La puesta de Alejandro Tantanian consigue traducir en profundidad el
opresivo y dramático carácter de la obra.
Beatrix Cenci de Alberto Ginastera abrió la temporada lírica del Teatro
Colón. El incesto y el parricidio son los puntos centrales sobre los que gira
la ópera. La realización de Tantanian asume la trasgresión de la ley y sus
consecuencias como una pérdida de unidad a gran escala. No sólo los personajes
y la escena se desdoblan, también lo hace la representación misma con la
introducción de elementos metateatrales. Un niño da la bienvenida a la
audiencia y advierte su ingreso en la ficción, revela el reverso del decorado mientras
lo recorre acompañado por una bestia. Más tarde la narración volverá a
desdoblarse con el ingreso del personal de limpieza para lavar la sangre
desparramada después del crimen del Conde.
La ópera transcurre en
un solo espacio escénico, el interior opresivo de un palacio (Tribunales)
custodiado por perros reales, cuyos ladridos y aullidos grabados anuncian malos
presagios.
Es irreprochable la
decisión de omitir, como en el estreno local de 1992, la separación en dos
actos. La progresión dramática es comprimida y así se favorece la continuidad
de una obra que descansa en el espesor psicológico de los personajes antes que
en el desarrollo dramático.
El avance es discreto
y severo hasta la escena de la fiesta, cuando el Conde Cenci organiza un baile
para celebrar la muerte de sus dos hijos. Luego, con la fractura de la ley, la
puesta gira hacia la alucinación: un drag queen gótico oficia de anfitrión, en
una orgía bacanal, con prácticas sadomasoquistas.
La lograda atmósfera
pesadillesca cuenta con un dispositivo formado por prismas espejados que ocupa
un lugar central en la escena: amplifica la fractura psicológica de la familia
y su realidad fragmentada.
El diseño de
escenografía y vestuario de Oria Puppo, con pocos pero eficaces recursos, se
adaptó a los requerimientos de la puesta, apoyada en la iluminación de David
Seldes y las proyecciones de Maxi Vecco.
La música avanza sobre
una sucesión de climas y la orquesta comenta o revela una zona emocional
subyacente en la acción. La Orquesta Estable se desempeñó con eficacia bajo la
dirección de Scarabino, resaltó cada uno de los amplios recursos orquestales,
aunque no siempre con un balance favorable.
Monica Ferracani hizo
una interpretación magnifica en su exigido rol de Beatrix. Alejandra Malvino
(Lucrezia) cumplió sobradamente su papel. Víctor Torres concibió un conde Cenci
de gran presencia escénica, pero inaudible en algunos momentos. Florencia
Machado (Bernardo), Gustavo López Manzitti (Orsino), Mario de
Salvo (Andrea) y Alejandro Spies (Giacomo) sortearon las dificultades de
la rigidez de la escritura vocal y el uso de registros extremos. El coro contó
con la solvente dirección de Miguel Martínez.
Beatrix Cenci
Autor Alberto
Ginastera Director Guillermo Scarabino Régie Alejandro Tantanian Escenografía y
vestuario Oria Puppo Sala Teatro Colón, martes 15, Gran abono
La función del domingo 20 a las 17 se transmitirá por
www.teatrocolon.org.ar.
http://www.clarin.com/extrashow/musica/Ano-Ginastera-Beatrix-Cenci-Colon_0_1541246307.html
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