05.11.2016 - 05.02.2017
A la manera de un salvoconducto, el nombre de Copi (1939-1987) ha
garantizado durante años el acceso a un club no necesariamente reducido pero sí
selecto: el de aquellos para quienes la obra del autor francoargentino
constituye una de las experiencias de lectura más singularmente radicales de
las últimas décadas.
En la obra de Copi confluyen la crueldad y la ternura, el absurdo y la
ironía, el esteticismo, la teatralidad y la subversión de los géneros no
solamente artísticos en un dispositivo presidido por la serialidad, el supuesto
dibujar «mal» y un vértigo libérrimo. Repleta de travestís, mujeres que
conversan con caracoles, ratas que escriben cartas, viejecillas lúbricas y
pollos, su obra pone a prueba nuestra capacidad de asombro, pero también los
límites entre las disciplinas artísticas que el autor practicó —la dramaturgia,
la actuación, la narrativa, la ilustración y el cómic— y otros límites que en
su obra no tienen lugar: los existentes entre hombres y animales y animales y
objetos, hombres y mujeres, homosexuales y heterosexuales, vida y muerte, sueño
y vigilia. Las de Copi son historias de monstruos y fábulas sin moraleja o con
una moraleja incómoda: la de sus relatos, sus novelas y sus extraordinarias
piezas teatrales cuyo origen, sin embargo, está en el gesto de creación radical
de estos cómics.
Copi irrumpió en las páginas de Le Nouvel Observateur en
1964: se había instalado definitivamente en Francia sólo dos años antes y desde
entonces había colaborado con el grupo de acciones teatrales de Fernando
Arrabal, Alejandro Jodorowsky y Roland Topor, había vendido sus dibujos en las
calles y estaba siendo testigo de una radicalización de las ideas que iba a
culminar en las revueltas estudiantiles de mayo de 1968, aunque también en la
pervivencia de una «vieja Francia» insensible a los cambios. Volver sobre su
obra en una época tan parecida en algunos sentidos supone recuperar su mirada,
celebrarla y traer de regreso a un autor cuya irrupción en la vida de sus
lectores sigue sin ser un estornudo en la tormenta precisamente: es la misma
tormenta, con truenos y relámpagos y los bomberos corriendo a apagar el
incendio con un camión cargado de gasolina.
Comisario: Patricio Pron
http://ajuntament.barcelona.cat/lavirreina/es/exposiciones/copi-la-hora-de-los-monstruos
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