El artista
francés, que a sus 31 años se ha convertido en uno de los grandes nombres de la
ilustración mundial, expone por primera vez en España su genial trabajo
ISABEL PERMUY
Ondina envuelta en
olas, Madama Butterfly metamorfoseada en cientos de mariposas,
un autorretrato con seis brazos y su omnipresente perro Virgilio...
Éste es el mágico y maravilloso universo creado porBenjamin Lacombe (París, 1982), joven
prodigio de la ilustración mundial, que expone por vez primera en España.
Lo hace, hasta el 26 de enero, en el Museo ABC
(Amaniel 29-31), donde muestra 30 bellísimas ilustraciones y
un par de esculturas, realizadas junto a Julian Martínez. La exposición está
coorganizada por la editorial
Edelvives, con la que Lacombe lleva trabajando desde hace tiempo.
Ahora presenta dos nuevas publicaciones:«Swinging Christmas» y la segunda
parte de «Nuestra Señora de París». Poco antes de dar una Master
Class en el museo (numerosos jóvenes se agolpaban horas antes de la
charla; parecían fans esperando a su ídolo musical y no a un ilustrador),
hablaba con ABC.
Su cabeza –tan privilegiada como su
mano– va a toda velocidad, lo que hace que dispare las palabras como si
saliesen de una metralleta.Noblesse oblige, lo primero que subraya es
que el Museo ABC «es magnífico. En Francia, donde hay
muchísimos más ilustradores que en España, no hay un museo como éste.
Lo visité hace dos años y vi una exposición de Ana Juan que me
gustó mucho. Me interesan las exposiciones que organiza». Da cifras que
ilustran de lo que habla: en su país se publican al año entre 7.000 y
8.000 libros ilustrados y 5.000 cómics, frente a 20.000 o 30.000 novelas.
Nada que ver con el escueto mercado español, donde, advierte, «se está
produciendo un descubrimiento del mundo de la ilustración». Es cierto que hay
un«boom» de libros ilustrados en nuestro país. ¿Cree que sigue
siendo la Cenicienta, la hermana pobre, de las artes? «Al igual que el cómic,
la ilustración no ha recibido el reconocimiento que merece. Se la ha asociado a
objetos comerciales, bienes de consumo, pero para mí es un arte con
mayúsculas».
Lacombe y
sus influencias
Puestos a buscar huellas en su exquisito
trabajo –perfeccionista, cuida hasta el más mínimo detalle y sus
dibujos destilan grandes dosis de emoción–, asoman entre sus precisos
y preciosos trazos el Quattrocento italiano, los primitivos flamencos
y los prerrafaelitas, en pintura; Tim Burton, Hitchcock y Fritz Lang,
en cine; Diane Arbus, en
fotografía... ¿Le interesa especialmente el lado oscuro? «Bueno, me achacan que
uso colores tétricos, que mis personajes no sonríen. No es cierto, sí lo hacen,
pero no todo el día ni con sonrisas falsas. La vida no es de color rosa,
no es todo fantástico. No es que mis libros sean deprimentes –no llevan al
suicidio a los adolescentes–, pero mis personajes sí sufren adversidades,
situaciones difíciles de superar. Es lo que más me conmueve. Admiro mucho a
Arbus, que retrata la cara más monstruosa, pero me parece algo sublime. También
me gusta Murakami, pero pinta con esos colores tan vivos... La vida
no es así».
En «Swinging Christmas» vuelve a
trabajar con la cantante francesaOlivia Ruiz: se trata de un cuento de
Navidad con banda sonora incorporada (jazz de fondo y un CD con cinco
temas), en el que no hay rastro de Papá Noel, ni de Santa Claus,
aunque sí están presentes la nieve, el amor y regalos muy especiales: «Se
inculca el amor a los libros a un niño disléxico a través del jazz». Se ha
atrevido Lacombe con dos pesos pesados de la literatura: Poe («Cuentos
macabros») y Víctor Hugo («Nuestra Señora de París»).
¿Facilita su trabajo como ilustrador que sean unos textos tan buenos o se
encoge la mano por miedo y respeto? «Las dos cosas: ayuda e intimida al mismo
tiempo. El texto de Poe es uno de mis primeros proyectos; lo elaboré
mentalmente cuando tenía 10 años. El de Victor Hugo, en cambio, nunca me lo
planteé, pero se presentó la oportunidad. Hay muy pocas obras ilustradas de
esta novela, que todos creen haberla leído, aunque no lo hayan hecho. Me
preguntan:¿Por qué le has pintado el pelo rojo a Quasimodo? Yo les digo que es
así en el libro. Es uno de los principales iconos del romanticismo. He querido respetar
al máximo los colores del romanticismo y sus matices. Pero ha sido un
trabajo ingente y agotador de tres años: es un libro de 670 páginas y yo hice
más de cien dibujos».
Madama
Butterfly y Da Vinci
Lacombe lleva publicados ya 28
libros. Su despegue internacional comenzó a los 19 años con «Cereza
guinda». Su última aventura, «Madama Butterfly», basada en la célebre ópera
de Puccini, que Edelvives espera publicar el próximo año. ¿Cómo se
dibuja una ópera? «Mi madre me introdujo en el mundo de la ópera. Me
conmueve muchísimo. Lloré de emoción al oír por primera vez “Madama
Butterfly”. Es un proyecto que quise abordar hace tiempo, pero no me
atrevía. La ópera es perfecta y yo he tratado de recrear las emociones que
provoca». Nos enseña un ejemplar del libro en francés. Es increíble: incluye un
desplegable de diez metros. No hay retos imposibles para Benjamin Lacombe. Se
atreve incluso con iconos ymitos intocables como Leonardo da Vinci y su
homosexualidad. Lleva tiempo involucrado en un cómic en el que aborda la historia
de amor durante más de 30 años entre el maestro y su discípulo
Salai: «Quería romper falsos estereotipos de un pintor viejo, loco...
Era un hombre guapísimo, inteligente, sublime. No se debían sentir cómodos con
él los demás artistas. Debió ser difícil para él ser homosexual y trabajar para
el Papa».
Como modelos para sus personajes
escoge a familiares y amigos. Pero sus musas preferidas son sus perros:
Virgilio y Lisbeth, que nos enseña orgulloso en su tableta. En la Master
Class que debe pronunciar minutos después de la charla va a abordar las últimas
técnicas y nuevos retos en su brillante carrera. ¿Dibuja con ordenador o es de
los que les gusta tirar de lápiz, tinta, acuarelas...? Explica que siempre hace
todos sus diseños a mano y que sólo utiliza el ordenador para
maquetar.
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