Marilyn Monroe, 1961 © Douglas Kirkland Cortesía MONDO GALERIA
La nueva exposición de Mondo Galería rinde homenaje a la rubia eterna a
través del trabajo fotográfico de Douglas Kirkland
VICTORIA GALLARDO
"No me pasé tres días en la cama con Marilyn. Si lo hubiera hecho,
¡estas fotografías probablemente no existirían!". Quien así bromea es
Douglas Kirkland (Toronto, 1934). La primera vez que el fotógrafo canadiense se
encontró cara a cara con la actriz, él aún no había cumplido los 30. No era más
que un chaval que comenzó fotografiando partidos de hockey. Hasta que, por
encargo de la revistaLook, un día tuvo que enfrentarse a uno de los
mayores retos de su carrera: inmortalizar a la mujer más sexy del mundo.
En su recuerdo aún conserva las pocas pero explícitas condiciones que la
actriz puso para la ocasión. Sábanas blancas de seda, música de Frank
Sinatra y un buen Dom Pérignon. "Me reuní con ella en tres
ocasiones", relató una vez Kirkland. "El telón se levantaba en
una de las más increíbles noches de mi vida. Recuerdo ver a dos asistentes, una
para el maquillaje y la peluquería y la otra, supuse, para el vestuario.
Marilyn me dio un abrazo rápido y un beso en la mejilla y luego desapareció en
el camerino. De pronto, volvió a aparecer, se sentó en la cama, se tapó los
pechos y dijo a todos, "creo que debería quedarme a solas con este
chico". Un instante después, se cerraba la puerta. Ahora sólo estábamos
los dos. Marilyn Monroe y yo. No estaba del todo seguro de lo que
esperaba de mí. ¿Qué debía hacer? Me escondí tras la cámara y empecé a
disparar".
Parte de lo que ocurrió a continuación se puede contemplar por primera vez
en España hasta el 10 de enero en Mondo Galería (San Lucas, 9). Reunidas bajo
el título 'Una noche con Marilyn' y coincidiendo con el 55 aniversario de la
sesión, realizada el 17 de noviembre de 1961, varias imágenes seleccionadas por
el propio artista cuentan por sí solas cómo transcurrió la velada.
"Si uno no supiera de antemano que las fotografías fueron hechas en un
estudio, parecería que fue un encuentro fortuito en un hotel", asegura
Diego Alonso, director de la galería. "No fue una sesión más. Él buscaba
hacer la foto de su vida. Indagaba en distintos estilos y diferentes
posiciones, mientras ella posaba a ratos sí y a ratos no. Esa parte de
improvisación que hubo por parte de los dos proporcionó mucha frescura. Fue
como un juego para ambos. Allí se generó una complicidad que se ve
reflejada en las imágenes".
Concebida desde una perspectiva simbólica y minimalista, la muestra rinde
culto a la diva rubia del celuloide de una manera diferente. "La
instalación va a ser muy particular", prosigue Alonso. "Las imágenes
estarán presentadas como iconos porque eso es justamente lo que fue y lo que
sigue siendo Marilyn. Actualmente, aparece en grafitis, camisetas,
protestas políticas o conciertos de rock. Cada uno le atribuye la carga
emocional que le interesa y crea el concepto que quiere a partir de ella".
Desde los comienzos de Norma Jeane Baker hasta el final de sus días, Alonso
advierte un proceso de búsqueda de "ese deseo carnal que perseguía el cine
de Hollywood a partir de los años 40" y que la convirtió en símbolo de
sensualidad, sexualidad y belleza. "Su nombre se asocia a estos tres
conceptos, pese a ser tres cosas diferentes. Representa todo esto y mucho más.
Esta cultura que hoy se está gestando de imágenes y contenidos visuales precisa
de este tipo de representaciones del imaginario colectivo a las que rendir
culto. Al final, se ha convertido en un personaje construido", concluye.
Marilyn Monroe, 1961 © Douglas Kirkland Cortesía MONDO GALERIA
Con el paso de los años, Mick Jagger, Andy Warhol, Oliver Stone, Leonardo
DiCaprio, Coco Chanel, Brigitte Bardot, Judy Garland, Elizabeth Taylor,
Catherine Deneuve, Michael Jackson, Charlie Chaplin, Sophia Loren y un
inacabable etcétera fueron otros de los célebres personajes que desfilaron ante
el objetivo de Kirkland y le dedicaron sus mejores poses. Sin embargo,
jamás habrá otra como ella. "Será difícil que conozcamos a otra Marilyn.
Antes, una artista era actriz, cantante y 'sex symbol' a la vez. Ahora,
en cambio, todo está muy sectoralizado", asegura Alonso. "Amy
Winehouse quizá podría ser lo más cercano a un ejemplo de similitud, pero no
tiene su misma sensualidad, ni tampoco ese punto de gustar a todo el mundo, que
es precisamente lo que la actriz tenía. Atraía a todos por igual".
Como el propio Kirkland dijo, lo más chocante de Marilyn siempre fue su
belleza. "En mis recuerdos, ella se mueve como flotando a cámara lenta,
más etérea que real. Eso era lo extraño de su hermosura. No era de este mundo".
http://www.elmundo.es/madrid/2016/11/27/5839d8d6268e3e3c018b4593.html
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