Bien porteño y familiero en un mundo de bohemios, fue el creador de
clásicos como "Uno", "Cafetín de Buenos Aires" y "En
esta tarde gris"
Foto:EFE/Leo
La Valle
En la madrugada de ayer, falleció el pianista y compositor tanguero Mariano
Mores. Tenía 98 años. La noticia la dieron sus familiares a través de redes
sociales. Su nieto Gabriel, que participó en su orquesta durante más de una
década, lo despidió así: "Tu recuerdo y tu música estarán siempre en
mí".
También estará en el recuerdo de mucha gente. ¿Quién no ha silbado alguna
vez al menos un par de versos del tango "Uno" o "En esta tarde
gris"? A ver, lector: haga la prueba, que con sólo recordar la letra, la
melodía sale sola. "Qué ganas de llorar en esta tarde gris, en su
repiquetear la lluvia habla de ti..." ¿Y la anterior? "Uno busca
lleno de esperanzas el camino que los sueños prometieron a sus ansias..."
Mariano Mores siempre supo que una música llega y se queda definitivamente
en la mente y el alma de la gente cuando se la escucha silbada en la calle.
Porque, sin intenciones de ofender a muchos de los fans que siguieron sus
shows durante décadas, hay que reconocer que el compositor llegó a ser más
talentoso que el intérprete.
No fue casual que a los 14 años se lo conociera como "compositor
relámpago" y que un par de décadas después formara duplas creativas con
autores prestigiosos del tango. Esa producción musical no fue la más numerosa,
pero resultó importante.
"Cuartito azul", al principio una música que le pasó a
Batistella, allá por fines de la década del 30, fue el primero de los temas de
una lista que creció, especialmente, en calidad: "Gricel",
"Taquito militar", "En esta tarde gris",
"Cristal", "Una lágrima tuya", "El firulete",
"Tanguera", "Sin palabras", "Adiós pampa mía" y
los más grandes éxitos: "Uno" y "Cafetín de Buenos Aires",
en dupla con Discépolo.
En ese completísimo libro de tango que Horacio Ferrer publicó en 1971, dice
de Mores: "Le hubiera bastado componer un tema de la calidad de «Cafetín
de Buenos Aires» para ser estimado entre los mayores talentos melódicos del
tango todo".
Este gran compositor y melodista nació como Mariano Martínez, en el barrio
de San Telmo, el 18 de febrero de 1918. Cuando era apenas Marianito, sus padres
lo mandaron a estudiar piano, pero su maestro de entonces lo desalentó. En
sucesivos traslados de su familia insistió con el piano y, a instancias de su
padre, comenzó con las actuaciones en vivo. Primero con aquello de
"compositor relámpago", especie de prodigio al que se le dictaban
tres o cuatro notas y con ellas armaba un tema al instante; luego, como pianista
de bares, y más tarde, con el dúo de las hermanas Mirna y Margot Mores. De ese
trío de dos voces y un piano que duró apenas unos años se llevó una esposa
(Mirna) y el apellido con el que tiempo después se hizo famoso.
La década de oro del tango, la del 40, lo tuvo como uno de sus
protagonistas. En aquel tiempo no tenía su propia orquesta porque integraba la
formación de Francisco Canaro, pero su nombre quedó impreso en esa década
gracias a sus composiciones.
El lugar que ocupó estaba dentro del mundillo tanguero, pero alejado de
ciertos ámbitos. No fue compañero de trasnochadas de otros referentes del
género. Quizá no tuvo esa alma de bohemio de algunos colegas. Pero más de una
vez confesó su admiración por algunos, como Osvaldo Fresedo, y tuvo como
padrino artístico a Francisco Canaro.
Más tarde, sin su tutor, incursionó en el teatro (El otro yo de Marcela y
Bésame, Petronila) y en películas (La doctora quiere tangos, junto a Mirtha
Legrand, y Corrientes... calle de ensueños). Incluso el tema "El patio de
la morocha" (Cátulo Castillo-Mariano Mores) inspiró el largometraje de
1951 que llevó ese mismo nombre.
Desde entonces, Mores alternó estas producciones con la labor junto a sus
formaciones de tango, esas que nunca quiso definir como orquestas típicas.
Porque el Mores intérprete siempre buscó un brillo diferente y con la
particularidad de que con los años se volvió cada vez más familiero. No sólo se
casó con una cantante. Luego fueron los hijos y los nietos los que pasaron a
formar parte de su clan musical.
En el último tiempo, su hija Silvia, su nieto Gabriel y, ocasionalmente, su
nieta Mariana Fabbiani participaron de sus actuaciones. Y hasta el cantante
Daniel Cortés fue adoptado por esta familia al momento de subir a escena. Fue
también en escena donde Mariano cumplió en cada función con un ritual que se
volvió ineludible: el recuerdo de Nito, su hijo fallecido.
Consciente de haber sido responsable de temas muy importantes dentro del
cancionero del tango, y tal vez como un gesto de alarde de esa situación, en
2005, cuando recibió la mención de honor Senador Domingo Faustino Sarmiento, en
el Congreso Nacional, dijo: "Todos saben que hablando puedo alcanzar
minúsculamente todo un sentimiento que abordo cuando toco una nota o hago un
acorde".
Un año antes, durante una entrevista junto a su nieto, el cantante Gabriel
Mores, decía: "Y, por qué no decirlo, jactarme del éxito que tengo desde
que me inicié. Voy a cumplir 72 años de actuaciones y nunca he pensado en dejar
la música. Lo haré hasta que Dios me dé permiso".
En el último tiempo los shows tendieron al reciclaje. Especialmente desde
que festejó los 70 años con la música. Cambiaron los nombres de los shows
("Con alma de tango", "Una vida para el tango"), pero los
elementos utilizados casi siempre fueron los mismos. El concepto autobiográfico
fue preponderante. Tal vez por eso Mores nunca ha escatimado esfuerzos al
momento de plantear y realizar producciones espectaculares.
En octubre de 2000 celebró sus siete décadas con el tango con un recital
que además de imágenes que recorrieron su vida artística tuvo 30 personas en
escena, entre músicos, cantante y bailarines. La grandilocuencia siempre fue
uno de sus sellos. Sus gestos, sus palabras, su peluquín y hasta el pañuelo que
usaba para demostrar que transpiraba la camiseta en cada show ayudaron a crear
la figura y el personaje irrepetible.
"La imagen es importante. Y en mi trabajo es algo natural, que influye
en la música. Tiene un sentido romántico, pero también transita por lo
dramático. Son momentos de mi vida que también trato de dibujar. Sobre mi
imagen al principio algunos dijeron que era una pose para mandarme la parte. Y
decían que el pañuelo que llevo tiene alguna sustancia. Bueno... (reía) qué le
vas a hacer."
http://www.lanacion.com.ar/1889005-mariano-mores-el-gran-melodista-del-tango
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