A través de su columna en el diario español El País, el director de
orquesta venezolano Gustavo Dudamel, le pidió al Gobierno de Venezuela que
cancelara la Asamblea Nacional Constituyente, ante los hechos ocurridos el
pasado 16 de julio, cuando la sociedad civil, a modo de protesta, organizó un
plebiscito en forma de rechazo.
Son días cruciales
para el presente y futuro de Venezuela. Mi país vive momentos oscuros y
complicados, recorriendo un peligroso camino que nos lleva inevitablemente a la
ruptura de nuestras más profundas tradiciones republicanas.
Nos encontramos en
una bifurcación de tal importancia que todos los ciudadanos tenemos el deber de
hacer aquello que esté a nuestro alcance para superar la situación actual. Al
igual que muchos otros venezolanos, me siento en la obligación personal de
ayudar en la más importante tarea del presente: defender los valores
democráticos fundamentales, evitando así que la sangre de nuestros compatriotas
continúe siendo derramada.
Como director de
orquesta, he aprendido que nuestra sociedad, al igual que una orquesta
sinfónica, está formada por un gran número de personas, todas ellas diferentes,
singulares e irreductibles; todas ellas con sus propias ideas, convicciones y
visiones del mundo. Esta maravillosa diversidad conlleva a que en la política,
al igual que en la música, no existan las verdades absolutas y que para
prosperar como sociedades –al igual que para alcanzar la excelencia musical–
debamos crear un marco de referencia común en el que todas las individualidades
se sientan incluidas más allá de sus diferencias. Un marco de referencia que
contribuya a evitar el ruido y la cacofonía del desencuentro, permitiendo
afinar un acuerdo que, desde la pluralidad y las divergencias, logre alcanzar
una armonía política y social.
Desde esta fe
inquebrantable en el respeto a la diversidad humana, siento la necesidad y la
obligación como ciudadano venezolano de manifestarme en contra de las
elecciones para conformar una Asamblea Nacional Constituyente en los términos
en que fueron convocadas por el Gobierno de Venezuela para el próximo 30 de
julio.
La forma en que las
autoridades de mi país han llevado adelante esta medida no hace más que avivar
el conflicto nacional antes que solucionarlo. Nuestro marco constitucional
vigente no ha sido respetado. A pesar de los eventos del pasado domingo, en los
que millones de mis compatriotas –en Venezuela y en el exterior– expresaron su
rechazo a los planes gubernamentales, los venezolanos aún no nos hemos podido
manifestar públicamente a través de una consulta popular previa y vinculante.
La voluntad del pueblo debe poder expresarse libremente por medio de los
canales institucionales establecidos en nuestra constitución nacional.
Pido encarecidamente
al Gobierno venezolano que suspenda la convocatoria a la Asamblea Nacional
Constituyente; pido encarecidamente a todos los líderes políticos sin excepción
que cumplan con su responsabilidad como representantes del pueblo venezolano y
se encarguen de crear las condiciones necesarias para lograr un nuevo marco de
convivencia. Nuestro país necesita urgentemente sentar las bases de un orden
democrático que garantice la paz social, la seguridad, el bienestar y el futuro
próspero de nuestros niños, niñas y jóvenes.
No puede haber dos
constituciones, ni dos procesos electorales, ni dos Asambleas. Venezuela es una
sola nación, un solo país en el que cabemos todos y en donde todas las
sensibilidades han de participar y expresarse libremente, sin temor a la
represalia, la violencia, la inseguridad en las calles y la represión. Buscar
la victoria a través de la fuerza y la imposición de las ideas propias es y
será siempre una derrota colectiva para Venezuela. La única victoria posible y
legítima debe darse a través de las urnas, el diálogo constructivo, la
negociación y el más absoluto respeto a las leyes que nos gobiernan.
Pienso en todas las
víctimas mortales de estos meses con gran angustia y dolor; no pueden
imaginarse lo que me duele mi país. Pero también pienso en algunos de los
eventos recientes de mi país como momentos de gran esperanza, como primeros
pasos y oportunidades reales de cambio que se abren para Venezuela.
Los venezolanos
necesitamos de estos momentos de esperanza para poder recuperar al fin la
armonía que tanto anhelamos. Porque tener la voluntad de encontrar soluciones
significa generar esperanza, significa creer en un proyecto colectivo, plural e
integrador de país, significa creer en un futuro mejor para nuestros hijos.
Tener voluntad de encontrar soluciones significa, en última instancia, creer en
una Venezuela democrática, pacífica y alineada en la búsqueda de mejores
condiciones de vida para todos y todas.
Yo creo en esa
Venezuela.
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