En el Mucem de Marsella
Del 27 de abril al 29 de agosto de 2016
“El arte obliga al artista a no aislarse;
le somete a la verdad más humilde y universal. Éste es el motivo por el cual
los auténticos artistas no desprecian nada”.
Albert Camus. Discurso de
Suecia. Discurso de recepción del Premio Nobel de literatura, pronunciado en
Oslo, el 10 de diciembre de 1957.
El MuCEM
presenta del 27 de abril al 29 de agosto de 2016 una gran exposición de 270
obras que tiene como objetivo mostrar cómo Picasso, a la vez inscrito en su
época y apegado a sus raíces, alimentó su trabajo con influencias originarias
de las artes y tradiciones populares. El recorrido, dividido en cuatro
secciones, pone en espejo obras maestras del artista con objetos de referencia
procedentes de las ricas colecciones del Mucem. Gracias a préstamos excepcionales
y al apoyo de numerosas colecciones públicas y privadas, francesas e
internacionales, entre las cuales es conveniente citar la excelente
colaboración con el Museo nacional Picasso-Paris, la exposición permite reunir
obras esenciales e icónicas, puestas en perspectiva con descubrimientos
inéditos.
Después de haber mencionado el
aspecto sagrado de estas fuentes, esencialmente españolas, la presentación
destaca esta presencia de los recuerdos en la inspiración del artista. De este
modo se ilustran temas y motivos de memoria recurrentes en Picasso, fascinado
en particular por el universo del adorno (Jacqueline con mantilla), la
música, el circo (El Acróbata azul), la tauromaquia (Cabeza de
toro) y el juguete, por ejemplo.
A continuación, la exposición está
construida en torno a encuentros de Picasso con personalidades que afirmaron un
saber hacer artesanal que podía alimentar su propia experiencia y sus propias
investigaciones. Entonces, se desarrollan sucesivamente las incursiones del
artista en el conocimiento del trabajo de la madera (Paco Durrio), la cerámica
(Suzanne y Georges Ramié y el taller Madoura), la orfebrería (François Hugo),
el linograbado (Hidalgo Arnéra), el cine (Robert Picault), el textil (Marie
Cuttoli) y la chapa recortada (Lionel Prejger).
La cuestión de la utilización de lo
cotidiano en su dimensión más prosaica (los objetos encontrados), pero también
la más personal, se expresa en un hermoso conjunto de esculturas de ensamblaje
(Mona y su cría) en los que se leen fácilmente los objetos recogidos y
los materiales reciclados.
El arte en el siglo XX a menudo
jugó con sus orígenes para construir una nueva relación en el mundo. Las raíces
de Picasso son múltiples. Entre estos cimientos, el entorno de su infancia fue
un terreno muy fértil. Los objetos de la vida diaria a los que Georges Henri
Rivière rinde homenaje en el museo de artes y tradiciones populares, que creó
en 1937, forman parte infinitamente del equipaje afectivo y estético del
artista. Las colecciones del Mucem que jalonan el recorrido se han escogido
entre los objetos adquiridos por Georges Henri Rivière, como tantos ecos al
trabajo de Picasso. Basándose en este conocimiento a la vez íntimo y universal,
el propio Picasso se afirma como la auténtica señal de una nueva cultura popular.
http://www.mucem.org/es/exposition/picasso-un-genio-sin-pedestal
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