jueves, 2 de enero de 2020

CONCIERTO DE AÑO NUEVO ANDRIS NELSONS DESLUMBRA CON UNA BRILLANTE RENOVACIÓN DEL MÁS CLÁSICO DE LOS CONCIERTOS CLÁSICOS


El director Andris Nelsons en un momento del concierto. AFP

El recorrido de la San Silvestre vienesa comprende unos pocos metros: los que separan las escalinatas de la entrada del Musikverein de su Sala Dorada, donde cada 31 de diciembre se celebra un maratón sinfónico que sirve de anticipo al Concierto de Año Nuevo. Allí compareció anoche, y de nuevo esta mañana, el maestro letón Andris Nelsons (Riga, 1978) con una levita de terciopelo azul, que no era un guiño a Lynch aunque su debut en el podio tanto apelaba al fetichismo straussiano como a la fascinación voyeur por repertorios nunca antes explorados en la cita sinfónica más famosa del mundo. Nada menos que nueve de las 16 obras del programa sonaron por primera vez en el Concierto de Año Nuevo, que en su 80ª edición arrancó con la obertura de la ópera Los vagabundos de Carl Michael Ziehrer para recrearse después en los muchos homenajes y efemérides que se anuncian para este 2020, empezando por el 150º aniversario de la muerte de Josef Strauss, siguiendo por el centenario del Festival de Salzburgo (cuyas imágenes aéreas se acompasaron al vals Saludos amorosos) y terminando con los 150 años de la inauguración del Musikverein, cuya excelente caja de resonancia volvió a ajustarse al milímetro a las características de una de las mejores orquestas del mundo.

Hubo entre el público quienes cerraron los ojos para deleitarse con La fiesta de las flores, pero no pudieron identificar entre sus notas lluvias de pétalos ni jardines exuberantes, pues Johann Strauss II elegía los títulos de sus polcas y valses en base a criterios puramente nemotécnicos que facilitaran su popularización entre el público de la época. Lo mismo ocurre con Donde florecen los limoneros, una obra tan poco programática como habitual en la matiné vienesa (soberbia la lectura que ofreció Zubin Mehta en 2007) y a cuyas páginas finales Nelsons aplicó más dosis de rubato del que acostumbran las huestes austriacas. Fue tal el nivel de precisión y virtuosismo del que hicieron gala los músicos durante la polca rápida De golpe y porrazo de Eduard Strauss que por momentos daba la sensación de que el engranaje de esa maquinaria casi perfecta llamada Filarmónica de Viena no requiriera de ninguna batuta para funcionar. Nada más lejos de la realidad, tal y como se encargaría de demostrar el propio Nelsons en la segunda parte del concierto.

Es más que probable que a Larry Lipton, el protagonista de Misterioso asesinato en Manhattan, le hubieran entrado ganas de invadir Hungría después de escuchar la obertura de Caballería ligera, cuyo libreto parodia a los militares austríacos tras la humillante derrota frente a las tropas prusianas en 1867. Nelsons aprovechó el inciso dramatúrgico de la obra Franz von Suppé (también de aniversario aunque tristemente olvidado por los programadores) para reivindicarse como factotum operístico y hasta médium de las esencias wagnerianas de Bayreuth. La polca francesa Cupido de Josef Strauss dio paso a varias escenas de ballet primorosamente engarzadas por José Carlos Martínez mientras de fondo sonaba el vals ¡Abrazaos por millones! de Johann Strauss II. El ex director de la Compañía Nacional de Danza se convirtió así en el primer español de la historia en coreografiar el Concierto de Año Nuevo. La primera parte estaba ambientada en el Palacio de Invierno del príncipe Eugenio de Saboya mientras que en la segunda, inspirada en los musicales americanos de los años 50, los bailarines recorrieron diferentes espacios de la Viena de Beethoven al ritmo de una selección de seis de las Doce contradanzas del genio de Bonn, que debutó también en el programa del primero de enero con motivo del 250 aniversario de su nacimiento, que se celebrará por todo lo alto a lo largo de 2020.

Entre medias, la Gavota de Josef Hellmesberger y El galope del postillón de Hans Christian Lumbye rindieron tributo a la arquitectura clásica del Musikverein y a las circunstancias en las que fue concebida su inimitable acústica. En la segunda de las obras, Nelsons saldó la cuota cómica del concierto y desenfundó una trompeta, instrumento con el que se desempeñó en sus primeros años como integrante de la Orquesta de la Ópera Nacional de Letonia antes de dar el salto al podio. La siguiente de las piezas, el vals Disfrutad de la vida de Johann Strauss II, estaba dedicada a la memoria del que fuera su amigo y valedor, el también director Mariss Jansons, que falleció el pasado 30 de noviembre. Y como remate final, la archiconocida polca rápida Tritsch Tratsch y el vals Dínamos de Josef Strauss, cuya melodía se cuela irónicamente en los pentagramas de la ópera El caballero de la rosa del «otro Strauss», Richard, compositor vetado en el Concierto de Año Nuevo y al que sólo Kubrick se atrevió a emparentar con la larga saga de músicos vieneses, custodios todos ellos de la sacrosanta tradición tonal centroeuropea.

Tras la entrega de las flores al director, la primera de las propinas (la «sorpresa») corrió una vez más por cuenta de Josef Strauss y su polca rápida Al vuelo. A continuación sonó el vals En el bello Danubio Azul de Johan Strauss II, cuyos primeros compases, tal y como manda la tradición, Nelsons interrumpió para que los músicos de la orquesta felicitaran el año a los cerca de 55 millones de espectadores congregados frente al televisor. Para acabar, el público siguió con palmas el desarrollo de la Marcha Radetzky de Johann Strauss, que este año ha subido a los atriles con un arreglo colectivo firmado por todos los miembros de la orquesta que sustituye a la versión del compositor y miembro del partido nazi Leopold Weninger.

EN 2021, RICCARDO MUTI

El director italiano Riccardo Muti ocupará el 1 de enero de 2021 el atril para dirigir a la Orquesta Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo, según anunció este miércoles la compañía en un comunicado.
Será la sexta vez que Muti se encargue de conducir el famoso recital de bienvenida al año, con lo que será el cuarto director que más veces lo ha hecho desde que comenzó la tradición en 1939.
"Riccardo Muti tiene un valor extraordinario en la historia de la Filarmónica de Viena", ha destacado el presidente de la orquesta, Daniel Froschauer, al anunciar la decisión.
El italiano, que cumple 80 años en julio, ha dirigido el concierto en cinco ocasiones: 1993, 1997, 2000, 2004 y 2018, informa Efe.

https://www.elmundo.es/cultura/musica/2020/01/01/5e0c9c75fc6c831d288b458c.html

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