viernes, 7 de febrero de 2020

AUGUST SANDER: FOTOGRAFÍAS DE «GENTE DEL SIGLO XX»



Una exposición de Die Photographische Sammlung / SK Stiftung Kultur, Colonia, en colaboración con La Virreina Centre de la Imatge

Aunque fuertemente imbricados en una época y en un contexto geopolítico muy específicos, los retratos de August Sander invitan a ser leídos desde una perspectiva más amplia. En cierta forma, y para muchos intérpretes u observadores que se aproximaron a ellos durante el último siglo, constituyen algo parecido a un panóptico sobre la condición humana, un registro acerca de las vicisitudes, las mentalidades y los modos de organización social en la vida campesina y en la metrópolis moderna.

Según señala Gabriele Conrath-Scholl, una de las grandes especialistas internacionales en la obra del fotógrafo, además de directora del Die Fotographische Sammlung/SK Stifkung Kultur de Colonia, institución que custodia, administra e investiga su legado, Sander introdujo un paradigma de enorme importancia para la emancipación de la fotografía documental como medio de expresión artística: frente a la imagen individualizada o «única» -en el sentido fetichista de la palabra-, desplazó el foco de interés hacia un cuerpo fotográfico con derivaciones complejas y múltiples puntos de fuga[1].

Este cambio de tesitura no sólo abrió la puerta a la metodología del proyecto para el campo de la fotografía, sino que también permitió otro tipo de mirada que llevaba al retrato fuera del circuito cerrado entre fotógrafo y fotografiado, añadiendo o «dando voz» a aspectos hasta entonces inapreciables tanto desde la perspectiva del realismo como desde las imágenes con voluntad de exégesis psicológica.

Así, hacia 1930, cuando tal y como apunta Olivier Lugon, «el apelativo de fotografía documental se multiplica y empieza a calificar, embrionariamente, a un género que se determina en oposición a la Nueva Visión y a la Nueva Objetividad[2]», Sander aparece como ejemplo perfecto contra las inflaciones manieristas, mientras que su libro El rostro de nuestro tiempo [Antlitz der Zeit], entonces recientemente publicado por la editorial muniquesa Kurt Wolff/Transmare, en 1929, genera apasionados elogios críticos, que inciden sobre las capacidades del fotógrafo para documentar la esencia de la época desde una «exactitud» encomiable.

Ciertamente el «estilo Sander», es decir, esa mezcla de penetración e imparcialidad, de distanciamiento y de captura del detalle, halla su máximo valor si se le inscribe dentro de una propuesta con la envergadura enciclopédica de Gente del siglo XX [Menschen des 20. Jahrhunderts], al oponerle el «concepto» que Sander desarrolló para atender a todos los segmentos sociales y profesionales sin excluir ninguno -aunque tampoco sin decantarse por cualquiera-, computando en largas listas redactadas a mediados de los años veinte por él mismo, los grupos, las subdivisiones y las carpetas que integrarían este retrato de retratos, este gran atlas de la Alemania del momento.


Y aún resulta más apabullante observar de qué manera reevaluó su propia obra comercial como retratista de familias campesinas de Westerwald en los años diez, que a su vez evolucionaba aquella fotografía que había practicado previamente en Linz en los inicios del siglo pasado, para regresar a los retratos frontales sobre los habitantes del mundo agrícola, muchos de ellos hechos al aire libre. O cómo eludió la noción de novedad, tal vez gastada por los movimientos de vanguardia más ortodoxos, entendiendo que la potencia de Gente del siglo XX no residía en establecer discriminaciones ontológicas entre imágenes utilitarias y fotografías de arte, sino que, por encima de dichas etiquetas, era el proyecto general quien podía operar desplazamientos entre una recepción u otra.

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