Tras el fallecimiento de la
reconocida arquitecta, cuatro de sus proyectos más singulares se inaugurarán en
lo que queda de año
La arquitecta Zaha Hadid, en la
inauguración de la Serpentine Sackler Gallery de Londres en 2013.cordon press
El legado de Zaha Hadid se ha sopesado y discutido
estos días en periódicos y revistas y, sin duda, deberá valorarse de nuevo
pasado un tiempo. Para entonces, la herencia de la primera gran arquitecta
global se habrá ampliado. Como el Cid, que célebremente ganó batallas después de
muerto, los trabajos que la autora del Maxxi de Roma tenía en marcha continúan
aflorando tras su fallecimiento el pasado 30 de
marzo.
Desde su estudio en Londres, sus socios informan de que,
en lo que queda de año, la arquitecta angloiraquí tenía previsto inaugurar cuatro
de sus proyectos más singulares. Tenemos, pues, por delante un otoño de
inauguraciones de Zaha Hadid. En Italia, la terminal marítima de Salerno
comenzará a funcionar a finales de este mes y en Bélgica, las oficinas
centrales del puerto de Amberes estarán listas en septiembre. Un mes después,
el Centro de Investigación del Petróleo Rey Abdullah abrirá sus puertas en Riad
(Arabia Saudí). De menor tamaño pero tal vez mayor significado, las salas
dedicadas a las Matemáticas en el Museo de la Ciencia de Londres, donde Hadid
vivió más de la mitad de su vida, estarán listas en diciembre.
Más allá de las obras que su estudio se ha
volcado en terminar y continuar, sus colaboradores tienen pendiente un acto
simbólico: el traslado del estudio al antiguo edificio racionalista junto a la
Torre de Londres que acogía hasta ahora al Museo del Diseño y que la arquitecta
adquirió. Con ese mar de novedades póstumas de fondo, las primeras piezas de
ese legado han comenzado ya a presentarse.
En el último Salone del mueble de Milán Hadid era, paradójicamente, la gran
ausente y, sin embargo, también la arquitecta más presente. Las firmas que
tenían previsto lanzar sus últimos diseños de mobiliario lo hicieron junto a
grandes imágenes de la arquitecta a modo de homenaje, reclamo, o de ambos a la
vez.
Así, en el showroom de
una empresa mítica, como la italiana Cassina –que tiene en su catálogo diseños
de Le Corbusier, Frank Lloyd Wright o Charlotte Perriand- Hadid estaba
representada por la muy contenida butaca ZH One, que
guardaba el sello de forma líquida, marca de la arquitecta, para sus patas.
También el stand de
la firma Sawaya & Moroni lo presidía el retrato de dame Zaha
Hadid. Tras años de producir diseños que convertían un sofá o una silla en un
mueble tan impactante como escurridizo -el sofá Glacier data
del año 2000-, esta primavera presentaban la mesaMew de
Hadid, fabricada en poliuretano de un único color.
En la feria,
otras empresas exponían trabajos de la arquitecta. Los estantes de granito
negro tallados a mano que bautizó como Valle y que, efectivamente, recuerdan a una
cordillera los ha producido Citco. También la austríaca Swarovski exponía
centros de mesa firmados por Hadid.
Durante los años ochenta, la autora
del pabellón-puente de Zaragoza fue conocida como la arquitecta de papel porque
no conseguía construir los rompedores proyectos que dibujaba. A tenor de su
producción como diseñadora, en el momento en que falleció había pasado a copar
buena parte de los pabellones de la feria de mobiliario más importante del
mundo.
http://elpais.com/elpais/2016/04/20/estilo/1461151725_519580.html
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