Última
ópera de Wolfgang Amadeus Mozart
El Teatro Real estrenará el sábado 19
de noviembre La clemenza di
Tito, de Wolfgang
Amadeus Mozart, que
regresa al Teatro Real con la mítica producción creada y dirigida por el
matrimonio Ursel y Karl-Ernst
Herrmann, procedente del Festival de Salzsburgo.
La producción, uno de los primeros
encargos de Gerard Mortier a
los creadores alemanes, recibió una calurosa acogida en su presentación en
Madrid en la temporada 2011-2012. Con su reposición el Teatro Real quiere
rendir homenaje al que fue su director artístico entre 2010 y 2013
En esta ocasión, La clemenza
di Tito contará con la dirección musical de Christophe Rousset, gran experto en este repertorio, que se
colocará al frente de un doble reparto y del Coro y la Orquesta Titulares del Teatro Real.
Una historia de celos, de
amor, conspiración y clemencia, cuyo montaje y estreno estuvo rodeado de
intrigas y envidias que acompañaron a Mozart hasta el final de sus días, y que
aún hoy colean.
“La clemenza di Tito es una obra sublime de principio a fin, que demuestra claramente que Mozart, cuando acepta un encargo es incapaz de no emplearse a fondo en él”. Max Genévez
En la interpretación de los papeles
principales se alternarán los tenores Jeremy Ovenden y Bernard
Richter (Tito), las sopranos Karina Gauvin y Yolanda
Auyanet (Vitellia), las mezzosopranos Monica Bacelli y Maite
Beaumont (Sesto) y las sopranos Sylvia Schwartz y Anna Palimina (Servilia).
Encargada
para celebrar la coronación de Leopoldo II de Austria como rey de Bohemia, La
clemenza di Tito constituye
una perfecta ilustración de la opera seria metastasiana. El emperador
romano Tito se ve obligado a hacer frente a una violenta rebelión, que
logra reprimir sin por ello perder la magnanimidad. Compuesta en
un momento en que la Revolución Francesa se encontraba en pleno
apogeo, y con media Europa cuestionando la capacidad y moralidad de las
coronas que en ella reinaban, presentar en escena un dirigente cabal
y virtuoso era una oportunidad que no se podía dejar pasar. Leopoldo
II subía al trono para hacer frente a una monarquía en crisis, de la misma
forma que Tito se había visto forzado a asumir el liderazgo de una
convaleciente dinastía Flavia. A través de la historia de este último
se trataba de influir de forma directa en la opinión pública a favor
de aquel. Wolfgang Amadeus Mozart aceptó hacerse cargo de un
cometido que había declinado un Antonio Salieri desbordado de trabajo y
reservó para la que sería una de sus últimas obras– la compuso en
1791, tan solo unos meses antes de fallecer– algunas de sus páginas
más sublimes. La puesta en escena de Ursel y Karl-Ernst Herrmann fue
uno de los primeros encargos de Gerard Mortier, que presentó en Bruselas,
Salzburgo, París y Madrid. La recuperación de esta producción quiere ser,
también, un recuerdo en honor de quien fue director artístico del Teatro
Real.
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