ÓPERA En Nueva York
La soprano y el bajo-barítono cantan juntos por
primera vez desde su separación
Schrott y Netrebko, en un momento del
montaje neoyorkino de 'L'elisir d'amore'. METROPOLITAN OPERA
EDUARDO SUÁREZ
Era la primera vez que la soprano Anna
Netrebko y el bajo-barítonoErwin Schrott cantaban juntos
desde el anuncio en noviembre de suseparación.
Un extremo que suscitó una expectación especial este fin de semana en el
retorno de la diva rusa al escenario de la Metropolitan Ópera de Nueva York.
Netrebko había anulado por una gripe las primeras
dos funciones de 'El elixir de amor', en un detalle que despertó suspicacias
entre algunos melómanos. Pero tanto ella como Schrott brillaron interpretando a
la joven Adina y al curandero Dulcamara y al final de la obra se fundieron en
un abrazo y un beso que dejaron en el aire elinterrogante de una posible reconciliación.
Schrott y Netrebko anunciaron su ruptura a finales
de noviembre, en un comunicado en el que decían que seguían siendo amigos y
citaban sus "compromisos profesionales" y "la distancia
constante" como motivos de su separación. Ambos subrayaban entonces que su
intención era que la ruptura no afectara a su hijo Thiago, que
tiene cinco años y al que le diagnosticaron una variedad leve de autismo tres
años después de nacer.
El convidado de piedra del reencuentro de la
pareja fue el tenor mexicano Ramón Vargas, cuya 'Furtiva lagrima' brilló en el
tramo final de la noche y cuyo Nemorino fue muy aplaudido por
los espectadores de la Met. Pero todas las miradas estaban puestas en la
relación entre Schrott y Netrebko, a los que la partitura obligaba a interpretar
juntos dos duetos al inicio y al final de la segunda parte de la función.
Schrott hizo el mismo papel en el montaje que
se estrenó en diciembre en el Teatro Real de Madrid.
Esta vez su Dulcamara no era un vendedor de bebidas energéticas en un
chiringuito del Mediterráneo sino un curandero italiano en un montaje mucho más
tradicional. Pero sus gestos fueron casi tan gamberros como los que
presenciaron en el escenario madrileño y sus interacciones con la soprano rusa
estuvieron cargadas de dobles sentidos y familiaridad. Netrebko le dio un
manotazo cariñoso en su primera escena y Schrott imitó su voz en falsete en la
escena en que le ofrece el elixir de amor.
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