En su sencillez, trata de eliminar cualquier concreción o
referencia sensible, ni siquiera pone título a sus obras para no condicionar al
espectador.
La obra de Kim En Joong procede de una experiencia primera
vinculada a la caligrafía coreana y también a la contemplación de la naturaleza
con sus arrozales y amaneceres que hacen despertar a pájaros y mariposas.
Con una viva sensibilidad por el arte abstracto, Kim En Joong llega
a Europa (Francia y Suiza) a partir de 1969, donde después de convertirse del
budismo al catolicismo, descubre la vida religiosa dominicana y se ordena
sacerdote en 1974. No se trata de ninguna ruptura entre la vocación de pintor y
la de sacerdote. Todo lo contrario, Kim, atento a Cristo como la “Luz que viene
a este mundo”, no busca en ninguna figuración demasiado narrativa la expresión
de un Misterio.
Podemos contar entre sus maestros a pintores como El Greco,
Cézanne, Monet, Kandinsky, Rothko. Kim descubre igualmente su propio registro.
Asocia el color, a veces puro, a un gesto que recuerda el movimiento de los
luchadores asiáticos según ritos ancestrales. Todo se vuelve energía, danza,
claridad, vida bajo su pincel de caligrafía.
Si la vidriera es la mayor expresión (internacionalmente
reconocida) de la creación de Kim En Joong (sobre todo en Francia, Suiza e
Irlanda), las pinturas sobre lienzo o sobre papel se multiplican por doquier.
La cerámica, al igual que fuera descubierta por Picasso, se convierte en un
reto inesperado: hacer que la tierra, a menudo mezclada e incluso torturada,
deje brotar la luz. Cada cerámica se convierte en una joya.
https://www.olumen.org/evento/kim-en-joong_trazos-de-luz/
No hay comentarios:
Publicar un comentario