que Riera construyó con el ingente material que tenía: cartas,
diarios, libros.
Luis Salvador apareció en
el interés de Carme Riera hace ya más de dos años, cuando le tocó organizar los
materiales de la muestra que comisarió en 2015 en Palma de Mallorca con motivo
del centenario de la muerte del archiduque. La larga investigación para la
exposición, se cristalizó en la novela, que escribió basándose en datos y
documentos históricos, entre otros los que guarda el Archivo del Consell de
Mallorca.
http://www.vozpopuli.com/cultura/ultimas-palabras-Hansburgo-Carme-Riera_0_1009399476.html
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