Mauro Armiño traduce los
relatos breves del autor de 'Germinal', historias de contenido social cercanas
al reportaje
LUIS ALEMANY
Madrid@Ynamela
Si vamos a hablar de Émile
Zola, lo mejor será que tratemos el asunto del 'Yo acuso pronto', para que no
nos distraiga luego: todo fue, en realidad, una confusión. Zola era un hombre
moderadamente progresista, uno entre tantos que, de pronto, se convirtió en el
héroe de la izquierda en Francia, en Europa entera, por su defensa de Alfred
Dreyfus. Luego resultó que ese traje como de general De la Rovere le vino bien
al cuerpo y que Zola se hizo rico y fue admirado y que, el día que murió, hubo
multitudes que acompañaron su cortejo. Aunque también es verdad que a esa
marcha fúnebre la apedreaban desde los balcones de las casas bien, donde vivían
los parisinos de derechas.La información procede de Mauro Armiño, traductor de
Flaubert, traductor de Proust, traductor de Balzac, traductor de Maupassant y
ahora, también, traductor de Zola. Los Cuentos completos del autor de
'Germinal' llega ahora a las librerías de España con el sello de Páginas de
Espuma, el mismo sello que ya ha publicado obras similares de Poe, Chéjov,
Schwab... Armiño remite a Por una noche de amor uno de los relatos incluidos en
este libro para explicar su valor. Treinta y tantas páginas y dos personajes.
Un muchacho bueno y bobo que toca la flauta y su guapa y rica vecina, recién ¿expulsada?
de un convento, mujer fatal/siempre con problemas. "Las historias negras
de Zola son las más interesantes", explica Armiño, que detecta un patrón:
el dramatismo, la maldad femenina, la ingenuidad de los hombres, el desenlace
trágico...
Si leemos 'Por una noche de amor', lo primero que llama la atención
es la información. Hay muchísima: el tamaño de las manos del protagonista, el
origen de sus ingresos, sus rutinas, la manera de llegar hasta la plaza en la
que vive junto a su villana/musa. Después, aparece el destino: ella, belleza
despiadada, se aprovechará de que él está enamorado para involucrarlo en sus
asuntos criminales. ¡Con menos que eso se han escrito guiones para culebrones
de 200 capítulos! Armiño reivindica esa tradición de la narración pura, sin
experimentaciones ni más obsesiones que la intriga. "Y eso lo digo yo que
he escrito una sola novela en mi vida y no tenía más que un punto. Lo digo yo
que he traducido a Proust. Claro que Proust es otra cosa". Y explica su
lógica: "En el momento en el que la poesía en Francia ya se dirigía hacia
las vanguardias, resulta que la novela francesa estaba estática en
Balzac". ¿Por qué? Por el formato. Mauro Armiño recuerda que la narrativa
«vivía por y para el folletón", que se escribía pensando en «lectores
cultos pero no muy cultos" y que el sentido del juego eran tan sencillo
como el de una mêlée en un partido de rugby: empujen, empujen, adelante. Bien:
en ese adelante consisten los mejores cuentos de Zola. Historias que se debaten
en la gran preocupación del escritor: ¿cuántos problemas venían de la mala
sangre? ¿Cuántos eran culpa de una sociedad injusta? ¿Cuánta razón tenía
Rousseau y cuánta le faltaba? En parte, es un tema antiguo y en parte, es
inagotable. Y por ahí asoma de nuevo el tema del periodismo. Algunos de los
cuentos de Zola son crónicas vagamente literaturizadas: "Les colocaba un
par de personajes de ficción como el que echa unos panchitos al plato",
cuenta Armiño. No debería ser una sorpresa: ¿qué es Germinal sino un gran reportaje
del sindicalismo? También con sus zonas oscuras: "Esa novela ha sido
malinterpretada. Nadie se fija en que el final consiste en que el obrero que
capitanea a los sindicalistas termina vestido de traje como un señor".
http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2017/04/19/58f65cb946163f6b318b4593.html
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