aSÍ ES. HACE CIENTOS DE AÑOS, TANTOS QUE NO QUIERO ACORDARME, FUIMOS A VERLA, CUANDO VIVÍAMOS EN lONDRES AL TEATRO Y LE OFRECIMOS LLEVARLA A SU CASA A LA SALIDA. NADIE LA ESPERABA entonces, no sé ahora, PERO AHÍ QUEDAN EN LO MÁS PROFUNDO DE LAS EMOCIONES, SUS PELÍCULAS, SUS SERIES, SUS TRABAJOS EN EL TEATRO DE LA CAPITAL INGLESA. "nO, THANK YOU", DIJO, "i´LL TAKE A TAXI". y SU FIGURA pequeña Y MODESTA SE PERDIÓ EN LA NOCHE LONDINENSE.
Y Ahora:
"La actriz británica, ganadora de dos Oscar, regresa a los 80 años interpretando al Rey Lear de la obra de Shakespeare
Y Ahora:
"La actriz británica, ganadora de dos Oscar, regresa a los 80 años interpretando al Rey Lear de la obra de Shakespeare
Glenda Jackson encarna
la atipicidad de haber sido hasta la fecha el único miembro en toda la historia
del Parlamento británico que luce en su vitrina el premio Oscar. Y no solo una
estatuilla dorada, sino dos. Recién jubilada de la política, tras casi un cuarto de siglo
como diputada del ala izquierda laborista, la que fuera una de las actrices más
destacadas de su generación acaba de retornar a las tablas de Londres a los 80
años, interpretando además el papel masculino del rey Lear. Lo suyo siempre fue
desafiar las convenciones, y con éxito.
Su nombre vuelve a acaparar estos
días las cabeceras de la prensa nacional gracias al elogioso veredicto con el
que ha sido recibida su interpretación delcomplejo
monarca shakesperiano, y, sobre todo, por lo que un crítico
calificaba como "la madre de todos los regresos". El de una actriz
que en el pico de su reconocimiento plantó todo para consagrarse a la vida
parlamentaria sin mirar atrás. “Ni una sola vez a lo largo de mis 23 años en el
escaño eché de menos aquel pasado”, ha rememorado sobre la decisión de
abandonar una industria que en 1992 asistía incrédula a la transmutación de la
Jackson actriz en una política profesional.
Hija de un albañil, Jackson
(Birkenhead, 1936) nunca hizo lo que se esperaba de ella. Abandonó el colegio a
los 16 años para trabajar en una cadena de farmacias, pero pronto decidió
enrolarse en la academia de arte dramático Rada. No le motivó tanto la ambición
de convertirse en actriz como la noción de que “¡tenía que haber algo mejor
para mí que la maldita farmacia!”.
Forjada en la escena teatral y en
laRoyal Shakespeare Company,
sus inicios en el cine obtuvieron unos réditos casi inmediatos. Tras
protagonizar Mujeres enamoradas, del controvertido Ken Russell, ganó su primer Oscar. Jackson ha pasado a los
anales de ese galardón como la primera receptora que protagonizaba un desnudo
integral. Y solo cuatro años más tarde, en 1973, repetía premio con Un
toque de distinción, en la que de nuevo derribaba cánones sociales
encarnando a una divorciada inglesa que se lía con un empresario estadounidense
casado.
Glenda Jackson fue esa
anti-estrella que no quiso dar ningún discurso al recoger sus dos premios (“me
dicen que es como recibir una medalla de oro olímpica, pero en este caso no
creo que a todos los corredores se nos permita cubrir la misma distancia”, dijo
entonces). Acabó guardando una de las estatuillas en el desván. La otra se la
dio a un sobrino “para un proyecto del colegio o algo así…”, ha contado.
P. T.
“¿Por qué el mundo creativo no
considera interesantes a las mujeres?”, se preguntaba Glenda Jackson en una
reciente entrevista con Observer, para subrayar que las quejas de
las actrices sobre la falta de buenos papeles femeninos son idénticas a las que
ella misma compartía hace cinco lustros. Aunque también citaba como una de las
excepciones al director español Pedro Almodóvar: “Está obsesionado con las
mujeres y sus películas son maravillosas”.
Una vez dejó el oficio de la
interpretación para ingresar en la Cámara de los Comunes, Jackson también pudo
constatar las barreras de género en el mundo de la política, ilustradas con la
siguiente anécdota: durante la sesión de un comité parlamentario, la propuesta
presentada por una diputada fue desestimada sin más, pero cuando cinco minutos
después un colega masculino planteó exactamente lo mismo los demás le replicaron
“qué idea tan excelente”.
Desde ese desapego quizá se
entienda mejor la entrega que Jackson acabó consagrando a la política cuando ya
llevaba tres lustros divorciada del exactor Roy Hodges, padre de su único hijo.
Su nueva carrera no consiguió llegar más allá del puesto de subsecretaria del
Ministerio de Trabajo, probablemente porque el izquierdismo de la
diputada siempre renegó del Nuevo Laborismo de Tony Blair y porque se erigió
como una de las
voces contra la guerra de Irak.
El agotamiento de la propuesta
laborista le pasó factura en las elecciones de 2010: la diputada logró retener
su escaño por solo 42 papeletas de margen. Fue cuando decidió retirarse de la
política, tras agotar su último mandato parlamentario y bajo el argumento de
que le tocaba entrar a una nueva generación. En aquellos tiempos le preguntaron
si consideraría regresar al teatro, a lo que contestó que no se sentía capaz de
participar en ocho funciones a la semana; “pero sí podría hacerlo si me dieran
un mes para ponerme en forma físicamente”. También resultó premonitoria su
sentencia sobre la falta de papeles para las actrices, especialmente aquellas
que han rebasado su etapa de juventud: "Si miramos la obra de Shakespeare,
cualquier actor puede transitar desde Hamlet aEl rey Lear, encarnando
sobre el escenario el desarrollo del carácter humano. Pero es muy difícil
encontrar en los clásicos un equivalente femenino de esos personajes…".
Pues bien, Glenda Jackson ha
decidido coger el toro por los cuernos y regresar al ruedo apropiándose de un
reinado en masculino, el de ese Lear con el que ha vuelto a conquistar a la
exigente crítica británica".
http://elpais.com/elpais/2016/11/10/estilo/1478804179_430061.html
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