El Teatro Real presenta la
versión operística del famoso relato de Annie Proulx, que se estrenará
mundialmente mañana
El consejero artístico del Teatro Real, Gerard
Mortier, durante la presentación de 'Brokeback mountain'. / Carlos R. Alvarez
Brokeback
Mountain es, sin duda, la ópera que más expectación mediática ha
despertado en la historia del Teatro Real. Esta mañana, 31 medios
internacionales se unían a la prensa habitual española para interrogar a sus
protagonistas (director de escena, cantantes, compositor, libretitsta). Pero
por encima de todos ellos, sobresalió el hasta hace unos meses director
artístico del Real, Gerard Mortier.
En pleno tratamiento de su enfermedad voló ayer desde Alemania para presentar
un proyecto que le acompaña desde 2008, cuando acordó con Charles Wuorinen
(compositor) y Annie Proulx (autora de la historia y libretista) que la
impresionante historia de dos vaqueros que se aman en secreto en Wyoming sería
una ópera. La misma que había popularizado Ang Lee con su versión
cinematográfica en 2005. Pese al trajín y a su débil estado de salud, Mortier
se presentó de excelente humor –“la gente siempre dice que la rueda de prensa
ha estado muy bien, pero que no ha entendido nada”, bromeó respecto a su
español-, cautivador como siempre en su discurso, irónico y muy político.
Porque esto es lo que es esta pieza, mucho más allá de la lectura
superficial que podría considerarla una historia gay. Pero mucha gente, incluso
en la consejo del teatro, aseguró, se ha empeñado en lo contrario. “En el
comité de dirección cuando presentamos esta ópera, una persona me preguntó:
'¿Mortier, qué publico busca con esta producción?' No diré quién fue, porque
todavía me volverían a despedir [la dirección del Real decidió relevarle de su
puesto cuando declaró a EL PAÍS que quería participar en la elección de su
sucesor o se marcharía]. Pero le contesté: 'Un público liberal que pueda
discutir grandes temas. Sabemos que mucha gente sufre la discriminación
todavía”.
Muchos le han hablado también a Mortier, aseguró, sobre la
conveniencia moral de representar esta obra en el Teatro Real. Él no tiene
dudas. “En Madrid han estado luchando para traer Eurovegas. Eso era Sodoma
y Gomorra, no 'Brokeback mountain. Esta es una programación política, en el
mejor sentido de la palabra. Y espero que en España se abra un debate, y no un
rechazo”. Para terminar con este apartado, también tuvo palabras para la Iglesia:
"debería preocuparse de arreglar sus problemas antes de hacer comentarios
sobre los homosexuales".
GERARD MORTIER
Al mismo tiempo, el belga elogió el trabajo que ha realizado Annie
Proulx con el libreto. Pese a que no tenía ninguna experiencia previa,
explicó, ha construido un texto que funciona perfectamente gracias a la
concisión de sus frases. En realidad, contestó ella, se trata simplemente de
una traslación de la manera que tienen el medio oeste estadounidense de hablar.
Ella defendió la universalidad de esta obra, más allá de las características de
los dos personajes. O, precisamente, por esos rasgos."Puede hablarse de
algo más amplio al tema. Ennis es el tradicional, el conservador. Quien lucha
interna e íntimamente contra el cambio. Y luego está Jack, que es el agente del
cambio. Como se trata de una lucha más amplia, el público puede identificarse
plenamente con ello".
También le preguntaron a los cantantes sobre el público de Madrid y su
posible rechazo a una propuesta de este tipo. Algo que empieza a ser
inquietante en el siglo XXI y, especialmente, en un país donde hace tiempo que
han quedado sepultados debates de este tipo. El bajo barítono, Daniel Okulitch
(Ennis del Mar), obviamente, se mostró extrañado. "La verdad, no sabía que
el de Madrid era un público conservador antes de entrar aquí. No cambia nada
cómo preparemos un papel, aunque lo hagamos aquí o en otro lugar. Lo hacemos
con la misma honestidad y seriedad. Hay retos nuevos, la música, la
personalidad emocional de los cantantes. Si pensara en eso, solo me causaría
estrés para abordar el papel”.
Mortier reconoció que el público de estreno en el Real es menos dado a
la apertura, pero abrió la ventana a la evolución que se habría producido en
los últimos tiempos. “En Madrid ha habido muchos cambios en tres años. Hay más
jóvenes con entradas más baratas. Para mucha gente es imposible pagar 200 euros
por una entrada. Además, tenemos una gran parte del público que es mucho más
abierto. Marina
Abramovic fue un gran éxito, así que veremos. De todas maneras,
nunca cambiaré mis ideas sobre el teatro. Hago lo que creo que debo hacer e
intento convencer al público. Si no les gusta, hay que aceptarlo, así es el
teatro”.
Ambos cantantes, de quienes se ha dicho en la rueda de prensa que se
buscó que no fueran afeminados, "solo gente normal que se ama”, se
mostraron absolutamente tranquilos con el resultado de la pieza. “Es una ópera
complicada de cantar, sin duda. Como gran parte de la contemporánea. Pero
cuanto más la interpreto, más la entiendo. En mi papel hay líneas muy cercanas
al lenguaje hablado. Charles ha sabido reflejar muy bien todo para que lo
entendiésemos. Porque hay compositores contemporáneos que no tienen en cuenta
que su música debe cantarse”.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/27/actualidad/1390838900_061640.html
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