Una colección de más de 300 obras
que nunca antes habían abandonado el territorio mexicano pueden ser visitadas
en la capital alemana
Un incensario del periodo comprendido entre el año
600 y 900 que forma parte de la exposición sobre el mundo maya en el museo
Martin Gropius Bau. Markus Schreiber AP
La península de Yucatán, la tierra donde los antiguos
mayas levantaron pirámides y elaboraron esculturas exquisitas para honrar a sus
dioses, tiene 16 sitios arqueológicos abiertos al público y más de tres mil que
aún siguen semienterrados, y todas las autoridades del Estado están orgullosas
de la extraordinaria herencia cultural que recibieron. Desde el pasado lunes,
gracias a la iniciativa política del gobierno mexicano, en Berlín tiene la
posibilidad de admirar, en los salones del famoso museo Martin Gropius Bau, una
exquisita exposición, que bajo el título Los mayas pretende
dar a conocer al público alemán la diversidad y la excelencia de los mayas en
el terreno del arte.
Con una colección de más de 300
obras, la mayoría clasificadas como tesoros nacionales por las autoridades mexicanas
y que nunca antes habían abandonado su país, la muestra ofrece una detallada
representación del cuerpo en todas su variedades: seres humanos, animales y
dioses, además de joyas y máscaras. "Somos los herederos de una cultura
extraordinaria que aún sigue viva”, dijo el responsable de Turismo del estado
de Yucatán, Saul Martin Ancona. “Somos un pueblo mágico y tenemos un gran
territorio por descubrir”.
Los mayas que poblaron la península en el primer
milenio después de Cristo, más que mágicos, fueron un pueblo dotado de una gran
habilidad para la escultura, la pintura, la astronomía y la arquitectura. Pero
su cultura estaba impregnada por la religión. Para tranquilizar a los dioses,
los mayas se sometían a rituales, a menudo sangrientos y en los cuales el culto
al cuerpo tenía una importancia capital.
Pero también los animales jugaban un papel
fundamental, en especial, la serpiente. En un enorme salón del museo se pueden
contemplar esculturas dedicadas al reptil, un animal que significaba para los
mayas la fertilidad del cielo, del agua y de la tierra. Para los mayas la
serpiente simbolizaba la fuerza que unía el universo de la muerte con el ciclo
vital del universo. En el salón también se pueden apreciar esculturas dedicadas
a los monos, un animal que representaba el arte y la danza. En la muestra se
puede presenciar una enorme y rara cabeza de un rey, con barba y bigote, que
desentona por su apariencia con el resto de las obras que conforman la
exposición. La monumental cabeza, que fue encontrada en una excavación en
Comalcalco en Tabasco y que fue esculpida entre los años 600 y 900 después de
Cristo, no tiene los rasgos mayas y su apariencia es más europea.
Uno de los logros de la exposición es la variedad
que ofrece. Por una parte, las grandes esculturas dedicadas a los dioses,
relieves y, por la otra, una serie de vitrinas que contienen pequeñas y
exquisitas figuras de arcilla pintadas. Otro símbolo del poder eran las joyas
fabricadas con jade, moluscos y pirita.
“Esta exposición resalta lo mejor de nuestro
pasado y difunde el enorme patrimonio cultural del país", dijo el
presidente mexicano Enrique Peña Nieto, quien visitó el lunes la muestra en
compañía del presidente alemán, Joachim Gauck. "La cultura maya es
emblemática y México tiene un legado milenario”, añadió.
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