Siete proyectistas invitan a sentir la arquitectura con intervenciones en
el edificio de la Royal Academy de Londres
ANATXU ZABALBEASCOA Londres
Diebedo Francis Kere, ante
su instalación la Royal Academy of Arts de Londres, con motivo de la exposición
'Sensing Spaces: Architecture Reimagined'. / CARL COURT (AFP)
Junto a la estatua del pintor Sir Joshua Reynolds,
en el patio de acceso a la Royal Academy, habrá
durante unos meses dos columnas amarillas. Una, tumbada y sin capitel, parece
un banco. La otra, vertical, acompaña la estatua del que fuera el primer
director de esta academia de arte londinense. El arquitecto portugués Álvaro Siza la
ha puesto allí para hablar del origen más básico de la arquitectura: el
nacimiento de la columna. Algo de eso -de lo más elemental de esta profesión-
tiene la exposición Sensing Spaces que podrá
visitarse hasta el seis de abril. Sin embargo, la muestra es también la manera
más elevada de explicar la arquitectura. No trata de describir sino de hacer
sentir los espacios, la luz y los límites, es decir, los elementos
fundamentales de este arte útil que, precisamente por serlo, está
irrenunciablemente ligado a un contexto económico y social que lo condiciona y
que desaparece en una sala de exposiciones.
Tradicionalmente las muestras sobre arquitectura
aburren a los profanos porque no se exprimen en ellas los elementos
determinantes de la disciplina: el espacio y la luz. Las exposiciones abundan,
en cambio, en detalles constructivos que alejan al espectador de la experiencia
arquitectónica, de las sensaciones que esta disciplina es capaz de producir. Es
obvio que la manera de experimentar la arquitectura es visitándola y, en ese
sentido, tal vez se trate de una disciplina no “museable”. Con todo, que los
manuales de su historia hasta hace pocas décadas se concentraran en el juicio
de fachadas, secciones y plantas por encima de explicar la experiencia espacial
intrínseca a la disciplina ha hecho pensar a la comisaria Kate Goodwin que la
arquitectura podría explicarse de otra manera. ¿Cómo transmitir el influjo que
ejerce en la vida de la gente?
Que el grupo elegido para representar que es hoy
la arquitectura sea periférico lleva implícita una crítica a su globalización.
Así, los siete proyectistas que han intervenido en la neo-palladiana Burlington House,donde tiene su sede la
Royal Academy, han recurrido a la verdad de los materiales, a la sensación de
los espacios y sus iluminaciones o han trabajado las ideas, e incluso la
fantasía, pero, todos han evitado las experiencias meramente visuales que han
caracterizado el glamour arquitectónico de los últimos tiempos. De ahí que esta
exposición además de tratar de acercar la arquitectura a los profanos desde su
esencia, indique a los expertos una idea de renovación: el abandono del
espectáculo para recuperar los sentidos.
El resultado es diverso. Algunos proyectistas,
como las irlandesasGrafton
Architects, hacen arquitectura con una cubierta que consigue
que el espectador experimente tanto la luz como la sombra. Otros, como Eduardo Souto de Moura, explican
que su intervención no es arquitectura. “Se ha quedado en escultura”. El Pritzker portugués explica que “el
espacio no existe sin límites”. Y eso ha destacado él, recreando dos umbrales
en hormigón extrafino. “La arquitectura requiere continuar lo que otros han hecho”,
plantea. Y su intervención subraya las capas de historia del edificio de la
academia.
El chino Li Xiaoding cita a Lao Zi -“lo importante
es el contenido, no el contenedor”- y recrea un laberinto de bambú como el que
rodea la biblioteca que levantó en Liyuan. En su intervención no hay objeto
arquitectónico. Los bambús que dirigen el paseo provocan una experiencia
olfativa evocando al bosque.También el japonés Kengo Kuma -que
se refiere a su obra en términos de género: espacio maternal envolvente y
paternal impenetrable- busca asociar aroma y obra pero su instalación de bambús
trenzados se queda en ornamento: el exceso de estímulos no consigue construir
un espacio.
Por su parte, el africano Diébédo Francis Kéré ha levantado
un refugio con paneles de plástico que los visitantes pueden alterar o
completar. El proyectista de Burkina Faso formado en Berlín defiende la
autoconstrucción pero logra mejores resultados trabajando con el barro que con
el plástico. También la intervención del estudio chileno Pezo von Ellrichshausen tiene un aire
primitivo, básico y sin embargo monumental, secreto, más cerca del
descubrimiento paulatino que del efecto inmediato. Cuatro columnas de pino
encierran escaleras que conducen a un prisma desde el que uno experimenta, a la
vez, la grandiosidad y el detalle del edificio.
En las últimas décadas, la arquitectura ha
resultado fundamental en la reformulación de las artes. ¿Eso convierte esta
muestra en arte? ¿Cambia algo si juzgamos las intervenciones como arte o
arquitectura? La sensación, como alternativa para la sorpresa, es la tónica
dominante en una muestra que aboga por lo sutil para acercarse a lo perdurable
y defiende la continuidad frente a la ruptura.
Goodwin admite que el conocimiento aumenta el
disfrute, pero defiende la experiencia arquitectónica como descubrimiento
citando a Winston Churchill “damos forma a los edificios y luego ellos nos dan
forma a nosotros”.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/01/27/actualidad/1390840669_509989.html
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