Libreto de Arrigo
Boito, basado en Othello, or The Moor of Venice (1603) de William Shakespeare. Primer
reparto. 21 de septiembre de 2016.
Nueva producción del
Teatro Real, en coproducción con la English National Opera y la Ópera Real de
Estocolmo. Estrenada en el Teatro alla Scala de Milán, el 5 de febrero de 1887
y en el Teatro Real el 9 de octubre de 1890.
Ficha musical
Coro y Orquesta
Titulares del Teatro Real
(Coro Intermezzo /
Orquesta Sinfónica de Madrid)
Pequeños Cantores de
la Comunidad de Madrid
Dirección musical:
Renato Palumbo
Dirección de escena:
David Alden
Escenografía y
figurines: Jon Morrell
Iluminación: Adam
Silverman
Coreografía: Maxine
Braham
Dirección del coro:
Andrés Máspero
Dirección del coro
de niños: Ana González
Otello: Gregory
Kunde
Iago: George Petean
Cassio: Alexey
Dolgov
Roderigo: Vicenç
Esteve
Ludovico: Fernando
Radó
Desdémona: Ermonela
Jaho
Montano y Un
heraldo: Isaac Galán
Emilia: Gemma
Coma-Alabert
Es con esta ópera
trágica, fruto de la madurez personal y musical del compositor italiano, con la que el Teatro Real inaugura
temporada, con rueda de prensa, dos casts, exposición del Archivio Storico
Ricordi sobre el Otello y un publicitado streaming el día 24 que permitirá que
disfruten de esta obra maestra en muchos lugares, algunos lejanos del coliseo
madrileño.
Sería interesante
redundar en la cita del periódico inglés: "Una producción perfecta"
(The Independent), de una de las tragedias más atemporales de Shakespeare,
adaptada por Giuseppe Verdi. Una historia de traición, amor y celos que matan,
pero no mueren”.
Serán 13 funciones
de Otello hasta el día 3 de octubre, con dos elencos, han abierto una “saison”
que será continuada por la Norma de Bellini. La primera función, el 15 de
septiembre, inauguró la temporada de ópera en España, con la asistencia de los
reyes de España. La función del 24 de septiembre, como decíamos, será
retransmitida en directo, gratuitamente y para todo el mundo, en Palco Digital
del Teatro Real. También se podrá seguir en RTVE.es (coproductora de la
producción audiovisual), The Opera Platform (Opera Europa), Shakespeare Lives
(British Council) y ARTE Concert (canal ARTE). En los países de América Latina
será retransmitida en diferido, el 30 de septiembre, en diferentes centros
culturales y artísticos de Chile, Colombia, México y Venezuela.
Habrá un curso
monográfico sobre Otello, conferencias, coloquios, cine y conciertos completan
las propuestas culturales y artísticas del Teatro Real, en colaboración con
otras instituciones, en torno a la obra maestra de Verdi. William Shakespeare
(1564-1616) sedujo en varias ocasiones
al compositor con el aporte de los excelentes libretos del músico y
poeta Arrigo Boito (1842-1918). Así, en la estela del escritor de Stratford-
upon- Avon, dio a luz ya septuagenario, sus dos últimas óperas: Otello y
Falstaff.
Durante la rueda de
prensa, un entusiasmado director artístico de la sala capitalina, Joan
Matabosch, expresó, ante el asombro de algunos presentes (siempre está el
espinoso tema de la diferencia racial y social del “moro de Venecia” y la
dureza del texto original del bardo inglés, sorprendente, pesimista y violento,
en parte conservado por el libretista ): “El amor de Desdémona por Otello se
considera arte de magia, sin embargo el amor de Otello por Desdémona se
considera como lo más lógico del mundo: Desdémona es tan refinada, tan blanca y
tan aristocrática que cualquiera comprende que Otello no pueda menos que
amarla. Se aman, pero la diferencia direccional del amor de ambos es innegable.
Y es sobre estas diferencias que un personaje resentido y diabólico, el alférez
Iago, acabará logrando tejer su venganza contra el general Otello por no
haberlo ascendido a capitán, como esperaba.
El conflicto de
Otello es interior y tiene un nombre: inseguridad, que es lo que a tantos
hombres ha llevado a cometer las mayores atrocidades. Otello nos coloca ante uno
de los miedos más inconfesables del ser humano: no sentirse merecedor de lo que
más se ama”. Y estas reflexiones no tienen desperdicio.
El libretista Arrigo
Boito simplifica el hecho teatral shakesperiano profundizando en la complejidad
de los personajes y sus relaciones, mientras que Verdi crea una partitura
compacta en la que florecen arias, dúos, recitativos y ariosos, en un continuum
donde la tensión permanece arriba, incluso en los pasajes más intimistas y
pasionales.
Renato Palumbo, gran
experto verdiano es el responsable de la dirección musical y la puesta en
escena, del director David Alden. Alden estuvo ausente de la poblada rueda de
prensa, a pesar de tener reservada una silla y esta circunstancia premonitoria
pareció anunciar el desagrado que en general produjo una puesta en escena gris,
sin mucha imaginación, falta de luz a pesar de las referencias a Chipre, la
isla griega donde suceden los hechos, bañada por el Mediterráneo.
El movimiento
escénico es en su conjunto inadecuado y agotador en lo que atañe a los
cantantes y el hecho teatral se ve afectado por un vestuario que recuerda el de
los campesinos del Doctor Zhivago de Boris Pasternak.
No se establece el
límite y la frontera entre espacio público y espacio íntimo. Detrás de mí una señora comentaba escandalizada: “¿cómo pueden
celebrar Otello y Desdémona su noche de bodas en una plaza pública?”
David Alden, el
director de escena norteamericano y su proyecto es acompañado pues por una sombría
ciudad mediterránea concebida por el escenógrafo Jon Morrell, que acentúa la
atmósfera patológica del drama shakespeariano pero escamotea la magia. Le falta
sutileza y no engancha. La ópera es voz y despliegue canoro pero también
seducción escénica, aquí ausentes.
Renato Palumbo, que
en el Real ha dirigido Les Huguenots, Tosca y La Traviata, vuelve ahora con
otro título verdiano, de nuevo con la
soprano albanesa Ermonela Jaho, que triunfó con su interpretación de La
traviata, en 2014. Palumbo imprime energía, a veces en exceso, porque a pesar
de los comentarios de la crítica y público advirtiéndoselo reiteradamente cada
vez que viene a Madrid, su batuta se dispara y engulle a los cantantes.
La cobertura que se
ha dado en esta ocasión en la prensa del foro y otras al tenor Gregory Kunde,
uno de los más reconocidos intérpretes del exigente papel de Otello en la
actualidad, ha sido inmensa, pero no se lo veía cómodo enfundado en su traje
mitad gabardina, mitad uniforme militar y un trasiego escénico que, lejos de
dejarlo cantar tranquilo, lo sometió a un stress añadido con el calor de la
sala, como a Iago, otro papel muy exigido y sofisticado. El psicópata nato,
cuyo discurso despiadado hace temblar la conciencia de los espectadores.
En ocasiones, Kunde
tuvo dificultad con sus registros grave y en los agudos, a veces difíciles de
alcanzar con soltura. El Iago de George Petean por momentos estático y falto de
enjundia, no estuvo mal pero es mejorable y la Desdémona de Ermonela Jaho,
oriunda de Albania, despliega un saber hacer vocal muy digno con una actuación
dramática suficiente. Sin embargo, el trío principal podría haberse
beneficiado, como el resto del elenco y del montaje, de una química y un
carisma mayor por parte del director musical, Renato Palumbo, para comprender y
acompañar a sus cantantes.
Por momentos, daba
la sensación de que, aunque estaban todos en el mismo barco, cada cual hacía la
guerra por su cuenta. Pocos momentos de arrobamiento en el público que mantuvo
las distancias y no apoyó el desempeño del director ni por supuesto la puesta,
la escenografía ni el vestuario, poco atrayentes.
Compuso un Cassio
agradable Alexey Dolgov que inspiraba empatía e interés vocal y dramático.
Correctos también y la altura Vicenç Esteve, Fernando Radó, Isaac Galán y Gemma
Coma-Albert en su roles de Roderigo, Ludovico, Montano y heraldo y Emilia,
respectivamente.
Los Pequeños
Cantores de la Comunidad de Madrid, dirigido por Ana González han estado bien
en su intervención y el Coro Titular del Teatro Real, preparado, como siempre,
por su titular, el argentino Andrés Máspero, excelente.
El triunfador
absoluto de la velada, casi como siempre, fue Verdi, porque nadie se puede
resistir a su inspiración y talento, incluso si Otello no es de sus óperas más
fáciles ni más aptas para atrapar a un público poco entrenado o que acude por
primera vez a una función.
De todas formas, una
noche de ópera es un regalo, un lujo en los tiempos que corren: porque hay
quien no puede acudir por razones económicas u otras, porque el mundo se divide
cada vez más en los que ejercen y en los que miran, porque hay guerras de todo
tipo aquí y allí matando y hambreando a ingentes poblaciones en el planeta, que
se debilita por el maltrato colectivo porque, en fin, este mes de agosto,
aunque corto y tórrido, se nos hizo eternos a los que estábamos esperando que
reabriera el Real. ¡Claro!
Alicia Perris
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