AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA | SALA SINFÓNICA | MARTES 16/11/21 19:30h. UNIVERSO BARROCO. #AlfonsoX.800. JORDI SAVALL (rabel, lira de arco y dirección). CON LA CAPELLA REIAL DE CATALUNYA Y HESPÈRION XXI. Con el apoyo del Departamento de Cultura de la Generalitat de Cataluña y el Instituto Ramon Llull.
«Jordi Savall pone de manifiesto una herencia cultural común infinitamente diversa. Es un hombre para nuestro tiempo» (The Guardian, 2011). © David IgnaszewskiLluís Vilamajó, preparación del conjunto vocal.
UNIVERSO BARROCO, LA
CAPELLA REIAL DE CATALUNYA
Alfonso
X el Sabio (1221-1284). Cantigas de Santa María
Programa
Anónimo
bereber
Alba
Alfonso
X el Sabio (1221-1284)
Santa Maria, strela do dia (CSM 100)
Ronda
(CSM 353)
O
ffondo do mar tan chão (CSM 383)
Ductia
(CSM 123)
Rosa
das rosas (CSM 10)
Istampitta,
Rota (CSM 225 y 135)
Pode
por santa Maria (CSM 163)
Rotundellus
(CSM 105)
Muito
faz grand’ erro (CSM 209)
Saltarello
(CSM 77 y 119)
Miragres
fremosos (CSM 37)
Lamento
(CSM 142)
Pero
cantigas de loor (CSM 400)
Ductia
(CSM 248)
Pero
que seja a gente (CSM 181)
En el programa de mano organizado cumplidamente por el propio
director del concierto de referencia, traducido por Juan Gabriel López Guixel, el Maestro
Savall explica que, “Como legislador e iniciador de obras jurídicas, Alfonso
X sigue las huellas de su padre continuando empresas planeadas y empezadas por
él, y es muy probable que también en el campo de la poesía el ejemplo de Fernando
el Santo le sirviera de estímulo. Como describe su hijo en el Setenario y como
sabemos por otras fuentes, el rey Fernando fue un gran mecenas de los juglares
que frecuentaban la corte castellana y, hecho importante, albergó una profunda
devoción por la Virgen, como se menciona en tres de las cantigas (122, 221 y
292)”.
En lo que se refiere al culto mariano y su expansión por el
Mediterráneo, y “Según las fuentes conservadas en diferentes papiros coptos y
egipcios del siglo III y como demuestran, asimismo, los textos de san Efrén de
Siria († 373) y san Epifanio († 403), autor de las Precationes ad Deiparam y de
los primeros himnos litúrgicos de carácter popular, los orígenes del culto
público a María se desarrollan primero en Oriente. En el lugar donde se alza el
famoso templo de Artemisa (diosa de la caza, los bosques, las montañas y la
luna, considerada por las antiguas tradiciones como la hermana gemela de
Apolo), en la ciudad de Éfeso (en aquel tiempo, la segunda más importante del
Imperio romano; hoy Selçuk, junto a Kusadasi, en la provincia de Esmirna,
Turquía), se proclama durante el tercer Concilio (431) a María «madre de Dios».
Cabe considerar la difusión de ese dogma como el preludio de la expansión de
este culto en Oriente y Occidente”.
Ya desde mediados del siglo v, la lírica poético-musical dedicada a
santa María, con poesía latina, se expande por todo el mundo cristiano; de todos
modos, no hay que olvidar que, si bien muchas de las obras del periodo arcaico
se presentan como anónimas, ya desde el siglo VI se conocen muchos de los
poetas latinos sagrados.
La devoción a la Virgen produce también otro material más popular
que da origen a la floración lírica de canciones marianas en texto romance
entre las cuales figura la colección de las Cantigas de santa María de nuestro
rey trovador, en idioma gallego o galaico-portugués, ya que hablamos de esa
lengua en la Edad media, etapa de variación y formación de las vernáculas.
Entre todos los cancioneros conservados, las Cantigas de santa María de Alfonso
X el Sabio, con sus cuatrocientas veinte composiciones, constituyen, según Higinio
Anglés, «el repertorio musical más importante de Europa por lo que se refiere a
la lírica medieval», y es ciertamente el cancionero mariano más rico de la Edad
Media; trescientas cincuenta y seis cantigas son narrativas y relatan los milagros
de la Virgen; las demás, excepto una introducción y dos prólogos, son de loor o
se refieren a festividades marianas o cristológicas.
Alfonso X nació en Toledo el 23 de septiembre de 1221, hijo
primogénito de Fernando III de Castilla y de Beatriz de Suabia; y, aunque no
sepamos gran cosa de su educación literaria y musical, sí que está documentado
que en su juventud le gustaba rodearse de músicos y poetas y competir con los
trovadores y juglares músicos que trabajaban en la corte de su padre, donde
empezó a apreciar los cantos occitanos y los de la lírica galaicoportuguesa.
También los vínculos con la casa real de Francia lo acercaron a los repertorios
monódicos en latín y romance y a los cantos de los minnesänger.
Una vez coronado rey de Castilla y León, asimiló naturalmente la cultura oriental que ya se realizaba en la capital del reino. En Toledo, la legendaria escuela de traductores aglutinó a un destacado grupo de estudiosos cristianos, judíos y musulmanes que desarrollaron una admirable labor científica, rescatando textos de la Antigüedad y traduciéndolos a las lenguas occidentales, un hecho que contribuyó a poner las bases del renacimiento científico dela Europa medieval”.
Por su parte, Jordi Savall forma parte del patrimonio emocional y
musical de todo el mare Nostrum, los antiguos territorios marineros y continentales
que exploró sin descanso, desde los Balkanes, hasta Armenia, pasando por
Francia y la música del violagambista Marin
Marais y contemporáneos, que lo consagró a partir del conocimiento de la
banda sonora de la película Tous les matins du monde, de Alain Corneau y los dos Dépardieu,
Gérard y Guillaume ( éste prematuramente desaparecido) como protagonistas.
Siempre según conformidad con la información del programa de mano
preparado por el Maestro Savall en esta velada como intérprete del rabel, la
lira de arco y en la dirección de los músicos y voces, “Es una de las
personalidades musicales más polivalentes de su generación. Da a conocer al
mundo desde hace más de cincuenta años maravillas musicales abandonadas en la
oscuridad de la indiferencia y el olvido, a menudo relatoras de los conflictos
bélicos, políticos, raciales y de la migración de los pueblos que conformaron
esos repertorios. Dedicado a la investigación de esas músicas antiguas, las lee
y las interpreta con su viola da gamba o como director. Sus actividades como
concertista, pedagogo, investigador y creador de nuevos proyectos, tanto
musicales como culturales, lo sitúan entre los principales artífices del
fenómeno de revalorización de la música histórica. Es fundador, junto con Montserrat Figueras, de los grupos Hespèrion XXI (1974), La Capella
Reial de Catalunya (1987) y Le Concert des Nations (1989).
A lo largo de su carrera ha grabado y editado más de doscientos
treinta álbumes de repertorios de música medieval, renacentista, barroca y del
clasicismo, con especial atención al patrimonio musical hispánico y
mediterráneo; una producción merecedora de múltiples galardones, como los
premios Midem, International Classical Music y Grammy. Sus programas de
concierto han convertido la música en un instrumento de mediación para el
entendimiento y la paz entre pueblos y culturas diferentes y a veces
enfrentados. No en vano fue nombrado en 2008 embajador de la Unión Europea para
el diálogo intercultural. Con Montserrat
Figueras, su primera esposa fallecida hace unos años, ambos fueron designados
artistas por la paz, dentro del programa «Embajadores de buena voluntad» de la
Unesco. Su fecunda carrera musical ha recibido las más altas distinciones
nacionales e internacionales; entre ellas, el título de doctor honoris causa
por las universidades de Évora, Barcelona, Lovaina y Basilea, la insignia de
caballero de la Legión de Honor de la República Francesa, el Premio
Internacional de Música por la Paz del Ministerio de Cultura y Ciencia de Baja
Sajonia, la medalla de oro de la Generalitat de Cataluña y el prestigioso
Premio Léoni Sonning, considerado el Premio Nobel de la música.
Siguiendo el modelo de las famosas Capillas Reales medievales para las cuales se crearon las grandes obras maestras de las músicas sacra y profana en la península ibérica, Montserrat Figueras y Jordi Savall fundaron en 1987 La Capella Reial, uno de los primeros grupos vocales dedicados a la interpretación de las músicas de los Siglos de Oro con criterios históricos y constituidos únicamente por voces hispánicas y latinas. A partir de 1990, recibió el patrocinio regular de la Generalitat de Cataluña y desde ese momento pasó a denominarse La Capella Reial de Catalunya. En la misma línea artística que Hespèrion XXI y siempre desde un inmenso respeto a la profunda dimensión espiritual, histórica y artística de cada obra, La Capella Reial de Catalunya combina magistralmente tanto la calidad y adecuación al estilo de la época como la declamación y proyección expresiva del texto poético. Su extenso repertorio abarca desde la música medieval de las culturas del Mediterráneo hasta los grandes maestros del Renacimiento y el Barroco. Ha destacado en algunos repertorios operísticos del Barroco y el clasicismo, así como en composiciones contemporáneas de Arvo Pärt. Cabe subrayar su participación en la banda sonora de la película Jeanne La Pucelle (1993) de Jacques Rivette sobre la vida de Juana de Arco. En 1992, La Capella Reial de Catalunya debutó en el género operístico acompañando como coro todas las representaciones de Le Concert des Nations. Su discografía, publicada en más de cuarenta álbumes, ha recibido diversos premios y distinciones.
En 1974, Jordi Savall y Montserrat Figueras, junto con Lorenzo
Alpert y Hopkinson Smith fundaron en Basilea el grupo Hespèrion XX, un conjunto
de música antigua que pretendía recuperar y difundir el rico y fascinante
repertorio musical anterior al siglo XIX a partir de nuevas premisas: los
criterios históricos y los instrumentos originales. Su nombre, Hespèrion, significa
«originario de Hesperia», que en griego antiguo era la denominación de las dos
penínsulas más occidentales de Europa: la ibérica y la italiana. También era el
nombre que recibía el planeta Venus cuando aparecía por occidente. Hespèrion
XX, a partir del año 2000, cambia la denominación a Hespèrion XXI… El grupo es
hoy día una referencia ineludible, desde una perspectiva multidisciplinar para
comprender la evolución de la música en el periodo comprendido entre la Edad
Media y el Barroco. Desde el principio, Hespèrion XXI tomó un rumbo artístico
claro e innovador que acabaría creando escuela en el panorama mundial de la
música antigua, ya que concebía y concibe la música antigua como instrumento de
experimentación musical… (© Toni Peñarroya)
El repertorio de Hespèrion XXI incluye, entre otras, obras del
repertorio sefardita, romances castellanos, piezas del Siglo de Oro español y
de la Europa de las naciones. Algunos de susprogramas de conciertos más
celebrados han sido las Cantigas de santa María de Alfonso X el Sabio, objeto del presente
concierto en el Auditorio nacional de Madrid, que con tanto talento ha
convocado la constelación Savall, la diáspora sefardí, las músicas de
Jerusalén, de Estambul, de Armenia o las folías criollas. Gracias al destacadísimo
trabajo de los numerosos músicos y colaboradores que han participado con el conjunto
durante todos estos años”.
El conjunto de voces e instrumentos que acompañó ayer en el concierto a Jordi Savall, es amplio (diez voces) y artistas, que tocan varios con dificultades diversas. Mágica relación una vez más del maestro catalán con el percusionista Pedro Estevan, casi de inconsciente a inconsciente, Estevan juega con los sonidos, incluso con elementos que parecen norteafricanos como un derbuka y un bander y su colección de panderetas, sin olvidar sus incursiones a un toquecito de campanas, que comanda sin embargo, “oficialmente”, Dimitri Psonis. Ajustadísimos y llenos de color las flautas y gaita de Pierre Hamon, Efrén López con su laúd y viola de rueda, Andrew-Lawrence-King, otro habitual de estas agrupaciones, la fídula de Viva B. Biffi, el sacabuche de Elies Hernandis, el organetto de Guillermo Pérez, la chirimía de Béatrice Delpierre, el kanun de Güngör, cerrando un ensemble internacional, bien avenido, que deja apreciar y escuchar una maquinaria muy bien planteada. Con elegancia y belleza, con “fineza”, con trabajo y esfuerzo, con una devoción musical (y tal vez otras, que se intuyen) al maestro y director, su demiurgo, el nuestro.
Las voces, otro capítulo. Se rodeó el director de un conjunto
angélico, cristalino, afinado, con un son natural, orgánico, precioso. Bien los
contratenores Gabriel Dïaz y David
Sagastume, sobre todo en la última cantiga,” Pero que seja a gente”,
luminosa Hana Blaziková, la soprano checa
que guarda un vínculo sonoro y gestual con Savall y parece organizar el resto
de voces femeninas, otras dos sopranos (Dantcheva
y Casanova), la mezzo Fantova y Beatriz Oleagaga, la
contralto. Víctor Sordo es un tenor
cumplido con un instrumento bello y bien utilizado, como el barítono que firma Mauro Borgione y otro tenor, Lluís Vilamajó, responsable del grupo
vocal.
Los cantantes giran, se acercan, se separan, se reorganizan y sobre
todo y muy a destacar, se dirigen hacia el público que ocupa las partes
laterales y los bancos del coro (detrás de los músicos), para ofrecer una
proyección más clara, más eficaz, nueva. Nadie en general recurre a esta manera
de enfocar el despliegue en el escenario, porque a menudo el estatismo gobierna
en las voces y cuerpos de los cantantes. No hay escena, pero sí hay relato,
narrativa, sugerencias distintas. Y fragmentos exclusivamente para
instrumentos, como el Anónimo bereber, la Ronda, Ductia (CSM, 123), Istampitta,
Rota, Rotundellus, Saltarello, Lamento y Ductia (CSM, 248)
“Noir c´est noir”, como cantaba el rockero Johnny Halliday en sus comienzos y su eternidad, todo el grupo
vestido oscuro. Transmiten una seriedad conventual, casi espartana, castrense y
a la vez, qué paradoja, un disfrute gozoso, de danza, de energía, de elevación.
Toda el fondo de estos pentagramas aparecen teñidos de sonidos y
algunas historias arabizantes, aumentados por la percusión y las cuerdas
pulsadas, esos ecos que vienen del fondo de los tiempos y las geografías del
Mare Nostrum, el de los romanos, el de los cartagineses y los griegos.
Los aplausos desbordados invadieron la sala, recubierta de madera,
de una factura que permite ver y escuchar desde todas partes, elegante y
acogedora. Lleno prácticamente total y un Savall, que se empequeñece y parece
diluirse físicamente a medida que crece la sombra de su talento sobre el
escenario y sus alrededores, todos.
Dos “encore”, una “canción de Montserrat”, explicó sonriendo el
Maestro, que la audiencia acompañó con oportunos “Ave María” con el director
dando las entradas y “una que se cantaba y se bailaba, con alegría, sobre la
pasión de Cristo, porque aunque significara su muerte, simbolizaba también la
salvación” (¿en tardo latín?).
La ciudad de Madrid y la calle Príncipe de Vergara, ancha y
transitada siempre, se cubrieron de música, de paz, con esa irradiación entre
zen y cristiana vieja que transmite Jordi Savall a todos, aunque él no sea ni
lo uno ni lo otro. Su personalidad, su forma de tocar y comunicar,
compartiendo, concertando como nadie, forma parte de una manera de estar en el
mundo que crea y dejará escuela, porque se vincula a lo humano, a la salud, al
goce. Es universal y tiene evocación planetaria.
Los semáforos y los edificios, fuera, se quedaron guiñando los
ojitos en una interrupción voluntaria para escuchar esta casi música de las
esferas, la que debieron sentir palpitar en su interior los pitagóricos en
tiempos míticos y fundacionales de la cultura occidental y otras. Todos dejaron
de correr de un lado a otro en la capital española durante la celebración.
Aunque sin saber habitualmente hacia dónde van y para qué unos y otros, en esta
ocasión cobraron sentido los silencios y se recuperó, por una vez, rozando lo
profano y también lo sagrado, el oremus. Gracias, Maestro. A todos. Amen.
Alicia Perris
Fotos, Elvira Megías
Y ADEMÁS...
MONASTERIO DE PEDRALBES. HOMENAJE EN RECUERDO DE LA DESAPARECIDA SOPRANO MONTSERRAT FIGUERAS
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